El Real Valladolid da por concluida la concentración en Mondariz con un triunfo por un gol a tres en Ponteareas
Dos de dos. Ese es el bagaje del Real Valladolid en lo que va de pretemporada. Lo que tiene mérito, no tanto por la entidad de los rivales a los que se ha medido, como porque los dos primeros triunfos llegaron tras una semana intensísima, en la que Joan Francesc Ferrer, Rubi, a sus jugadores con varias dobles sesiones que iban a extenderse incluso hoy mismo, y sin embargo no lo hicieron, pues el técnico tuvo a bien dar la mañana de descanso.
Decía el preparador físico, Xabi Gil, que la intención era hacer más grande la mochila, a fin de que el equipo cogiera fondo de cara a la exigente temporada que se viene. Por esas –a pesar de las molestias que han impedido debutar a Óscar y que Chus Herrero jugase en A Lomba–, el objetivo se puede considerar cumplido. Pero más aún cuando sobre el terreno de juego se han ido viendo algunas de las cuestiones en las que se había incidido hasta la fecha y en las que se seguirá profundizando durante el curso.
Esta vez el rival fue la Cultural de Areas, residente en Ponteareas y que juega en A Lomba, donde el Pucela ha estado entrenando en sesión de tarde durante toda la semana. De Tercera División, como el Pontevedra. Y, como el Pontevedra, se vio sometido a un Real Valladolid que gusta de ser trilero; de tener y mover el balón. Con todo, hubo algo distinto en el guión, y es que Cuadrado, desde fuera del área, marcó a los cuatro minutos, el primer gol encajado en la ‘era Rubi’.
Como lo importante a estas alturas no es el fin, sino los medios, el Pucela siguió a lo suyo. El cansancio y el calor hicieron mella y faltó una pizca de chispa y fluidez, pero el juego, como el sábado, se basó en simular diferentes escenarios, con y sin balón, algo para lo que se puede decir que el tanto local vino hasta bien, ya que así el ‘Rubi Team’ trabajó por primera vez en neutralizar un gol rival.
Lo hicieron antes del descanso por mediación de Anuar, que embocó un rechace recogido dentro del área. Fue, el tanto, la primera de las recompensas a otra de las cosas que Rubi anhela: que sus mediocentros tengan llegada, algo que ya se vio en Pasarón con Sastre y el propio Anuar. Y fue, también, el premio al juego desplegado, a las ocasiones creadas, antes marradas por Óscar Díaz, Sekou o un revoltoso Bergdich.
Estaba previsto que el reparto de minutos fuera como el del día anterior, una hora para unos y media para otros, pero el plan se vio alterado en el descanso, cuando Peña y Jeffren –los únicos que repitieron titularidad– dejaron su lugar a Carmona y Omar. Los demás –salvo Bergdich, que fue cambiado algo más tarde–, Julio, Chica, Valiente, Casado, Rubio, Anuar, Óscar Díaz y Sekou fueron sustituidos en el minuto sesenta por la segunda unidad.
Antes, llegaron los dos goles finales, con los que el Real Valladolid se alzó con el X Memorial Eleuterio Carrera. Llegarían por mediación de Omar Ramos y de Óscar Díaz, el primero con un zurdazo desde fuera del área y el segundo, a placer y en boca de gol, tras una brillante jugada por la derecha de Zakarya Bergdich. Antes del final, su sustituto, Sastre, mostró otra vez un gran nivel y gracias a él y Roger el marcador pudo ampliarse, algo que finalmente no sucedió, empero.
El saldo final de la concentración, al margen de los dos triunfos, es bueno por el juego y el alto nivel físico que el equipo ha mostrado a estas alturas del curso. La presión funciona, el plantel va asimilando las intenciones de Rubi y no hay línea en la que se hayan visto unas deficiencias acuciantes. Falta un portero, llegará Mojica, lo hará también un extremo y un delantero, pero el Real Valladolid ya está, en la máxima extensión del término, en marcha.
Mañana y pasado, sin embargo, parará. O mejor dicho; no se entrenará. Mañana será presentado David Timor y es posible que antes del miércoles, día en que volverán los entrenamientos en Los Anexos al Nuevo José Zorrilla, el lateral izquierdo colombiano Johan Mojica cierre su cesión procedente del Rayo Vallecano.