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Jorge Hernández acaba en el Sestao

por Jesús Domínguez
3 de agosto de 2015
Jorge Hernández || Foto: Rosa M. Martín

Jorge Hernández || Foto: Rosa M. Martín

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El mediapunta zamorano firma por el conjunto vasco a pesar de que se hablaba de su incorporación al Toledo. Deja el Real Valladolid dspués de solo un año, con claroscuros 

 

Jorge Hernández || Foto: Rosa M. Martín
Jorge Hernández || Foto: Rosa M. Martín

No se puede decir que su año fue malo. Y sin embargo, tampoco se puede decir que fue excepcional. Un año después de llegar a Los Anexos procedente del Zamora, Jorge Hernández abandona el Real Valladolid con destino a Sestao. Y lo hace envuelto en esa especie de halo de incertidumbre que convierte la valoración de su rendimiento en algo difícil.

Si uno echa un vistazo a sus números, verá que fue su mejor temporada como profesional. Marcó diez goles en treinta partidos con el Promesas, superando así su mejor registro anotador en su anterior club en menos tiempo –en su última campaña en el Zamora hizo siete en 35 encuentros y jugó casi ochocientos minutos más–.

Aunque no jugó tanto como pudo, o como más de un aficionado percibía que podría, tuvo tres apariciones con el primer plantel, de la mano de Rubi. La sensación, y más cuando Óscar estaba desaparecido, era de que estaba siendo algo desaprovechado. Y sí, pero a la vez quizá no, puesto que en el Promesas no fue todo lo diferencial que debía.

A imagen y semejanza del propio Óscar, sus números fueron mejores que su juego, puesto que estuvo muchas veces desaparecido. No obstante, es verdad que, cuando aparecía, pasaban cosas, pues calidad tiene de sobra. El problema, el citado: no apareció tanto como debía. Es más: un jugador de sus condiciones tenía que estar, más que aparecer; que echarse el equipo a las espaldas, algo que nunca terminó de hacer.

Estas cuestiones llevaron incluso a Rubén de la Barrera a pedir más de él en alguna intervención ante los medios. Nada cambió; siempre pareció que era mejor de lo que se veía, puesto que lo poco que se veía era mucho. Su escasa constancia hizo que no derribara la puerta del primer equipo, como comúnmente se dice, y que se perdiera en el limbo.

Así se puede catalogar su curso prácticamente por el solo hecho de no ser renovado. Toda vez que concluía su etapa sub 23, que conocía la categoría y ya había brillado en ella, cabía esperar que diera un paso adelante que le llevase a medio plazo al primer equipo del Real Valladolid, algo que no se ha contemplado.

Con esas sensaciones encontradas que deja parte hacia Sestao, después de que pareciera que su futuro pasaba por Toledo –donde se encuentra entrenando Onésimo– y de que muchos lo vieran en Guijuelo con De la Barrera. Seguirá, en cualquier caso, en la Segunda B. Buscando dar el salto definitivo; forjarse la oportunidad negada y que se negó a orillas del río Pisuerga.

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