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Frío punto

por Jesús Domínguez
30 de octubre de 2012
en Noticias

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Real Valladolid y Real Sociedad empatan en un partido que pudo caer de cualquiera de los dos lados, pero en el que ni el juego plano local ni el reservón visitante merecieron más.

 

Guerra3Pues va a ser verdad. Empieza a hacer frío en Valladolid. Tanto, que el Real Valladolid se quedó tieso ante un equipo que de mediocampo en adelante podría ser fantasía, pero a quien su entrenador obliga a ser iceberg, no tanto por frío -¡un témpano!- como por inmóvil (o casi).

Otra posibilidad que cabe es que el Real Valladolid esté tieso no porque el invierno comienza a asomarse a la ribera del Pisuerga, sino porque va con el depósito en la reserva. Sí, ya. Cosas de la plantilla corta, que, cuando en realidad no llevamos tanto, hace que algún jugador como Víctor Pérez note ya la acumulación de minutos.

No fue su mejor partido. Ciertamente, no fue el mejor partido de nadie, quizá con la excepción de Patrick Ebert. El alemán neutralizó el primer gol de Griezmann y ayudó a que luego lo hiciese Óscar con una gran asistencia. Y acabó cansado, no cabe duda, pero mostrándose abajo y por dentro, en la base de operaciones.

El germano volvió a vestirse de Thor, dios de la tormenta. Y, dicho sea de paso, la hizo en ocasiones por su cuenta. Y también por la de Omar, de nuevo gris. Y si batalló solo, pero en las zonas del canario, de Víctor Pérez y hasta por momentos de Óscar, y aun así fue el mejor del equipo, ¿cómo no preocuparse?

No conviene, no obstante, caer en el exceso. Incluso jugando mal, el equipo volvió a competir y pudo llevarse los tres puntos (lástima de ‘penaltito’ por mano no señalado…), por lo que puede decirse que el equipo sigue en el camino más corto hacia los resultados, aunque no cabe duda que debe mejorar; máxime cuando juega en casa ante un teórico rival de ‘su’ liga que lo pone tan sumamente fácil.

No debió ser así, ya que a la Real Sociedad le sobra calidad del centro del campo en adelante. Lo que ocurre es que Philippe Montanier está lejos de ser el Guardiola galo, como se dijo cuando llegó a España. Es, más bien, por seguir parlant en català, un ‘caganer’ que se permite el lujo de sentar en el banco de inicio a Xabi Prieto y Rubén Pardo, dos de los mejores jugadores ajenos a la bicefalia.

Illarramendi, Carlitos Vela, Griezmann y Chory Castro, el jugador antes llamado Chori Castro, ostentan calidad de sobra para crear peligro incluso sin los dos anteriores sobre el césped, aunque poco pueden hacerlo si cada balón que cae en el campo realista se convierte en un misil tierra-aire en busca de la cabeza de Aguirretxe.

En cualquier caso, como poco no es igual a nada, de la nada Antoine Griezmann se sacó dos goles de la manga, el primero en el primer periodo, al enganchar un balón suelto a la salida de un córner y el segundo tras la reanudación, de golpe seco a la derecha de Dani Hernández, uno y otro para poner por delante al conjunto txuri urdin.

Entre medias, Ebert hizo su primer gol de la temporada con un lanzamiento que nada tiene que envidiar al postrero del francés. Pudieron ser dos, pero Zubikarai evitó que el latigazo de falta directa terminase alojado en sus redes. Más allá, en ataque, el Valladolid fue la nada. Ni una triste ocasión que llevarse a la boca, pese al trabajo de Guerra. Más o menos como la Real, vaya.

Por la mera inercia de su apuesta futbolística, de vuelta por las salidas del once de Sereno y Manucho y el retorno de Rueda y Álvaro Rubio, los blanquivioletas fueron dueños del balón durante buena parte del partido, pero de poco sirvió, ya que al margen de las escasas ocasiones, tampoco lograron circularlo con fluidez.

La Real Sociedad, entre pelotazo y pelotazo, también se dio el gusto de, pese a Montanier, enseñar los dientes alguna que otra vez. No mordió porque para hacerlo hace falta mordiente, por redundante que suene, y cuando un entrenador no quiere fieras, lo normal es que su equipo sea dócil.

Dicho esto, nadie le hace ascos a tres puntos, y tampoco el ínclito galo. Casi se los lleva, qué ironía, gracias a varios pelotazos, abortados todos por Dani Hernández. Rubén Pardo, que en sus escasos diez minutos hizo que incluso Zorrilla se preguntase el por qué de su poca participación, Íñigo Martínez y José Ángel pudieron marcar desde lejos, pero marraron, el último ante la salida controvertida, cuanto menos, del meta venezolano.

¿Y el Pucela, qué? Pues siguió a lo suyo. Tocó, tocó, tocó… pero no vio la luz. Bueno no encontró el interruptor y Neira fue una vela que permitió pocas alegrías, pues, pese a que aportó, no fue diferencial. De hecho, sin que se le pueda considerar al argentino culpable, puede decirse que cuando él entró el equipo perdió el poco orden que tenía.

El Real Valladolid terminó cantando a Sabina, recordando aquello de “maldita ley del embudo, no valgo menos que tú”. Porque a fuerza de juntar Djukic a tanto ‘diez’ y de que Montanier diese entrada a José Ángel y permitiese a Pardo pocas alegrías -o ninguna-, el centro del campo se convirtió en algo así como un mercadillo en China.

Lejos de afirmar que en Zorrilla se juntaron el hambre y las ganas de comer, puede decirse que sobre el césped se vio a un equipo al que últimamente todo parece caerle mal al estómago, el Pucela, y otro que no come por no cagar -con perdón-, una Real Sociedad que suma con el de Valladolid su primer punto a domicilio. También, con perdón. Con uno de concepto amplio.

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