El nuevo director deportivo lleva trabajando en la sombra para el Real Valladolid desde el mes de marzo
El Real Valladolid hizo oficial la contratación de Braulio Vázquez el ocho de abril. Esto no llevó aparejada su presentación ante los medios, sino que se prefirió esperar hasta final de temporada, pues no iba a ser la única novedad con respecto al organigrama técnico de cara al próximo curso. Tampoco fue su bautizo, pues este, se puede decir, se produjo antes, ya que empezó a colaborar con la entidad con anterioridad al anuncio. Fue, en realidad, algo así como su primera comunión, pues la confirmación real de su cargo, de sus quehaceres, viene ahora.
La primera decisión que tomó, en cuanto se conocieron las escasas posibilidades de fichar a Mendilibar, nombre que se barajó para tratar de ilusionar a la afición, se puso manos a la obra para tratar de convencer al primer técnico que se consideraba viable, el catalán Joan Francesc Ferrer Sicilia, Rubi, que fue, en el fondo, la primera opción real, ya que con Mendilibar no se llegó a entablar negociación alguna.
A la vez que intentaba cerrar al técnico, con el que hubo alguna diferencia mínima, habitual en toda negociación, buscaba rodearse de gente de su confianza, en un intento por parte del club de profesionalizar la dirección deportiva, en las últimas campañas, en manos de exjugadores.
Con el descenso de categoría del primer equipo, Braulio entró en las quinielas para reforzar alguna que otra secretaría técnica de Primera División, como, por ejemplo, la del Elche. Sin embargo, esta posibilidad no cristalizó y continuó en las labores propias de su cargo, aunque fuera Alberto Marcos quien lo ostentaba de manera oficial.
Parte de estos movimientos podrían pasar por contratar a Domingo Catoira, a quien tuvo como jefe de ojeadores en su época en el Valencia, a Ricardo Pozo, Ricar, con quien coincidió también en la entidad ché, o a José Antonio Prieto Castro, Cata, que podría llegar como nuevo coordinador de la cantera.
Su trabajo e implicación, hasta la fecha, atañe también a esta, aunque haya quedado en un segundo plano. Víctor ha seguido en su desempeño, como Marcos, si bien a los jugadores y cuerpo técnico del filial nadie les transmitió sus intenciones de cara a la próxima temporada antes de marcharse de vacaciones. En cualquier caso, la intención del Real Valladolid pasa por tener una plantilla corta en el primer equipo y un segundo relativamente fuerte, del que poder echar mano cuando sea necesario.
Verano de mucho trabajo
Volviendo a ese primer plantel, el trabajo que tendrá Braulio este verano será arduo, toda vez que son pocos los jugadores con contrato en vigor de cara a la próxima temporada y varios de ellos, por unos u otros motivos, podrían salir. Así, después de no renovar a Baraja o dar salida a Larsson, sus deseos –y los de Rubi– pasan por renovar a Álvaro Rubio o Víctor Pérez o prescindir de Heinz o Rama.
Rukavina, en virtud a una cláusula de su contrato, podría marcharse, como Marc Valiente, por quien han mostrado interés varios clubes de Primera División. Junto a sus eventuales sustitutos, debe trabajar en el relevo de otros como Javi Guerra, cuya salida, unida a la Osorio y la de Manucho, ha dejado al Pucela huérfano en ataque.
Con todo, ahora mismo la plantilla del Real Valladolid cuenta con trece jugadores con contrato, doce descendidos más Dani Hernández, que vuelve tras su cesión en el Asteras Tripolis. Sin tener en cuenta el ‘corte’, la confección del equipo pasa, como mínimo, por contar con cinco o seis jugadores más.
Así pues, el periodo estival será largo. Por las renovaciones que hay pendientes, que afectan a varias piezas clave, tanto del conjunto que ha de aspirar a ascender en Segunda División como de varios del Promesas –como, sin ir más lejos, su entrenador, Javier Torres Gómez— y por las altas y bajas. Y, teniendo en cuenta la confianza depositada en él por parte de Suárez, en Braulio empieza (y acaba) todo.