Juan Villar es el último extremo con posibilidades de triunfar en Real Valladolid, después de que en los últimos tiempos lo hicieran otros como Sisi, Pedro León, Nauzet Alemán o Patrick Ebert

Que tendrá la banda derecha del Nuevo José Zorrilla, que todo aquel que la recorre parece estar bendecido por la varita del éxito. Bastaría con echar un ligero vistazo al humilde álbum de cromos de un aficionado cualquiera para observar que, en la sección morada, la pegatina más preciada ha sido siempre –o por lo menos casi siempre– la del extremo que juega en ese costado diestro.
Y no hay que rascarse tanto la cabeza llamando a la memoria, aunque los más antiguos del lugar a buen seguro no dudarían en citar a Onésimo recorriendo el campo cabeza gacha y haciendo virguerías con el cuero.
Quizá fue ‘La Chincheta’ Sánchez –así le llamaban– uno de los primeros futbolistas capaces de meterse al público en el bolsillo a base de goles y sacrificio para hacer del costado derecho un lugar que, al menos en Valladolid, suele estar ligado a la fama.
Lo cierto es que en el último siglo el Real Valladolid se ha convertido en una auténtica fábrica para impulsar a este tipo de jugadores. Son unos cuantos los nombres que dejaron huella no solo en el revés de las camisetas, sino en el corazón o la mente de muchos seguidores y amantes del buen fútbol.
Porque, pese a lo que pasó después, es fácil recordar las galopadas de Ebert, aquel rubio revoltoso, de semblante serio y nervios de acero. El germano consiguió en la temporada 2012/13, a pesar de las lesiones, su mejor todavía registro goleador como profesional, al ver puerta en seis ocasiones en veintitrés encuentros. ‘Thor’ fascinó por su toque, disparo y calidad técnica, aunque bien se recuerda también su doble cara y su difícil carácter.
Nada más llegar, se adivinaron en él unas grandes condiciones. Precedido por su fama de díscolo, pero también por una gran calidad, que le permitió ser campeón de Europa con la selección alemana sub 21, con una generación que es hoy campeona del mundo, demostró su fútbol dentro del campo y sus rarezas fuera de él, con el punto álgido de su huida a Rusia, previa a su marcha definitiva, hasta el punto de, en esa media campaña segunda, marcar tres goles en algo menos de mil minutos.
Vino el teutón a cubrir la marcha de Sisi, un metro setenta de pura fe y entrega que le convirtieron en el ídolo de muchos vallisoletanos. Militó en el Real Valladolid tres años y medio más que su sucesor, para un total de cinco temporadas, en las que se registró su nombre en 152 actas ligueras. Es, así, el Pucela, el equipo en el que más partidos ha disputado como profesional, y fue protagonista en dos ascensos.
Acribillado por las lesiones, pasó una temporada casi en blanco. Precisamente una lesión, grave, de rodilla, militando ya en Osasuna, hizo que las pancartas y camisetas de apoyo cubrieran el José Zorrilla reflejaron el profundo respeto que se ganó el albaceteño. Dejó su impronta gracias a que luchaba hasta la extenuación cada balón, no dando ninguno por perdido, y a que no rehusaba incluso jugar en otras posiciones por el bien de un club al que quiere y que le corresponde.
Cuando Sisi se fue, lo hizo también Nauzet Alemán. Para reencontrarse con su familia –su padre estaba gravemente enfermo–, en su casa, en una UD Las Palmas que ya no ha vuelto a abandonar. Con Sisinio formó una gran sociedad, ambos en la banda derecha o intercambiándose posiciones en los costados. Quizá por su frialdad sobre el terreno de juego le costó ganarse el favor del público, pero también dejó huella.
Marcó más de veintidós goles en noventa partidos en liga, destacando principalmente por el guante que tenía –y tiene– en su pie derecho, de seda a la hora de poner centros y rotundo y certero como el de un boxeador de élite a la hora de ejecutar acciones a balón parado. Como Sisi, participó en el último ascenso, a pesar de sus idas y venidas a Gran Canaria para ver a su padre. Y se fue, pero dejando al Pucela en Primera.
La cadena de grandes extremos que han jugado en el Real Valladolid en esta última década la inició Sisi, que llegó en 2006. Cuando en 2008 se fue al Recreativo de Huelva, le sustituyó un Pedro León cuyo paso fue efímero, ya que se vistió de blanquivioleta un solo curso, el suficiente para ver que era mucho el fútbol que tenía en sus botas.

Su juego aterciopelado, su buen toque –así rompía, como un mediapunta jugando escorado, no en velocidad– y su capacidad de asistir se encontraron con un equipo que agradeció sus asistencias, tanto como los tres goles que anotó en sus 33 apariciones ligueras. Sin embargo, antes de iniciar su segunda campaña se declaró en rebeldía y forzó su traspaso al Getafe, marcando lo que demostraría en su carrera, que es también un tipo, cuanto menos, peculiar.
Iniciado el periodo en 2006, con el desembarco de Sisi, y teniendo en cuenta que ha comenzado ya el 2016, se puede hablar de una década prodigiosa en el extremo derecho del Real Valladolid. Para muchos unida la posición al poderío físico, al derroche técnico o a la capacidad de asistir, en el caso que aquí atañe se le suma, además, el gran olfato goleador que todos ellos mostraron, salvo quizá Sisi.
La hemeroteca revela que si juegas este puesto en Zorrilla tienes muchas papeletas para brillar, y que es una posición que viene estando muy bien cubierta. De hecho, lo sigue estando.
El último en querer sumarse a esta lista es Juan Villar, y motivos para pasar a engrosarla no le faltan. Sustituto de Hernán Pérez, que deslumbró y destacó en sus seis meses en Zorrilla, relanzando así su carrera, ha marcado nueve tantos en veintiún partidos, goles que dan muestra de la calidad del onubense, rápido, habilidoso y un auténtico peligro para los equipos rivales.
Casualidad o no, ‘El Duende de Aroche’ coincide en su ubicación en el campo con otros anteriores estandartes blanquivioletas. No es extraño, así, que haya despertado el interés de algunos clubes de Primera y no extraña que afloren los recelos por parte de los espectadores del Real Valladolid, porque a nadie le gusta que le quiten a la que es –porque él ya lo es– su estrella.
Pero más allá de rumores, Villar sigue a lo suyo, disfrutando y haciendo disfrutar. Aun siendo consciente de que vive su mejor momento, la gloria en el fútbol no viene dada por el sitio que se ocupa en el césped, sino por otras características. Sin embargo, para los más supersticiosos nunca viene mal tener la suerte a favor.
