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Entre Líneas: Con lo mínimo

por Leandro Sanchez de Medina
14 de mayo de 2016
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Portu entre Hermoso y Borja
Portu entre Hermoso y Borja

En el juego del Real Valladolid ocurren tantas pocas cosas que cualquier pequeño detalle parece maximizarse lo suficiente para merecer mínimo una mención y máximo un análisis. En la valiosísima victoria sobre el Albacete, que le otorga la salvación virtual, sucedieron escasas situaciones de riqueza táctica reseñable.

Sí, Álvaro Rubio comenzó el choque con acierto. Sus pases verticales buscaron con peligro la espalda de la línea de 4 albaceteña, muy nerviosa y desacertada. Roger, el jugador más destacado del conjunto pucelano, sobre todo en el primer tiempo, leyó bien los movimientos de ruptura que requería el contexto del juego.

En uno de ellos, tras un pase del capitán, sirvió con solidaridad para que Óscar anotara el único tanto del choque. El Valladolid intentaba romper el juego defensivo del Albacete potenciando las diagonales de Roger, una táctica que iba menguando conforme el cuadro de César Ferrando fue acumulando balón.

Es más, los manchegos tuvieron más pelota y al Pucela pareció no importarle. Mostraban, los visitantes, tan poca madurez ofensiva que los blanquivioletas apenas sufrían en su área. Su principal jugador organizador, Mario Ortiz, copaba los primeros pases en fase de ataque, iniciados en forma de salida lavolpiana. Ningún otro de sus compañeros tenía la capacidad de elaborar.

El primer tiempo fue el único en el que el Real Valladolid hizo méritos para ganar. En el segundo, el escenario se dibujó más plano: sin ocasiones ni señales de ambición. Por su parte, el Albacete intentaba, a través de la pelota, atravesar tres cuartos, aunque nunca se encontró cómodo ni vio claridad entre líneas.

El Pucela, entretanto, se debió de notar tan confiado que no aceleró el ritmo para cerrar el partido sino que, progresivamente, fue reculando, afectado también por la lesión de Tiba –entró en el segundo tiempo por Villar pero apenas pudo demostrar desde el extremo derecho-.

Los últimos minutos de partido se vivieron como un fiel reflejo de lo que ha proyectado el Valladolid en toda la temporada: sin rumbo, ni huella, ni coraje. Timorato, menor, sólo se dedicó a despejar los últimos centros de vida del Albacete. A propósito del partido, Mario Hermoso jugó de central.

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