Análisis del próximo rival del Real Valladolid

A olvidar el tropiezo del Tartiere. El Real Valladolid tiene un objetivo muy claro, bien marcado, entre ceja y ceja. Este sábado debe darse un nuevo resurgir del Pucela, obligado a ganar para no desengancharse de la zona noble de la tabla. Y es que es ahora o nunca. La derrota en Oviedo es dolorosa, pero no insalvable si se salva la papeleta ante el próximo rival.
Eso sí, el que estará enfrente no lo pondrá fácil. Todo un Rayo Vallecano dispuesto a dar guerra y a llevarse los tres puntos de Zorrilla. Bien es cierto que los de Rubén Baraja, un viejo conocido en estos lares, no llegan en su mejor momento de forma, pero a fin de cuentas se trata de un histórico y un conjunto que no hace tanto tiempo militaba en la máxima categoría, pequeños detalles a tener en cuenta.
.
En horas bajas
La realidad es que si uno se fija en la clasificación, sorprende ver al equipo madrileño donde se encuentra, precisamente por dónde estaba hace no demasiadas temporadas. Los franjirrojos descansan en la decimoséptima casilla de la tabla merced de veinticinco puntos, a tan solo dos del temido descenso a Segunda B que marca el UCAM Murcia. Como para no echarse a temblar.
Pero ya se sabe que el animal herido a veces es el más peligroso. El Rayo acumula nada más y nada menos que seis jornadas sin conocer la victoria, un bagaje demasiado pesado para una afición que suspira recordando la última ocasión en la que se sumaron tres puntos de golpe. Corría todavía 2016, concretamente el 4 de diciembre, cuando los madrileños conseguían doblegar en Vallecas al vecino Alcorcón por 2-0.
Sí, mucho tiempo. Y es que se supone que el este Rayo estaba planteado para cotas más altas al comenzar la temporada, toda vez que el año pasado se consumó el descenso a Segunda División. Lo curioso es que de aquel equipo se han mantenido muchos jugadores de la plantilla que, curiosamente, tampoco parecen estar dando la talla en la categoría de plata. La situación económica ya era delicada de por sí, a la que ahora parece estarse uniendo la deportiva. Por ahora la gente prefiere evitar pensar en la palabra “descenso” en Vallecas.
Sobre el césped lo que se puede ver jornada tras jornada es un equipo plano, raso, previsible, que tan solo ha conseguido una victoria -la antes mencionada- en los nueve enfrentamientos que lleva El Pipo Baraja en el banquillo. Sí, porque Sandoval fue fusilado a comienzos de noviembre vista que la marcha no era la deseada. Así las cosas, los veintidós partidos del Rayo se dividen en seis victorias, siete empates y nueve derrotas, con tres empates en las tres últimas semanas.
.
Nombres y más nombres

Efectivamente, se hace más llamativo ver al equipo del barrio obrero en la situación en la que está repasando el vestuario hombre por hombre. Y muchos con reciente pasado blanquivioleta. Ebert, Javi Guerra, Manucho, Mojica… Futbolistas por los que suspirarían muchos de Primera pero que se encuentran en el pozo de Segunda a la espera de remontar la situación. Los dos primeros, por cierto, pichichis en Liga con cuatro dianas cada.
Y no son los únicos, claro. Raúl Baena, Roberto Trashorras, Antonio Amaya, Zé Castro… Más y más nombres que parecen impropios de estar intentando evitar la caída al infierno de la categoría de bronce. Es lo que tiene una situación institucional convulsa, que a veces también sale afectado el apartado deportivo, si bien entre la afición ya se habla de un estado más que mejorable del aspecto físico de la plantilla.
Lo único que es irrefutable, más allá de conjeturas sobre los jugadores, son unos números que no dejan en muy buen lugar a los vallecanos. Veintitrés goles a favor por veinticinco en contra en estas veintidós jornadas, con un balance que cae por su propio peso a la hora de coger el autobús para jugar fuera de casa. Una victoria, dos empates y siete derrotas, cosechadas con seis goles a favor y quince en contra.
.
Curiosidad del rival de esta jornada: El Rayo Vallecano tiene mucha historia detrás de sus 88 años de existencia. Por ejemplo, se trata del primer equipo que, desde el 12 de enero de 1994, tuvo a la primera mujer encargada de dirigir como presidenta a un equipo de fútbol español. Esto fue después de que José María Ruiz-Mateos, que compró el club en 1991, delegara en su esposa María Teresa Rivero.
