A veces nos pasa eso de que creemos que algún error muy evidente para el público no llega a verse por los que están a ras de césped. Algo que, asumo, es poco probable y que no responde a la realidad, pero siendo un pensamiento común y que, además, tiende a extenderse rápido, conviene observar bien para no cometer injusticias. Y si bien es cierto que entre la cabezonería y la falta de medios existe un recoveco infame para cometer errores, el problema localizado por todos en este Real Valladolid tiene que ver con el gol. Algo por lo que el staff ya escarba en la búsqueda de perfiles.
Es por ello que no es precisamente un reto detectar el problema capital de este equipo y de su rendimiento, pero es del todo significativo que, en estas últimas semanas, las preguntas y las respuestas hayan ido dirigidas a cómo paliar esa realidad. Y hay un verbo significativo en la última intervención de Almada a ese respecto: “Escarbar”. Un término poco común cuando se habla de fútbol, pero bastante común cuando lo que haces es rastrillar todo lo posible la realidad goleadora del club. Y todo indica que Almada es algo que lleva tiempo haciendo entre las distintas categorías inferiores del Pucela.
Esa es la realidad de un Real Valladolid que necesita, cuanto antes, paliar esa deficiencia en la finalización que se está cobrando la posición de un equipo que podría estar mucho más alto en la tabla. Tiene otros problemas este equipo, pero ninguno como el que le enfrenta a la oscuridad cada vez que es el turno de marcar y celebrar un gol. Desde el comienzo de temporada, la falta de puntería parecía mostrar un hándicap para el conjunto blanquivioleta, que hoy, aún pronto para captar algo en el mercado de enero, debe buscar en lo que tiene.
Opciones alternativas
Y así lo argumenta Almada, diciendo que están “escarbando” en la cantera para encontrar una vía que pueda llevar al primer equipo a reforzar esa realidad. La puntería, tan necesaria para ganar (sin goles, es imposible), se otea ahora entre los muchachos que, desde abajo, esperan pacientes su oportunidad. Y, en lo que se trata de goles, Mario Domínguez y Álex Iguaz parecen ser piezas de gran importancia a pesar de la juventud. Prometen tantos, pero de momento les va a costar sumar en un primer equipo que les mira con esperanza a la vez que les empuja la urgencia.
La necesidad es grande y la planificación, que ya anunciaba estas sensaciones, deberá hacer algunos cambios para que, desde enero, la temporada pueda volverse algo más plácida en campo contrario. En el área rival, ni Latasa, Marcos André, Arnu o Jorge Delgado han tenido demasiada suerte. De los quince goles marcados por el Valladolid, son solo cinco los que han nacido de las botas de alguno de los delanteros referencia con los que se va a la guerra cada fin de semana.
Una realidad que debe cambiar y que da razones a Almada y los suyos sigan en esa labor de prospección en la que el gol siga siendo el material más deseado. Mientras que enero no traiga con el nuevo año un jugador que pueda hacer crecer la tasa de goles por puntería o por acompañamiento, la realidad es que este equipo asusta menos y tiende a sentirse por debajo de equipos que no están por encima del Pucela. Una carga y un estigma que golpea donde más duele y que genera una serie de complejos que se ponen por delante y crean un muro sólido entre el equipo y los objetivos marcados.
Una traba que superar cuanto antes para que el techo que puede tener este Pucela sea firme y beba de esa realidad. Si bien es cierto que en esta primera campaña la mira debe estar en la zona alta, como poco en el playoff, la voluntad de crear un proyecto a tres años señala con la necesaria paciencia que el club solo está en el primero de los escalones para asentar al equipo donde debe estar, con la convicción firme de que no conseguir el ascenso puede ser una caída lógica, pero no pelearlo a todas luces será decepcionante.