Manuel Retamero analiza la fácil victoria del Real Valladolid en la Nova Creu Alta ante el CE Sabadell.
Los Reyes Magos se portaron bien con nuestro equipo, pues tras dejar atrás partidos fuera de casa como los de Huesca y Alicante, podíamos temernos lo peor, y sin embargo el equipo acertó en las claves apuntadas antes del encuentro.
No obstante, es cierto que enfrente teníamos a un conjunto, el de Lluís Carreras, capaz de lo mejor y de lo peor, y que demostraba que está muy pero que muy lejos de lo que vimos en ellos al inicio del curso.
Se esperaba más del Sabadell, pero se encontró ante sí un Real Valladolid renovado y que esta vez sí supo administrar con garantías una ventaja importante como era el cero a tres que reflejaba el marcador en la Neu Creu Alta al descanso. Fiel a su estilo, dominador del partido, queriendo ser protagonista y con jugadores importantes apareciendo, no sólo estando, fue como se labró un buen primer periodo.
Uno de ellos, Óscar González, destacó gracias a sus pases imposibles, movimientos entre líneas o apoyos en zonas ajenas a la mediapunta para hacer más cómoda la creación de nuestro juego, algo que ya en la previa intuía que sería importante. A su vez, vimos a un Javi Guerra impresionante, haciendo tres goles en treinta y cinco minutos y grandes aportaciones al juego colectivo, además de otras francasas ocasiones en las que participó.
En cualquier caso, sería injusto destacar nada más que a dos jugadores de esa colectividad, ya que el Real Valladolid funcionó como equipo, un equipo que por fin nos volvió a dar una alegría importante fuera de casa.
Además del buen juego de Guerra y Óscar, vimos un equipo con gran solidez defensiva, destacando que entre ellos había un canterano tan muy boga en estos días. Y es que Mongil hizo un partido muy serio, en el que su orden, seguridad y rapidez en la toma de decisión hicieron que fuera uno más, que su única diferencia con los demás sea el dorsal 32 que lleva a la espalda.
En el partido existieron varios puntos clave. Yo destaco como el primero de ellos los primeros treinta y cinco minutos, en los que el equipo dominaba, llegaba y plasmaba su superioridad numérica desde los extremos y las incorporaciones de los laterales, sobre todo -y con más éxito- la de Peña.
Quizá le pondría una pega, y es que en algunos momentos nos faltaba alguna opción más al remate. Por detrás, mientras, manteníamos el orden para evitar sustos, algo que dio mucho equilibrio al equipo.
Otra de las llaves del partido fue el inicio de la segunda mitad, momento que era de esperado por todos para ver la respuesta del equipo ante la ventaja lograda. Y aquí vino la diferencia con respecto a otros partidos: equipo con líneas adelantadas y presionando al rival cercano a su portería, algo que requiere mucho trabajo y compromiso por parte de todos.
Fue un detalle importante en el intento de evitar que el Sabadell se metiera en el partido. Surtió efecto, puesto que tuvimos más ocasiones claras como para hacer el cuarto o, por qué no, algún gol más. Gran acierto que comparto: no hay mejor opción que no dejar opción.
Fue tal el éxito que el uno a tres llegó en el minuto sesenta y nueve -en el que esas líneas adelantadas nos podían pasar factura, tal y como ocurrió-, pero para entonces solo quedaban veinte minutos y el equipo parecía haber aprendido bien de los errores cometidos anteriores partidos.
Como digo, venimos con tres puntos más fáciles de lo que cabía esperar y con mucho optimismo para encarar el partido en casa con el Alcorcón, pero no pensar que está todo hecho, porque aún queda camino por recorrer con una compañía muy competitiva. Así es la segunda.