El delantero colombiano se hizo de rogar para llegar a Valladolid, pero desembarca con ganas de demostrar que su fútbol es tan apto en España como lo ha sido en Sudamérica, donde ya ha triunfado estos últimos años.

Casi tres semanas de incertidumbre, tres semanas de dimes y diretes, de viene o no viene. El proceso del fichaje de Humberto Osorio por el Real Valladolid no fue precisamente el que cualquier jugador desea, con varios equipos peleándose por él, por lo que tan larga espera ha hecho que el colombiano desembarque en Zorrilla con la etiqueta de ‘El Codiciado’.
Bien es cierto que las últimas experiencias del equipo blanquivioleta con jugadores sudamericanos no han sido precisamente buenas –véanse los casos de Neira, Oldoni o Guilherme-, siempre con el permiso de los porteros Justo Villar y Dani Hernández, aunque si nos centramos únicamente en los colombianos y retrocedemos un poco en el tiempo, no se hace difícil recordar grandes nombres como Valderrama, Harold Lozano, Higuita o Leonel Álvarez.
Pero volviendo al fichaje de Osorio, lo cierto es que el delantero tiene una pesada losa sobre la espalda: el supuesto millón de euros que ha desembolsado el Real Valladolid para que pudiera terminar jugando en España. Todo un hándicap a tener en cuenta en un club que últimamente ha fichado a coste cero para seguir reduciendo deuda.
La cuestión es que su pasado lo avala. Apuesta personal del mismísimo Alberto Marcos –lo cual explica que se insistiera tanto en su fichaje-, el delantero goza de una reputación muy bien labrada en Sudamérica. Su oportunismo y olfato en el área son bien conocidos en Venezuela y en Perú, pero sobre todo en su Colombia natal y en Argentina, donde ha desarrollado su último año antes de acabar recalando en Valladolid.
‘El Zorro’, como es conocido después de hacerle un hat-trick a Boca Juniors portando una máscara protectora, marcó once goles en veintiocho partidos con la camiseta de San Martín de San Juan, lo cual, sumado a su anterior temporada en su Colombia natal con Millonarios –doce tantos en diecisiete encuentros-, hace que sea probablemente la incorporación más interesante del Pucela este verano.
Y es que Osorio cuenta con unas cualidades dignas de un cazador del área. Oportunismo, capacidad para aparecer por sorpresa, buen golpeo y, por supuesto, gol. Para que el lector pueda hacerse una idea, siempre salvando las distancias, un Van Nistelrooy colombiano. Le da igual con la pierna izquierda que con la derecha o con la cabeza. Con lo que haga falta, pero la palabra gol siempre en mayúsculas.
No es casualidad que en todos los países por los que ha pasado a sus cortos veinticinco años haya terminado siendo un ídolo de la afición. Su carácter luchador y aguerrido sobre el campo se complementa con una personalidad agradable y cercana fuera de él, lo que lo convierte en una incorporación magistral, tanto si se termina ganando la titularidad como si tiene que aportar desde el banquillo.
La duda surge en un punto muy típico para la mayoría de jugadores que cruzan el charco para llegar a España. ¿Será capaz de adaptarse al fútbol europeo, a un nuevo país y a un nuevo estilo de vida? ¿O terminará siendo otro entre tantos jugadores sudamericanos que pasan sin pena ni gloria por Valladolid? El colombiano ha empezado por ahora la temporada en la banqueta, ya que su tardío desembarco ha provocado que Juan Ignacio Martínez tenga todavía más confianza en los otros delanteros. Pero tiempo tiene de terminar ganándose el puesto.
A fin de cuentas, mirando su historial, no hay razón para pensar que termine decepcionando, más si nos atenemos al dicho de que lo bueno se hace esperar. Tres semanas de fichaje han provocado muchas ganas en la afición de ver a Osorio marcar goles, las mismas que tiene él, el codiciado, de comenzar a marcarlos.
