
Guerra y reflexión. Eso hubo en el Nuevo José Zorrilla. Nada más. O, por lo menos, nada más con un mínimo de relevancia para aquello que en el césped se dirime. Con eso bastó.
Con la enésima pincelada de Javi Guerra fue suficiente para que el Real Valladolid doblegase al Nàstic de Tarragona, en un encuentro que dominó casi por completo, pero en el que escaseó el fútbol, especialmente tras el gol del malacitano.
Dieron ambos equipos la sensación de contagio ante lo reflexivo de jornada. Parecieron tener más la mente en otros menesteres, quién sabe si debido a las elecciones de mañana, de cáriz político.
Otra de las opciones es que el equipo de Abel Resino considerase suficiente el gol de su nueve, dado que Juan Carlos Oliva y los suyos parecían dar por bueno casi cualquier resultado en el que no saliesen goleados teniendo en cuenta lo que se les viene encima.
Transcurrió la primera mitad sin excesivos sobresaltos, con los roles bien definidos en uno y otro bando. El Nàstic buscaba cerrar su meta y confiaba sus opciones de ataque en el holandés Powel con el fin de lograr un regalo en forma de puntuación.
Los de Resino, obligados por el rival y por la presión de ejercer como locales, buscaban tocar y tocar hasta batir líneas, sin la profundidad necesaria para poner en aprietos a Rubén Pérez, casi desaparecido en la primera mitad.
También lo estuvo Óscar González, al contrario que el guardaredes maño, durante todo el encuentro. No así ocurrió con Powel, jugador de gran zancada y envergadura que aprovechó un despiste en la salida de Mehdi Nafti para poner en aprietos a Javi Jiménez.
El propio espigado punta fue protagonista antes del descanso de una de las jugadas polémicas del encuentro, una posible pena máxima cometida por Jordi Figueras y no señalada por un fuera de juego previo.
Además, Del Cerro Grande pudo expulsar también en la primera mitad a su compañero en la zaga, Juanito, después de que cortase dos contraataques peligrosos en los que el atacante rival encaraba casi en solitario la meta blanquivioleta.
No decretó ninguno de los dos castigos, algo que agradeció la hinchada local, pues ambas cosas parecía claras. Como claro parecía el gol en el minuto cuarenta de Javi Guerra, tras un preciso testarazo que Rubén Pérez despejaría de forma casi milagrosa.
Si en verdad la paciencia es la madre de todas las ciencias, llegó el descanso en una buena muestra de maestría en la matería del Real Valladolid, pues apenas parecían inquietarse ante la momentánea igualada ante un rival que daba por bueno el empate.
Después de apenas ocupar los costados en el primer periodo, la cosa varió a la vuelta de vestuarios, tal y como se demostró con el tanto de Guerra apenas transcurridos cinco minutos de la reanudación.
Parecía el delantero buscar la posición entre los centrales a la vez que Pedro López conducía el cuero. Fue una simple estratagema con la que arrastrar a los zagueros al interior del área pequeña para aparecer él, engañándoles, en el segundo palo libre de marca para anotar el centro venido de la diestra.
Quedaba aún mucho partido, pero el guión seguía siendo el mismo. El Nàstic no separaba sus líneas y buscaba tan solo entorpecer la circulación vallisoletana y cazar, a poder ser, una contra que devolviese las tablas al encuentro.
No fue excesivo el ahínco mostrado, sin embargo, máxime con las sustituciones de Powel y Tuni en el minuto setenta de partido. Virgili y Vicente, los refrescos, buscaron tímidamente la meta de Jiménez, cuya seguridad desbarataba cualquier posibilidad de empate.
En el lado de los locales faltaba fluidez, en parte por la no aparición de Óscar y en parte por la querencia de los hombres de los costados a irse al interior. Lo primero ni con la entrada de uno y otro Álvaro. Sí lo segundo con la de Jofre, quien provocó varias aproximaciones más a la meta de Rubén.
La timidez con que se daban y la apatía generalizada, provocada en parte por el calor, hizo firmar tácitamente a los contendientes una entente cordial en la que una de las cláusulas debía prohibir echar una carrera de más.
Pensando unos en el resto de la jornada y Huesca y otros en Ponferradina y Albacete, no hubo agresión en lo restante de un encuentro que sirve al Valladolid para continuar aproximándose al objetivo del play-off y que no impide al Nàstic depender de sí mismo en el intento de salvación.