Mientras muchos jubilados franceses se quejan, con razón, de lo poco que les dura la pensión, el francés Alain Cheveu decidió, en un momento dado, que quejarse no le iba a pagar las facturas. Quizá fue por eso que, a sus 73 años, este vecino de Trébeurden, en la Bretaña francesa, ha hecho de su jardín un pequeño paraíso para los campistas y se gana un sobresueldo que le ayuda a sobrevivir.
Lo que para cualquiera sería un trozo de césped con árboles, para Alain es una máquina de generar ingresos, ya que, desde el año 2021, recibe a viajeros de medio mundo a través de la plataforma HomeCamper, conviertiendo cada visita en una experiencia de lo más rentable, pues cobra 25 euros por pasar la noche en su jardín. Eso sí, con piscina incluida.
Un negocio rentable en un espacio privilegiado
Lo curioso es que la historia nace por las ganas de seguir activos, un mismo impulso que mueve a muchos jubilados, pero que para Alain fue una revelación. Su propiedad, de 3800 metros cuadrados, está equipada con baño exterior, cocina de verano, ducha solar y hasta una pista de petanca. Algo que, sin duda, hace que los campistas que eligen la opción de alojamiento de Alain en HomeCamper pueden acabar más cómodos que en muchos hoteles.
Algunos, incluso, repiten año tras año y lo llaman para felicitarle el cumpleaños, lo que ha convertido esa realidad de negocio en una relación, con muchos, hasta de amistad. Él lo cuenta con una sonrisa, pues considera que “la gente se siente como en casa”. Y no es para menos, pues el jardín de Alain está junto a la famosa Costa de Granito Rosa, uno de los rincones donde hasta las gaviotas parecen posarse de vacaciones y que convierte la estancia del camping en un recinto idílico, ideal para poder disfrutar de un descanso y amanecer en un paraje precioso.
El resultado económico tampoco tiene desperdicio. De hecho, en 2024, el espacio de Alain le reportó unos 5200 euros que se suman a la pensión mensual que recibe como jubilado, alrededor de 4800 euros. No, lo cierto es que Alain no trata de hacerse con una gran fortuna ni de ser un nuevo rico. Esto solo le permite vivir mejor y seguir manteniendo esa sensación de actividad que le permite sentirse más completo, conociendo gente y aprovechando una oportunidad que supo ver.
El jubilado que aprovechó su oportunidad
Con esos ingresos extra, él y su esposa mejoran las instalaciones y, por supuesto, se dan pequeños lujos, como comprar nuevas barbacoas, tumbonas y, cuando el invierno arrecia, cambiar las botas de jardín por unas de esquí. Gracias a esto, Alain ha encontrado el equilibrio perfecto entre ocio y rentabilidad, demostrando que la jubilación puede ser, también, productiva.
Una historia, de hecho, tiene algo de lección práctica en tiempos de inflación y pensiones ajustadas, pues no siempre hay que reinventarse desde cero y a veces basta con mirar alrededor para encontrar una vía que nos permita alcanzar nuestros objetivos, no solo económicos. Quizá muchos otros solo verían un trozo de terreno sin capacidad productiva, pero Alain vio un negocio que, de momento, está siendo rentable.
Mientras muchos de sus vecinos mantienen y riegan las hortensias del jardín, él riega su modelo de negocio y se abastece de una actividad que le mantiene pleno y le hace conocer cada día más gente. Y ganar dinero extra. No es un influencer financiero ni falta que le hace, pues en su pequeño trozo de la Bretaña francesa ha construido un ejemplo de que la vida después del trabajo puede seguir siendo un auténtico placer.
