Análisis del próximo rival del Real Valladolid.

Dicen las lenguas entendidas que en esta vida es importante saber priorizar las cosas. El Valladolid, por primera vez en descenso esta temporada, tendrá que aprender a convivir con semejante losa de las mazmorras de la clasificación dos semanas tras caer estrepitosamente en el Bernabéu, teniendo que pegar antes un trago a la Copa.
Un campeonato que para algunos es una oportunidad para soñar, para otros no se trata de algo más que un incordio por la permanencia. Unos terceros, en un término más intermedio, prefieren verlo como la ocasión de ver a los menos habituales sobre el terreno de juego. Obviamente, será Juan Ignacio Martínez el que decida como agarra la Copa, pero de lo que no hay duda es que más vale que el equipo lo haga dando una buena imagen.
Un Rayo valiente
Una curiosa manera de afrontar el partido frente al Rayo, venido a menos de la anterior temporada a la presente, es con el objetivo de la venganza. Y es que el conjunto vallecano es el que ha conseguido escapar de la quema en detrimento del Pucela, después de arrancar un agónico empate ante el Betis en el último segundo que ha acabado con la destitución de Pepe Mel. Obvia decir que las urgencias empiezan a apremiar conforme avanza la campaña, y los verdiblancos son un ejemplo de ello.
Pero volviendo al Rayo, se trata de una sombra de la seguridad y buen juego que aportaba hace tan solo siete u ocho meses. Coqueteando con los puestos rojos, supera por poco al Pucela con trece puntos en quince partidos. Nada menos que seis menos de los que llevaban el año pasado, dos victorias menos.
¿Cuál es la diferencia? Para empezar, y probablemente sea la más visible, la defensa. Si a cualquier aficionado al fútbol se le pregunta en estos instantes por una referencia del Rayo, lo más probable es que lo defina como ‘el equipo de las palizas’. Con la zaga adelantada que propone en muchas ocasiones Jémez y con un estilo que permite jugar y abrir huecos al rival, los franjirrojos han recibido un 5-0 del Atlético, otro del Málaga, un 0-4 del Barcelona, un 4-1 del Sevilla, 1-4 del Espanyol… Y un 0-3 del Pucela, claro.
Los madrileños son la escuadra más batida de toda la categoría con treintaiséis goles encajados en quince jornadas, una media de 2’4. No hace falta decir que se trata del equipo, una herejía para cualquier defensor del fútbol con un marcador con pocos tantos.
En todo caso no podrán dormirse los blanquivioletas, ya que este Rayito se muestra en muchas ocasiones más serio y ordenado como visitante que como local. De hecho, de los trece puntos que acumula en su casillero más de la mitad, siete, los ha sacado lejos de su estadio. Además, las dos veces que ha puntuado con victoria como foráneo ha sido precisamente ante dos rivales directos por el descenso como son el Almería (0-1) y el Celta (1-3).
Sin referencia en punta
Como es lógico en un equipo que lucha por escapar de las largas garras de Segunda, un carro de goles en contra no supone que estos se compensen con un buen ataque. El Rayo sale exactamente a un gol a favor por jornada, quince, con Jonathan Viera y un viejo conocido de la afición pucelana como es Alberto Bueno como máximos goleadores con cuatro dianas cada uno.
Así las cosas, no es de extrañar que los vallecanos ronden la zona baja, pero lo cierto es que se trata de un equipo que ofrece muchas alternativas en cuanto a juego se refiere.
Jémez suele ser partícipe de la posesión de balón, dejando espacio al contraataque aprovechando los espacios rivales. El problema, que ha sucedido varias ocasiones esta temporada, aparece cuando es el rival el que aprovecha esos espacios.
¿Otro de los puntos débiles del Rayo? Baste decir que los jugadores del Pucela, sean los habituales titulares o los suplentes, deben buscar el juego por alto a balón parado, método por el que los vallecanos están encajando una sangría de goles.
Curiosidad del rival de esta jornada: Real Valladolid y Rayo se han cruzado cuatro veces en su historia en el torneo del KO, con claro color blanquivioleta. En tres ocasiones pasaron los pucelanos y solo una los madrileños.
