Análisis del próximo rival del Real Valladolid
Ya es oficial. Tras la victoria ante el Albacete, se puede decir que el Real Valladolid terminará la temporada en tierra de nadie, sin destino fijo, salvo milagro tanto en el sentido positivo como en el negativo. La cuestión es que todavía quedan cuatro jornadas que se harán largas, muy largas, ante la falta de ningún tipo de aliciente que no sea el tratar de ilusionar a una afición que lo lógico es que esté de capa caída hasta el próximo verano, cuando de verdad pueda reflotarse la esperanza.
Pero hasta entonces, toca cumplir con cuatro trámites. El primero de ellos, este sábado ante un Tenerife que no encuentra en una situación muy diferente respecto a la del Pucela, con la diferencia de que los isleños no contaban con tanta obligación de buscar el ascenso. Por ello, el choque en el Heliodoro se plantea más bien soso, descafeinado, por mucho que le pese a la grada.
En tierra de nadie
No hay más que mirar a la clasificación para ver que realmente el partido tendrá más bien poco que ofrecer. El Pucela, a nueve puntos del play off y a otros nueve del descenso. El Tenerife, a siete de la liguilla y a once del infierno. Conclusión; con doce en juego, no esperan demasiados vaivenes en esta recta final para ninguno de los dos, o eso parece indicar el calendario.
Y es que los chicos de Martí, quien sustituyó a Raúl Agné tras un comienzo dubitativo, se han mantenido más o menos constantes durante toda la temporada. Después de salir de los puestos de descenso en la jornada 13, siempre en medio de la tabla sin demasiadas aspiraciones ni hacia arriba ni hacia abajo. Vamos, un campeonato tranquilo tanto en el buen como en el mal sentido. Hubo quien pensaba que había madera de play off, había quien pensaba que no.
La cuestión es que tras el despido de Agné, Martí se encargó de agarrar el timón de un equipo que parecía embarcarse en aguas revueltas por las dudas, hasta que consiguió estabilizarlo. Pese a ser la primera experiencia del mítico jugador del Mallorca como entrenador profesional, ha sabido mantener el rumbo de una manera más que correcta y el vestuario parece haber respondido de manera más o menos correspondida.
Eso sí, esto ha supuesto que la temporada que encara su recta final ha tenido de todo, para lo divertido y para lo no tan divertido. El Tenerife, sin ir más lejos, lleva cuatro jornadas sin ganar que le han apeado definitivamente de la lucha por los puestos de honor (un 1-0 en casa del Mallorca y un 1-1 en la visita del Elche en las dos últimas jornadas), pero bien ha habido partidos de tensión y emoción hasta el último minuto. ¿Lo malo? Que no han sido demasiados.
Local flojo
Precisamente uno de los grandes contratiempos a los que se ha tenido que enfrentar el Tenerife esta temporada ha sido a sus dificultades a ejercer como equipo local. No, no es que los isleños hayan firmado una mala temporada en este sentido, pero es evidente que treinta puntos en diecinueve encuentros como local son insuficientes para aspirar a cotas más altas.
La afición nunca ha conseguido creerse que el objetivo real pudiera ser el ascenso siendo esta la tercera temporada en Segunda División, y por tanto el vestuario tampoco.
Y no sería por algún que otro nombre de relumbrón. Nano y Antony Lozano, con la juventud por bandera, han conseguido convertirse en la revelación del año con doce y ocho goles respectivamente, una cifra nada desdeñable.
Y hablando de goles, ¿qué tal anda en este apartado el Tenerife? Pues casi de la manera más neutra posible. Cuarenta dianas a favor y cuarenta en contra en 38 jornadas sitúan a los blanquiazules en un terreno demasiado liso para lo que desearía el espectador.
Así las cosas, solo queda sentarse y esperar. Esperar que Tenerife y Real Valladolid decidan ponerse las pilas y, por lo menos, tratar de brindar un espectáculo más o menos entretenido a sus aficionados, después de 38 jornadas en las que, las cosas como son, ambos han dejado bastante que desear.
Curiosidad del rival de esta jornada: Alguno no se habrá dado cuenta, pero en el escudo del Tenerife luce bien clara una cruz en referencia a la isla del equipo. Por cierto que también se pueden vislumbrar el Teide, un dragón, los signos marineros y la Cruz de San Andrés, todos ellos símbolos de la tradición o cultura isleña.