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Entre Líneas: La batalla se libró por dentro

por Leandro Sanchez de Medina
4 de mayo de 2015

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Valladolid y Leganés se disputaron el medio del campo, donde los pepineros establecieron un triángulo de presión que no facilitó la victoria al conjunto de Rubi

 

Rubio y Hernán celebran el primer gol
Rubio y Hernán celebran el primer gol

El Leganés no fue al Nuevo José Zorrilla a servir de lanzadera para los locales. Instaló una estructura central, y adelantada, que impidió un completo dominio del partido del Real Valladolid, fiado al talento de sus mediapuntas y a una destacable y poco destacada faena en las jugadas de estrategia.

Con la premisa de ganar para no despedirse definitivamente de la vía del ascenso directo, los blanquivioletas saltaron desde el primer minuto a adueñarse de la pelota y a asentarse en territorio rival. El principal obstáculo que afrontaron, sin embargo, se halló en la situación defensiva del conjunto entrenado por Asier Garitano. El triángulo formado por Eraso, Morán y Diamanka, con el primero como pieza adelantada en la presión y en la elaboración, empujaba al resto de líneas pepineras a gran altura. Sin ser notablemente feroz, el pressing del Leganés desvelaba una de las múltiples facetas que atesora los madrileños y que, por méritos propios, les ha elevado a donde están.

El Valladolid debía, por tanto, mostrarse eficaz desde la salida central para batir líneas –una salida reorientada, progresivamente, por dentro, dados los problemas de Chica- y, durante los primeros compases lo logró. La movilidad entre líneas de Óscar y la voluntad de Hernán para acudir al centro y colaborar en la circulación alentaron este ejercicio de respuesta. Pero los blanquiazules no decayeron en su afán por sostener la línea adelantada.

El trío Rabello-Chuli-Álvaro, físicamente secundado por Diamanka y Eraso, empezó a despojar al Valladolid de dominio espacial y, en consecuencia, a restarle presencia en la parcela más cercana a Serantes. La actividad de Chuli, picando a la espalda de los centrales en múltiples situaciones, acercó al equipo de Garitano al gol, aunque erró sus oportunidades mientras que el Pucela aprovechó el segundo aviso serio a balón parado para anotar el primer tanto.

En el otro frente, Rubi había tenido que recurrir, por condicionantes externos, a un doble pivote casi desconocido, establecido por Sastre y Rubio. El preparador pucelano, en rueda de prensa, analizó lo que para él supuso un acierto:

“Esta pareja no nos iba mal porque es muy dinámica y el Leganés también es un equipo muy dinámico con mediocentros que se mueven mucho”.

 

El técnico buscaba, con el despliegue físico de Sastre y el dominio táctico de Rubio, neutralizar la presencia constante de Eraso en la presión, la irreductibilidad de Diamanka y el trabajo defensivo de Morán. Además, introdujo una variante táctica, destacada en el segundo tiempo y detallada en el análisis pos-partido. Hernán Pérez y Mojica –más ostensiblemente el paraguayo- se incorporaron a pasillos más interiores para auxiliar a Sastre y Rubio. Así lo describió Rubi.

 

“Hemos mentalizado mucho a los extremos para que ayudaran a Sastre y Álvaro a cerrar dentro porque el Leganés mete muchos jugadores por esa zona, e incluso sus extremos suelen entrar mucho”.

 

Eraso y Rubio luchan por un balón dividido
Eraso y Rubio luchan por un balón dividido

El Real Valladolid, durante el primer periodo, salió indemne de las acometidas de Chuli y se valió de un gol cuando menos confortable se sentía sobre el terreno de juego. Y, en el segundo, volvió a salir bien plantado. Lo suficiente como para ampliar la diferencia en el marcador, rebasado el cuarto de hora, y mantener la renta en un duelo que parecía concluso. En la segunda mitad, las dificultades físicas de Chica obligaron a Hernán a maximizar las ayudas defensivas y a perder protagonismo en ataque.

Más centrado, el Valladolid lució sin amplitud en la derecha, pero con un dibujo que por momentos proyectaba un doble pivote, enlazado con Hernán y finalizado en Óscar y Roger, fijando centrales, en paralelo. Los pepineros, tras encajar el segundo gol, acercaron a su delantero-extremo, primero Rabello y después Prendes, a Chuli y terminaron el encuentro en un 1-4-4-2 con Eraso, el multidisciplinar, inclinado hacia la banda derecha.

El Leganés expuso polivalencia; variedad de argumentos para mantenerse sin sufrimientos en Segunda y poder progresar en el futuro. No despreció el trato de balón, ejerció una presión alta que difuminó el dominio inicial del Valladolid y trató de atacar uno de los puntos frágiles de los pucelanos: las espaldas de sus centrales. Pero, enfrente, se topó con un conjunto empeñado en exprimir hasta el final sus opciones mientras se prepara, entretanto, para llegar a la promoción en el mejor estado táctico-anímico posible.

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