Análisis del próximo rival del Real Valladolid

De un coloso de la Liga, a otro que vive una agria temporada. Así, casi sin apenas descanso, le toca al Real Valladolid visitar este domingo al Betis con la intención de seguir prolongando lo que parece una buena racha de resultados tras la victoria ante el Espanyol y el tan increíble como revitalizante empate contra el Madrid.
Pero no es momento de darse palmaditas en la espalda. El paso difícil, arrancar de nuevo el coche para esta recta final de temporada, está hecho, pero no es suficiente con salir del descenso. Quedan dos jornadas en la que hasta seis equipos están implicados en el ‘tontos el penúltimo y el antepenúltimo’… y en la que el Pucela tiene que visitar al desahuciado último.
De mal en peor
Se hace difícil describir la temporada de este Real Betis sin usar los calificativos insuficiente, deprimido, incapaz, inválido… o cualquier otro sinónimo semejante. La campaña de los verdiblancos es y ha sido un auténtico despropósito, papel decente en la Europa League aparte, donde encima tuvieron que soportar el terrible castigo de caer en octavos de final en penaltis ante el eterno rival, el Sevilla.
La cuestión es que los andaluces ya han dado con sus huesos en Segunda y ahora, desde que hace dos semanas se completara la tragedia sin siquiera jugar contra la Real Sociedad, el equipo está a la espera del verano para afrontar nuevos retos. Un duro golpe para la afición verdiblanca, que ha venido viendo la catástrofe desde el principio.
Efectivamente, el Betis se instaló en el farolillo rojo nada menos que en la jornada trece cuando cayó por 1-4 en casa ante el Barcelona. Desde entonces, nada. Todo cuesta abajo. Pepe Mel diría adiós tan solo tres semanas después para la llegada de Juan Carlos Garrido, quien en su presentación ya sufrió las consecuencias de una afición enfurecida teniendo que soportar sus gritos de desaprobación mientras era presentado.
Es solo reflejo de una temporada en la que parece haberse dado más importancia a lo institucional que a lo deportivo, y a consecuencia de lo primero ha caído lo segundo. Pero el esperpento solo había hecho que empezar. Después de cinco jornadas –el infumable 0-0 de Zorrilla incluido- y ninguna victoria, Garrido también abandonaba el barco. Jorge Guillén, incapaz de hacer frente a la situación desde la presidencia, hacía lo propio y Manuel Domínguez tomaba el timón. Todo esto, mientras el equipo seguía en plena crisis de resultados, juego y apoyos.
Números nefastos

Como se puede intuir del colista, no son las cifras del Betis las mejores para salvarse, precisamente. Con solo 22 puntos en 36 jornadas, logradas a raíz de cinco victorias, siete empates y veinticuatro derrotas, los béticos nunca han dado sensación de poder escapar de la zona roja. Y es curioso, porque no será por nombres con los que cuenta en su plantilla y que para sí querrían otros equipos de Primera.
Rubén Castro, Jorge Molina y el llegado en el mercado invernal por el ‘módico’ precio de un millón de euros entre sueldo y operación, Leo Baptistão, son los más sonados, pero no son los únicos. Cédric, Nosa, Salva Sevilla, el viejo conocido pucelano Jordi Figueras o la promesa de diecinueve años Álvaro Vadillo demuestran que los jugadores no han sabido sacar –o no les han sabido sacar- su verdadero potencial.
Las buenas noticias llegan con las estadísticas de los andaluces en casa. Casi todo el que pasa por el Benito Villamarín saca tajada. De hecho, solo cuatro de dieciocho han salido derrotados, mientras que tres se fueron con un punto y hasta once con los tres.
Curiosidad del rival de esta jornada: Leo Baptistão puede batir un curioso récord en apenas un par de semanas, cuando acabe la Liga. Comenzada la temporada en el Atlético de Madrid, y sabiendo que el Betis será colista sí o sí, podría convertirse en el primer jugador de la historia en España que juegue en el mismo año en el campeón de la competición y en el colista.
