Sisinio vive inmerso en acontecimientos que le dejan secuelas. En una de sus mejores temporadas a nivel individual, aliado con el gol, ha sufrido ya dos luxaciones en su hombro derecho en 2012. Su meta, resistir hasta el final.
Estaba en un nivel de forma notable. Volvía por sus fueros. Sus basculaciones y presión incansable, su entrada y su desborde. En la temporada actual, se había acostumbrado a jugar en el sector izquierdo del ataque, cuando Nauzet, extremo derecho ‘puro’, se disponía en la banda contraria. Su corazón y su cabeza le hacían jugar hacia dentro, tirando diagonales, creando superioridades en el carril central y asociándose con sus compañeros. La amplitud ya la ofrecería Peña, doblándole por la izquierda, o el propio Nauzet en su zona. Sisinio sólo quería tocar la pelota. Conducirla, y ser partícipe.
Un futbolista para analizar. Porque nunca había sido dueño del gol. Esa gloria permanecía reservada para otros futbolistas como Javi Guerra o ‘Mágico’ González. Sisinio prefería generar desde otras dimensiones del juego. Pero, en esta temporada, ha desarrollado una capacidad de aparición y una fe en la definición tan inusual como extraordinaria. Se ha aliado con aquella gloria casi inalcanzable.
El tanto logrado frente al Numancia en aquellos ocho segundos elevaba a cinco los conseguidos por el extremo derecho del Real Valladolid en este curso 2011/12. Una cifra impensable dadas las estadísticas acumuladas, que reflejan una animadversión hacia el gol, pues la campaña en la que anotó más goles , – 2006/07-, transformó tres. Adentrándose en la fase final del campeonato liguero, ya ha convertido el actual en su mejor año como goleador. Medalla de bronce, perseguidor de Óscar y Guerra.
Sin embargo, camina por un sendero sobre el que incesantes problemas buscan hacer diana. Dardos venenosos lanzados por la ley concursal provocan secuelas y daños que ha de esquivar en el terreno de juego. Y los evita. Pero, otros, fruto del infortunio del juego, apenas inexorables, lo golpean de lleno. Y lo paran en seco.
Con Miroslav Djukic al mando, Sisinio ha sufrido dos lesiones severas. Dos luxaciones en el hombro derecho que le han recordado la vigencia del azar en el fútbol, aun cuando todo lo estrictamente deportivo alrededor de él girara al unísono, inventando una melodía tan bella que recordaba a las entonadas en un pasado no tan lejano. Ambas lesiones han llamado bruscamente a su puerta en el mejor momento de la velada.
Sufrió su primera luxación, que le mantuvo casi un mes sin poder disputar ni un minuto con el equipo blanquivioleta, en el encuentro ante el Alcorcón en el Nuevo José Zorrilla. Pronto tuvo que retirarse del campo. Y el Real Valladolid, con un futbolista menos a causa de la expulsión del guardameta Jaime, remó a contracorriente para arañar un punto. Hasta ese instante, el capitán del conjunto pucelano era un activo en las alineaciones del técnico serbio, acumulaba minutos y reflejaba la imagen de un bloque unido pese a las desdichas de la periferia. Había alcanzado su mejor forma.
En la anterior campaña, del frustrado ascenso, subió los peldaños necesarios para volver a convertirse en uno de los miembros de la plantilla con mayor aptitud física. Avanzó en los últimos pasos de su escalada a una velocidad que evidencía su facilidad para destacar si las lesiones lo respetan. Pero su hombro se obstina en complicar el ascenso.
Después de superar las semanas de descanso provocadas por la lesión, Sisinio retornó a un equipo que comenzaba, en Córdoba, a atravesar su particular tempestad de resultados. El cansancio despertó en la plantilla y se reflejó en el devenir de partidos sin premio. La inquietud en la afición era creciente, aunque en el seno del vestuario se abogaba por la tranquilidad y la firme cohesión que ha definido a la plantilla vallisoletana durante la competición.
Con celeridad, el extremo fue volviendo a recuperar la forma que gozaba antes de la luxación de su hombro, pese a las dos derrotas -con Murcia y Celta- que se encadenaron, en las cuales se sintió la ausencia del mediapunta Óscar González. Aun así, el inefable vínculo que ataba a Sisinio con el gol, volvió a surgir en Elche, donde consiguió el tanto de la victoria. El que cortaba, de lleno, con una cadena de pesimismo alrededor del club pucelano.
Las victorias vuelven. Cuando mejor se encontraba, cuando desplegaba todas sus cualidades, también volvió la lesión en ese maldito hombro. Es la segunda vez que le ocurre en 2012. La cara menos alegre de su notable temporada, a la que no quiere poner fin con una prematura operación, y por la que esperará hasta la conclusión para operar y terminar con el problema. Siempre que el hombro no se le salga por tercera vez.
			