Análisis del próximo rival del Real Valladolid

A la búsqueda de la victoria perdida. El Real Valladolid, en apenas mes y medio, ha pasado de ser un claro candidato al ascenso, un tigre al que todos temían, a un gatito inofensivo que apenas es capaz de morder y hacer daño al rival. Una realidad que duele, escuece, en el seno de la grada, del vestuario y de los despachos del estadio José Zorrilla.
La solución está clara, y no es otra que retomar la senda del triunfo lo antes posible para tratar de recuperar las opciones al ascenso directo, que se ha puesto más de lo más difícil de la temporada cuando el final del calendario ya empieza a vislumbrarse. Ahora el Pucela tiene una oportunidad única para levantarse con dos partidos seguidos en casa, y la primera de ellas, una final, tendrá lugar este sábado ante el Mirandés.
Compañero de horas bajas
Hete aquí que la ocasión es todavía mejor de lo que parece, porque el club burgalés tampoco vive su mejor momento de la temporada. Los de Carlos Terrazas, un entrenador buen conocedor del fútbol humilde de España, acumulan tres jornadas consecutivas sin puntuar de tres, desde que se impusieron a la Ponferradina por 2-1, y por si fuera poco desde entonces tampoco han conseguido ver puerta.
Eso sí, a diez jornadas del final de la temporada, muy mal tendrían que dársele las cosas al Mirandés para no terminar de conseguir su objetivo marcado a principio de año, que no es otro que la salvación. Los rojinegros, pese a esta última mala racha, descansan en la decimocuarta casilla de la clasificación, en tierra de nadie a ocho puntos tanto del play off como del descenso.
Por eso es tan importante este partido. El hecho de puntuar podría marcar la diferencia entre un final de competición sin agobios o con ellos en la recta final, por lo que un hipotético empate en Zorrilla no sería mal resultado. Y es que la salvación supondría que el club burgalés viviría su cuarta temporada en Segunda División.
Sí, lejos quedan aquellos tiempos del ascenso, hace ya varios años, con el equipo en semifinales de Copa del Rey, pero desde entonces el club presidido por Alfredo de Miguel ha conseguido mantenerse en Segunda División, no sin ciertos agobios el año pasado, y esta debe ser la temporada de la consolidación.
Urko Vera, salvador

Pero para poder confirmar la buena añada después de una más que decente primera vuelta que ha dado un colchón suficiente para vivir sin nervios este mal momento, hay que terminar de la mejor manera posible. Dos últimos empates a cero, primero en casa del Albacete y la semana pasada en Anduva contra el Sabadell, con una derrota por 0-1 en la visita del Girona por medio, no son argumentos muy fiables. Lo dicho, ni un solo gol en los tres últimos encuentros.
De ahí precisamente que los de Terrazas sean ni más ni menos que el equipo menos goleador de toda Segunda División. Apenas veintiocho goles en treinta y dos jornadas le convierten en el peor atacante de la categoría con menos de una diana por encuentro, que queda claro que al menos ha sabido rentabilizar bien.
Pero hay más, porque el gol tiene nombre propio en Anduva, que no es otro que el de Urko Vera. El delantero, que por fin ha terminado de explotar a sus veintisiete años, se ha convertido en la referencia absoluta del equipo. Catorce de los nombrados veintiocho goles le contemplan y dejan muy a las claras la llamada ‘Urkodependencia’. De conseguir los de Rubi atar en corto al atacante vasco, la mitad del trabajo estará hecho.
Curiosidad del rival de esta jornada: El Jabato es la mascota del Mirandés, una réplica de este simpático animal que viene a simbolizar la lucha, la garra y el coraje que se supone echan los jugadores del conjunto burgalés en cada partido, además de tratarse de una especie autóctona de la zona de Miranda.
