Análisis del próximo rival del Real Valladolid

Ya no vale pensar en el entrenador, no al menos hasta el final de otros noventa minutos. Ya no hay Garitano, pero poco importa quién sea el que se siente en el banquillo. Solo importa volver a ganar. Noventa minutos pueden ser muy largos en Zorrilla, pero la cuestión es que otro tropiezo más, toda vez que el Real Valladolid ya está en descenso, podría resultar aún más fatal para la clasificación.
El reloj de arena hace ya un par de jornadas que acabó su tiempo. El crédito parecía desgastado, pero habrá un todo o nada. Enfrente espera un Mirandés peleón, que quiere pescar en aguas revueltas, en un partido en el que el derbi casi ha quedado disimulado por las necesidades blanquivioletas. Perder, o siquiera empatar, no es una opción.
Contrincante medio
¿Y quién es al que debe ganar sí o sí el Pucela? Pues un rival que, poco a poco, consigue asentarse en la Segunda División. Parecía ayer cuando el Mirandés conseguía plantarse en semifinales de Copa del Rey hace ya cuatro temporadas, justo el mismo año del ascenso a la categoría de plata desde Segunda B. Desde entonces el club burgalés no ha hecho más que crecer y crecer, una tendencia que quiere confirmar en esta edición.
La cosa, por ahora, bien hay que decir que marcha más o menos parecida a las tres anteriores temporadas que los rojillos llevan en Segunda. Los de Carlos Terrazas, quien ya ha conseguido hacerse un nombre con letras doradas en la historia del Mirandés, ocupan después de nueve jornadas el décimo puesto de la clasificación, trece puntos mediante.
Tres victorias, cuatro empates y dos derrotas contemplan al equipo, que si bien por ahora se mantiene en la zona templada de la tabla, espera a poder aspirar a cotas más altas a lo largo del año. Nunca se sabe, el play off –ahora mismo a un solo punto- no está tan lejos y soñar es gratis, como aquel año mágico de la despedida a Segunda B.
Así las cosas, parece estar todo claro hasta ahora; la marcha no es mala, pero podría ser mejor. Todo pasa por terminar de hacer sangre en Zorrilla hasta poder escapar con los tres puntos. No sería la primera vez que los de Terrazas lo harían esta temporada, y es que en sus cuatro desplazamientos han conseguido dos victorias –en casa del Elche un 1-4 y del Alavés un 2-3- que, unidos a dos derrotas dejan unos números aceptables como foráneo.
Cabe en este caso preguntarse a qué juega el equipo, y la respuesta se encuentra por supuesto en el entrenador. Bien es conocida la pasión de Carlos Terrazas por mantener las líneas juntas, la presión de todo el equipo, la eficacia en ataque y el uso habitual de jugadas de estrategia, con el que por el momento han conseguido convertirse en el tercer equipo más goleador de la categoría gracias a trece goles en nueve jornadas.
Plantilla renovada

Puede que Terrazas siga en el banquillo y se haya convertido también en el director deportivo, pero la plantilla sí ha variado desde la temporada pasada. La marcha de Urko Vera o Pedro Martín ha hecho perder mucho potencial al equipo –veintiséis goles en Liga les contemplan-, algo que todavía no ha terminado de cubrir Lago Júnior, llamado a ser una de las referencias ofensivas.
Pero al menos el equipo puede presumir de estar bien unido, de manera que el juego es eficaz y contundente cuando la ocasión lo requiere. Eso sí, otros fichajes como el de Ion Vélez, Abdón Prats o Néstor Salinas aún tienen mucho que demostrar, aunque competición queda por delante.
De esta manera el choque de este domingo se espera de poder a poder en Zorrilla, con un Valladolid que tendrá la mirada de toda su afición como una presión añadida contra un Mirandés que no descarta darse una alegría inesperada. O quizá no tanto. Y es que este equipo cada vez va forjándose un nombre más potente en la categoría de plata.
Curiosidad del rival de esta jornada: Una lástima la última temporada del Mirandés, en la que podía haberse firmado una gesta única si no fuera porque las circunstancias no se dieron al final de Liga. Pese a las cuatro últimas victorias consecutivas para cerrar el campeonato, no valió para conseguir más que el octavo puesto, tan solo dos puntos del sexto puesto. Al menos ya se trata del mejor año en la historia del Mirandés.
