Análisis del próximo rival del Real Valladolid

¿Qué aliciente tiene un partido cuando hay lo mismo en juego que en un amistoso? Pocos, muy pocos. Casi como el interés que generó en su día el último choque de competición regular del Real Valladolid ante el Guadalajara hace tres años, descartado el ascenso directo. Y es que en las mismas que se vio Djukic por entonces, está ahora Rubi.
Ni siquiera la oportunidad de pelear por quedar más arriba, toda vez que los blanquivioletas acabarán quintos y tocará verse las caras con Las Palmas. Pero el partido hay que jugarlo, qué duda cabe, y enfrente estará un Llagostera que quiere cerrar la temporada dando una última alegría a su afición, por complicada que parezca.
Salvación histórica
Y es que el Llagostera ha sido un equipo de esos que se pueden tildar como de montaña rusa en su primera temporada en Segunda División. Tras un meteórico ascenso el verano pasado, el club catalán partía con la premisa de establecerse en la categoría de plata fuera al precio que fuera, aunque no ha sido fácil llegar a la jornada 41 en el décimo puesto de la clasificación, 54 puntos mediante, a trece del descenso y a seis del play-off.
Pese a la cómoda situación que ocupan ahora los entrenados por el curioso tándem de Oriol Alsina y Lluís Carrillo, con el segundo como cabeza más visible, el curso no ha sido un camino de rosas. Precisamente la pareja se hizo con el control del equipo tras un inicio fatal que llevó al Llagostera a los puestos de descenso con solo ocho puntos en las primeras nueve jornadas.
A partir de ahí, cambio radical. Si bien es cierto que a la extraña pareja les costó arrancar tras hacerse con el mando del equipo –no se consiguió puntuar de tres hasta la jornada diecisiete–, desde ese momento el club catalán se convirtió en uno de los gallitos de la categoría. Y si no se lo creen, que se lo pregunten al propio Pucela, que lo sufrió en sus propias carnes con un 2-0 en Palamós. La magia comenzó en la segunda vuelta.
De hecho, hasta llegó a oler a play-off por tierras catalanas. Tan solo las tres últimas derrotas en las dos últimas semanas, 0-1 en la visita del Mirandés la jornada pasada, 1-0 en casa del Girona y un 2-3 frente al Albacete, han impedido a este pequeño club modesto meterse en la pelea final por entrar en la liguilla de ascenso. Quién lo hubiera dicho hace seis meses para esta pequeña localidad de poco más de 8.000 habitantes.
Ahí está la clave de un equipo que a base de humildad, trabajo y buen hacer ha conseguido llegar primero a la categoría de plata para después conseguir el hito de mantenerse. Un juego poco vistoso pero efectivo ha sido más que suficiente para ello, sabiendo sacar el jugo a una de las defensas más férreas de la Liga.
Un muro atrás

Y es que se da la situación de que los catalanes tienen una estadística que sin duda explica su posición en la tabla. Con apenas 37 goles en 41 jornadas, han conseguido escalar hasta el nombrado décimo puesto. ¿Cómo es posible? Ya se dice que no hay mejor ataque que una buena defensa, y el Llagostera es la quinta menos goleada de la categoría con tan solo 39 goles encajados.
A partir de ahí, todo ha sido cuestión de saber rentabilizar los pocos marcados. Hasta en siete triunfos de los catorce que ha conseguido el Llagostera esta temporada han sido por el corto resultado de 1-0 o 0-1. A veces es fútbol es sencillo, o tan infalible como las matemáticas.
En cuanto Sergio León –pichichi del equipo con ocho dianas–, Jesús Imaz, Juanjo Expósito –cinco cada uno- o David Querol –cuatro– perforaban la red rival, tocaba sudar tinta para intentar remontar la contienda. Y en esas se va a encontrar el Valladolid. Con la necesidad de dar cierto espectáculo ante un público receloso en Zorrilla, sabiendo que el partido no sirve de nada y que hay que llegar con buen sabor de boca al play off. Casi nada.
Curiosidad del rival de esta jornada: Santiago Castillejo, entrenador con el que el Llagostera comenzó la temporada, tiene un curioso y a la vez poco reconocido récord en su haber. Como jugador mítico de Segunda B llegó a marcar hasta 184 dianas con diferentes equipos, de manera que el navarro es a día de hoy el mayor goleador histórico registrado de la categoría.
