Con Erick Moreno, el Real Valladolid adquiere a un delantero potente, explosivo, de área, como el que estaba buscando

Johan Mojica ya tiene un compatriota con el que bailar ‘salsa choke’. Se trata de Erick Moreno, uno de los últimos refuerzos que el Real Valladolid ha acometido en este mercado estival, que llega cedido por el SC Braga para complementar la delantera con un perfil hasta ahora inédito en el plantel, el de ‘nueve’, digamos, de área, aunque con matices.
El cafetero debutó con dieciocho años en el Deportivo Pereira, con el que no logró anotar en ocho partidos, pero sí mostrar credenciales suficientes para fichar por Millonarios, uno de los clubes punteros de su país, y donde coincidió con el exblanquivioleta Humberto Osorio Botello.
En las cuatro campañas que militó en los ‘Millos’, su proyección y su progresión se dieron la mano y poco a poco se fue convirtiendo en capital. Paulatinamente sus minutos fueron aumentando y fue marcando goles, nueve en el primer año en el que su participación fue real y activa, seis en el segundo y quince en el tercero y último, previo al salto a Europa –que se produjo más tarde de lo previsto pues algunos clubes como el Rayo Vallecano lo quisieron antes–.
En enero de 2014 fue contratado por el Sporting Clube de Braga, club que viene de ceder sus derechos al Real Valladolid y donde marcó dos goles en las diez ocasiones que dispuso para enfundarse la casaca minhota. Sin sitio por la dura competencia que suponían los Éder, Zé Luís o su compatriota Felipe Pardo, se marchó cedido a Grecia.
Y, aunque no jugó demasiado, no le fue del todo mal. En las filas del Panetolikos anotó seis tantos en diecisiete encuentros. Por tanto, se puede hablar de él como un jugador con gol, sin llegar a romper –al menos por el momento– en un anotador de una cantidad ingente de perforaciones por curso, lo que tampoco debería preocupar, teniendo en cuenta la presencia de Rodri y la llegada también reciente de Diego Rubio.
Potente, explosivo y corpulento

Quizá cuando se hablaba de ‘nueve’ alguno podía pensar que llegaría en estas últimas fechas previas al cierre de la ventana de pases uno solo ‘de área’, una especie de Túlio de Melo; el típico ‘tronco’ –dicho en un sentido no peyorativo– al que poder lanzar por alto, si es necesario, incluso una lavadora. Aunque debe decirse que Erick Moreno no es exactamente eso, o no solamente.
Salvando las distancias, y en un primer vistazo, más que a Túlio de Melo, puede recordar a Manucho en una de sus principales características, la explosividad. Y es que es un jugador potente, que no necesita vivir en el área para crear peligro, sino que le es suficiente con rondar sus inmediaciones para generar o disponer de ocasiones.
Tampoco necesita demasiados espacios para disparar, le basta con una baldosa para sacar un latigazo, con cualquiera de las dos piernas. Sin llegar a ser un velocista, además, es potente, y tiene una primera zancada y una capacidad de aceleración dañinas.
Si hay una diferencia con los dos puntas antes citados es que tiene una menor envergadura, si bien es un jugador corpulento, fuerte, que puede convertirse en un recurso a la hora de estirar el campo ‘obligándole’ a aguantar el balón en los dominios de la zaga rival. Y cuando el equipo quiera jugar rápido en transición, con él podrá, ya que es capaz de ocupar los pasillos entre el central y el lateral y ser profundo coqueteando con el fuera de juego.
Dicho así, puede sonar a que el Real Valladolid se ha hecho con el ‘Titi’ Henry delantero. Nada más lejos. Destapado en sus inicios como una firme promesa en su país, todavía tiene que eclosionar en Europa y convertir sus halagüeñas condiciones en algo de continuo. El bosquejo dibujado sirve para presentar sus características, que luego han de plasmarse en el terreno de juego.
No obstante, lo cierto es que servirá, a priori, como complemento de los otros atacantes, ya se hable de Rodri, de Diego Rubio o incluso de los Juan Villar, Manu del Moral o Caye de turno. Siendo capaz de partir de posiciones ligeramente retrasadas, deberá vivir en las inmediaciones de la media luna del área rival y ’empujar’ hacia su meta a los defensas mientras el juego transcurre unos metros por detrás o en los costados, precisamente donde aparecerán esos compañeros.
A sus casi veinticuatro años, esta segunda cesión consecutiva le acerca al foco mediático y le trae a una liga competitiva como es la Segunda División española. Por su ambición y sus botas pasará el hacerse con un hueco en una rotación que se prevé cara y mostrarse como un café colombiano fuerte, puro, intenso; de esos sabrosos.
