La llegada de Guille Bueno al Real Valladolid no ha pasado desapercibida. Con 22 años, experiencia en Alemania y un perfil definido, el lateral izquierdo gallego ha comenzado a encajar en el Pucela con pasos firmes. En la victoria inaugural ante la AD Ceuta, su desempeño mostró que puede convertirse en una pieza fundamental para la temporada, tanto por su rendimiento inmediato como por el margen de mejora que maneja siendo tan joven.
Desde su presentación, Guille Bueno dejó clara su filosofía: “Soy un jugador de ida y vuelta, me gusta incorporarme al ataque, el uno contra uno en la banda y colgar centros, sin olvidar lo defensivo, que es primordial”. Esa declaración de intenciones no solo mostró a un futbolista consciente del equilibrio necesario en su posición, sino también un jugador joven dispuesto a asumir ambas funciones sin sacrificar ninguna, tal y como exige Almada. En el debut, esa mezcla se vio en el terreno de juego y pudo controlarlo todo para dejar buenas sensaciones como lateral.

Técnicamente, el lateral zurdo demostró su capacidad para salir jugando con el balón controlado. No solo es capaz para ofrecerse en salida, pues no le tiembla el pie al construir desde atrás, sino que busca mantener el ritmo y la pausa necesarios para seguir concentrado en las necesidades del equipo. El gallego muestra intuición para saber cuándo y cómo proyectarse o guardar su posición. Su paso por la 2.Bundesliga, especialmente en su cesión con el Darmstadt, ha pulido esa solidez física y táctica tan valorada por el técnico uruguayo en Valladolid.
La labor de Guille Bueno en la banda izquierda ante el Ceuta
Hay que decir que el defensa recibió elogios por no complicarse cuando recibió el balón por su zona. Fue efectivo en cerrar el uno contra uno, en anticipar sin entrar en agresividad innecesaria, y en mantener la línea sin vértigo. Aunque ante rivales más potentes se pondrá a prueba, la base está trazada y parece que su físico firme, su buen timing y la lectura colectiva ante las transiciones rivales le pueden ayudar a ser muy importante en su banda.
Avanzando por banda, desplegó el perfil dinámico que el equipo necesitaba. Se le vio incorporarse con criterio, ofrecer profundidad y desbordar con ritmo, aunque en un perfil más sobrio de lo que marca su nivel. Sus centros, además, se pueden entender como una vía interesante para el equipo sin necesidad de exhibir potencia.
Puede ser un recurso constante que aprovechar para puntas referencia como el propio Latasa. Aunque no se le ha visto en los registros de asistencias aún, su contribución en ese sentido parece clara y su conexión con Stipe Biuk en ese perfil zurdo dota de un dinamismo ofensivo a la banda que ya se vio con su competencia directa, Iván Garriel, en pretemporada.

Detalles por pulir ante rivales más fuertes
Aunque el defensor se mostró sereno en situaciones que le exigían alta concentración, la realidad es que sí hubo acciones en las que se le pudo pedir un plus. A la hora de medir trayectorias o dar un paso adelante en duelos aéreos, pudo comprometer al equipo por su escaso dominio de esa parcela del juego. A pesar de todo, no dio la sensación de sentir presión, pese a ocupar una posición históricamente inestable en el equipo. De hecho, transmitió cierta confianza para no desentonar de manera notoria.
Almada dijo en su día que el trabajo diario se reflejaría en el campo y parece que Guille Bueno es uno de los que está cumpliendo con esa premisa. Dotado de esa mentalidad, crecerá con los minutos que vaya teniendo, así como con la adaptación al estilo de Almada y a los automatismos que, con toda seguridad, deberá pulir para relacionarse con Juric o Meseguer en el centro e incluso con David Torres, con quien la coordinación deberá ser excelsa para no conceder opciones a los rivales.
Su margen de mejora es evidente y deberá ganar fuerza para poder medirse en duelos más físicos, mejorar su timing ofensivo en el último pase y afinar la eficacia de sus envíos al área cuando quiera sumarse en profundidad. La realidad es que, con todo eso en un punto de evolución lógico para un futbolista de 22 años, la paciencia y la repetición de buenas acciones le ayudarán a consolidarse y dejar atrás las dudas que puedan surgir en torno a su rendimiento.
