Análisis del próximo rival del Real Valladolid
Y una vez roto el hielo, a seguir picando como si no hubiera mañana. El Real Valladolid se ve obligado a, después de regresar a una alentadora rutina de victorias, encadenar dos de estas para seguir tranquilizando al personal. Todo sea por aprovechar la ocasión de dos encuentros consecutivos en Zorrilla.
La oportunidad, desde luego, la pintan calva. Una vez se puede respirar con un poco más de espacio en la clasificación tras el partido contra el Mirandés, que bien podía haber dado el susto a domicilio, ahora es el turno de un contrario que mirando la clasificación podría intuirse más sencillo; el Sabadell.
Cero confianzas
En todo caso, si de algo no quieren pecar los de Rubi es de confianza. No está el horno para bollos pese a los tres últimos puntos cosechados, y es que es obvio que el Pucela, si quiere volver a tener opciones, sigue sin tener margen de error. Bien hay que decir que el equipo catalán no llega en una situación mucho mejor, merced de su vigesimoprimer puesto en la clasificación, o lo que es lo mismo, penúltimo con 32 puntos, solo dos por encima de un Barcelona B colista.
Y no será porque los de Juan Carlos Mandiá, todo un flotador desde que llegó allá por el 10 de febrero hace nueve jornadas, lleguen en mala racha. Desde el desembarco del cuarto inquilino del banquillo esta temporada –Miquel Olmo, Álex García y Txus Serrano estuvieron antes–, una derrota, cinco empates y dos victorias, la última la semana pasada por 2-1 ante el Lugo. Nada mal.
Esa es precisamente la gran ambición del Sabadell para la presente añada; la salvación. El club presidido por el japonés Keisuke Sakamoto afronta su cuarta temporada consecutiva en la categoría de plata con el objetivo de prolongar la estancia el mayor tiempo posible, algo que se veía imposible hasta hace pocas semanas. La llegada de Mandiá ha supuesto un soplo de aire fresco para una afición que ya se veía en el pozo de Segunda B.
Y no ha sido fácil levantarse, claro. El conjunto catalán mantuvo este verano el bloque con la intención de no sufrir después de un meritorio décimo puesto en la pasada temporada, pero está claro que no cambiar lo que funciona no siempre es la mejor opción. Desde el primer momento los arlequinados se hundieron en la tabla, y al menos ahora, tras una buena racha, se vislumbra una salvación que marca Osasuna a tan solo un punto. Cualquier botín sería bueno en Zorrilla.
El peor foráneo

Pero puestos a mirar estadísticas, la cosa no pinta tan sencilla. Al contrario. Los números indican que el Sabadell es ni más ni menos que el peor visitante de los veintidós equipos de Segunda División, con solo ocho puntos en dieciséis partidos. Ocho goles a favor y veinticinco en contra solo confirman la pésima imagen de un conjunto que de media fabrica tan solo una diana cada dos partidos, lo cual hace increíble que los de Mandía hayan conseguido al menos un triunfo como visitante. Una carta de presentación muy pobre.
Y claro, los datos goleadores de este Sabadell, con veintinueve en total, solo son rotos por un claro pichichi y gran esperanza del equipo catalán. Un viejo sabueso de la Segunda como es Collantes, ex de Cartagena, Granada y Rayo en la categoría de plata, suma nada menos que ocho celebraciones en su haber. Más les vale a los de Rubi atarle en corto si no quieren llevarse una sorpresa.
Quien sí falla, por cierto, es otro viejo conocido como Raúl Tamudo. El capitán tuvo un comienzo espectacular con la arlequinada que le llevó a marcar cuatro tantos en las primeras jornadas, pero pronto se desinfló. En todo caso, bien está avisado; los de Rubi no pueden ni deben fiarse de este Sabadell.
Curiosidad del rival de esta jornada: Lo japonés es exótico en España. La llegada de Keisuke Sakamoto al sillón presidencial en verano de 2013 fue todo un revuelo en la ciudad catalana. En su primera comparecencia, se fijó como objetivo el ascenso a Primera División “en dos o tres años”, algo que parece difícil de cumplirse. Por no hablar de sus pretensiones de “convertir al Sabadell en un Madrid o Barcelona”, aunque esto último a largo plazo.
