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Entre Líneas: La rémora que oscurece los inicios

por Leandro Sanchez de Medina
9 de septiembre de 2015
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Los blanquivioletas, que exhibieron una reacción plausible a la expulsión de Juanpe, volvieron a acusar en exceso los errores técnicos de su defensa

 

Hervías y Chica
Hervías y Chica

El Real Valladolid volvió a quedarse con un jugador menos y, desde entonces, a multiplicar su energía en detrimento de la del rival. Volvió a empañar un partido más que correcto por otra acción fallida de Juanpe. Pero, ante un Oviedo que tuvo en Hervías a su principio y su fin, emergió Ángel desde el lateral izquierdo para sembrar de dudas a los carbayones y de ilusiones a los blanquivioletas.

Un conjunto pucelano que salió dominante, clavado en un 1-4-4-2 tanto en fase ofensiva como en defensa, controlador de la pelota más allá de la divisoria. El debutante Tiba hacía pareja con Rubio en el medio, donde el portugués sujetaba y el capitán flotaba entre líneas. En derecha, Guzmán ensanchaba y estrechaba como un acordeón, mientras que en la banda contraria Alfaro se reunía con los pivotes, con uno de los arietes, Rodri o Rubio, que caían a la mediapunta y con la figura deslumbrante del Real Valladolid.

Ángel, que también debutaba en partido oficial con los castellanos, incidió desde el principio con mucha libertad y valentía por toda la banda izquierda. Fue el ancla que aposentaba ciclos de posesión en la izquierda, pero también fogonazo que imprimía desborde y superioridad por sus espacios de influencia.

El buen posicionamiento del bloque de Garitano en campo rival dificultaba que el Oviedo, al recuperar la pelota, pudiera sacarla con criterio. El plan de los asturianos se regía, fundamentalmente, por verter el peso en la transición ofensiva a Hervías, talento genuino del Oviedo. Al jugador cedido por la Real Sociedad, sin embargo, le costó enfrentarse al duelo individual con Ángel, rápido y físico. De tal forma el lateral pucelano impedía a Hervías volar que este permutó de banda con Aguirre, para pasar a la izquierda.

 

Una permuta que cambió las tornas

Hervías
Hervías

Un movimiento tan sencillo como el intercambio de posiciones contribuyó, durante el primer periodo, a trasladar la superioridad de lado. Hervías, desde el extremo zurdo, orientaba su cuerpo para facilitar el disparo, al igual que hizo Aguirre desde la derecha.

El Oviedo obtuvo peligro por bandas, pues había activado al exfutbolista del Rayo y avalado aún más a su perla Hervías. Comenzaba a utilizar con más frecuencia los pasillos interiores, con el mediocentro Omgba más suelto para llegar a posiciones de disparo y a Bedia más colaborador en el mantenimiento de balón.

Así, controlando al Valladolid en terreno contrario, era el Oviedo el que no concedía salidas claras a los pucelanos, quienes sin el dominio de la posesión se sentían inferiores. El repliegue defensivo ovetense fue correcto, así como la ubicación de sus jugadores tras pérdida.

 

Otra roja; otro desafío

Villar
Villar

Tal y como sucedió en Ponferrada, el equipo blanquivioleta se quedó con un jugador menos fruto de la expulsión, nuevamente, de Juanpe, que cometió penalti. Marcelo Silva entró en lugar de Rubio para establecer un 1-4-4-1. Apenas sin tiempo para amoldarse al verde, el central uruguayo cometió un error indigno en salida de balón, aprovechado por Hervías para ampliar distancias.

Desde aquel momento, el Valladolid cambió. Introdujo a un extremo fresco y rápido como Villar, mientras que en el lado local Hervías dejaba su lugar a Valle y, también, rescataba hasta cierto punto las posibilidades de supervivencia de los visitantes. Porque sin su gesto indómito, el Oviedo fue perdiendo presencia al son de un Pucela envalentonado, presionante, crédulo.

Entonces, volvió a surgir Ángel, que apareció por la izquierda del área de Miño y puso un centro raso a Alfaro para disminuir una distancia que, ya sobre el campo, no existía. Con diez, el Valladolid fue mejor que el Oviedo. Ejerció hasta el final acciones de presión alta; aceleró el ritmo sin pelota y generó ocasiones con ella. Se mostró solidario y taponó las carencias propias de jugar en inferioridad.

La pregunta brota inevitable: ¿Qué habría ocurrido sin tantos errores técnicos de la defensa blanquivioleta? En el inicio de campeonato figura un irrefutable lastre que Garitano deberá articular para hacerlo lo menos lesivo posible.

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