En el Flash Táctico de esta semana, hablo de que Almada tiene un problema grande que tiene que ver con su idea. Seguramente será difícil que pueda reconocerlo, pero la realidad es que la plantilla tiene pocos elementos que puedan cambiar partidos. Ni en creación ni en finalización. Pero es verdad que, mirar al área contraria es especialmente sangrante para evaluar las características del equipo, especialmente en el partido ante el Cádiz, en los que nos dejó ver la pretemporada y, aunque parezca mentira, en el duelo ante el Granada en Zorrilla.
Una de las condiciones que debe dar en Valladolid una pareja de delanteros es complementariedad. Tanto Marcos André como Jorge Delgado no fueron capaces de mostrarlo en el partido ante los gaditanos y volvieron a mostrar el problema lógico de pretender amenazar más en el área sin que los balones transiten de manera clara por la zona de remate. En el Valladolid, este es uno de los males que asedian su capacidad para poder decir que se aspira al ascenso.
Dos delanteros que no dejan de serlo
La insistencia que está naciendo en el 1-4-4-2 no es nueva, pero la realidad es que ha servido para beber de un doble pivote nuevo (Ponceau + Juric) y detectar que, con dos delanteros, los centros parecen poder ser rematados con más facilidad. Algo que, de momento, no es así. De hecho, entre los partidos de Granada y Cádiz, apenas se suman siete disparos a portería, cinco de ellos en las segundas partes. Una realidad que enfoca de lleno en la realidad de que no mejora claramente el apartado de los remates.
Ni Jorge Delgado ni Marcos André han sabido gestionar esa doble vía ofensiva y es algo que tener muy en cuenta, pues sin tener roles complementarios parece complicado que ese doble delantero tenga éxito. Uno más presente en zona de remate y otro más acostumbrado a poder ser el jugador móvil. En este caso, la idea lógica sería que Jorge Delgado fuera la referencia (aunque en el filial mostró más movilidad que simple remate) y Marcos André el móvil, pero ninguno ha sido un éxito en ese sentido. Con un Marcos André, además, demasiado alejado de lo que se podría esperar de él, como se lleva viendo ya demasiados meses.
Sigue siendo un problema grande poder enfocar la realidad de un Valladolid que no tiene, de momento, referencias claras. De los tres jugadores más goleadores, con tres goles cada uno, solo es delantero centro Latasa. Los otros dos, Amath y Chuki, son jugadores que aportan, precisamente, en ese paso intermedio que sigue siendo un problema para que este equipo sea fluido y pueda acompañar la realidad competitiva de un Valladolid que quiere asomarse a la zona alta de LaLiga Hypermotion en el mes de junio.
El necesario enganche
Jugadores como Chuki, Tenés, Ponceau, Amath, Peter o Meseguer han hecho ya antes de enlaces con respecto al 1-4-2-3-1, ya sea ortodoxo o no, pues sabemos que a menudo el sistema y el dibujo mutan en función de las necesidades de cada rol. Lo que está claro es que este Valladolid tiene poca chispa creativa a pesar de que todas esas figuras puedan jugar como enlace. Este Pucela apenas transita zona de tres cuartos y le cuesta mucho avanzar en carril central con notoriedad.
No existe apenas relación entre jugadores en zonas interiores y las jugadas casi siempre acaban de la misma manera porque, hasta ahora, el único capaz de darle sentido a esa visión desde el interior ha sido Ponceau, con limitaciones evidentes para levantar el juego él solo, a la espera de que Lachuer, el más afín por características, muestre la calidad que se vio el año pasado o empiece a ser útil en esa base de la jugada, cosa que, de momento, parece discutible.
Poner las cosas fáciles
Un escenario perfecto para el análisis previo de los rivales del Valladolid, que casi tienen expuesto el plan de partido antes de cada cita y que les permite orientan su idea a las situaciones de juego que más les convengan a la contra. Situaciones que hemos visto en otros partidos, en los que regalar el balón al Valladolid no supone un problema, pues la vía de juego casi siempre parte de las bandas y apenas lleva consigo un peligro abrumador. Es por eso que creo que Almada tiene un problema grande que tiene que ver con una idea que no puede implementar como seguramente le gustaría.
La idea de juego se deja arrastrar por ciertas situaciones que, a la hora de la verdad, condicionan las capacidades de creación y peligro de este equipo, más con la crisis de puntería (y lesión) de Latasa, la difícil decisión de compañía en la zona atacante y la escasa relación entre los diversos perfiles de centrocampista en el equipo y la asociación y la generación de oportunidades. Situaciones que, como poco, alimentan la sensación de que este equipo necesita más fútbol para no ser tan plano y previsible.