El jugador del Deportivo Alavés pasó de ser una de las más firmes promesas del fútbol español a encontrarse en el paro

La Segunda División de nuestro fútbol es una caja de sorpresas continua. Este sábado, los aficionados al Real Valladolid podremos encontrarnos ante otra cuando por la megafonía del Nuevo Estadio José Zorrilla escuchemos el nombre de Kiko Femenía.
Que se ha ido quedando es evidente. De hecho, si con diecinueve años, y siendo de lo poco potable de un Hércules de Primera División que contaba con figuras como Trezeguet o Haedo Valdés, le hubiéramos contado que a día de hoy estaría en un Deportivo Alavés de Segunda División, casi seguro que el propio jugador alicantino se hubiera reído de nosotros. Sin ser la cabeza peor amueblada del mundo, su prepotencia le ha jugado ya malas pasadas.
Para comenzar, no dudó un momento en aceptar la oferta del FC Barcelona tras su buen hacer en el Hércules CF. En Camp Barça se mantuvo dos temporadas (2011/13) en las que fue de más a menos, pero en las que, al menos, no sufrió un retroceso en su progresión. Cosa distinta a lo que sucedería tras su bravucona marcha al Real Madrid.
Para ponernos en situación, Kiko Femenía seguía siendo uno de los valores jóvenes nacionales más cotizados. Él lo sabía, y jugaba con ello en las negociaciones y en las presiones a los clubes. El Barça se cansó de ello, Kiko del Barça, y puso rumbo a la capital madrileña. Sin embargo, pronto se dio cuenta de su error, y al finalizar la temporada 2013/14, Kiko Femenía era despedido de la entidad blanca una vez ya cerrado el mercado de traspasos.
Pasó de ser de lo más cotizado en cuanto a jóvenes promesas nacionales se refiere a estar en paro. Algo inaudito. Su bajo rendimiento con respecto a las expectativas creadas se unía a una cierta prepotencia en lo que a conocimiento de su potencial futuro se refiere. Este nuevo ‘Caso Trashorras’ que abandonaba tanto la entidad barcelonista como su antagonista parecía haber desarrollado sobre sí una visión mayor que la real.
Así pues, la temporada pasada la inició sin equipo. Estuvo entrenando con el Hércules, quien, al igual que cualquier equipo español, no podía inscribir al alicantino al haber sido este despedido por el Real Madrid habiendo acabado ya el periodo estival de fichajes. Pese a tener ofertas del fútbol griego –donde sí podía haber jugado– decidió esperar a enero para firmar por el Alcorcón. Allí, y hasta final de temporada, contó con minutos y protagonismo, ya que fue titular en trece de los diecisiete encuentros que disputó.
Su buen hacer, o una especie de cierto renacer, le valieron su fichaje por el Deportivo Alavés, donde lleva disputados ya más de milminutos con dos goles y una asistencia en su haber. Parece ser que el paso por la cola del INEM ha centrado las propias expectativas de Kiko Femenía en su carrera deportiva.
Como si del perro verde de la mítica canción del grupo Marea se tratara, el interior derecho alicantino parecía no tener sitio, siendo un ‘rara avis’, un nuevo ‘Caso Trashorras’ sin cobijo y sin trabajo. De momento, en Vitoria, y hasta que su ego diga lo contrario, parece haberse reencontrado con los restos de aquel Kiko Femenía que tuvo en disputa, y después en acuerdo, a los dos grandes del fútbol español.
