A pesar de haber desaparecido del once en varios encuentros, la de Zakarya Bergdich es la irrupción más rutilante en el Real Valladolid en este primer tercio de curso.
Su nombre sonaba a checo y a raqueta. Nadie lo conocía –bueno, nadie no, se supone que la dirección deportiva sí- cuando firmó; ni siquiera los parabólicos de turno consultados por este portal. Alguno, decía, le había visto un puñado de minutos con Marruecos, su selección, pero sin continuidad, ya que nunca la había tenido en la élite. Y, volviendo a su nombre –o, mejor dicho, a su apellido–, no fueron pocas las mofas que brotaron de su fichaje.
Se da la curiosa circunstancia, hasta la fecha desapercibida, de que Zakarya Bergdich se parece a Buba, el amigo a por el que Forrest Gump volvió allí donde las bombas arreciaban y en honor a quien el entrañable personaje montó junto al teniente Dan el negocio con el que soñaba su malogrado compañero. Y, puestos a seguir resaltando curiosidades varias, casi cómicas, se podría decir que el bueno de Zak, con el balón en los pies, corre con estos pegados cuan muñeca de Famosa dirigiéndose al belén.
Posee una buena visión de juego, o al menos pareció en Villarreal, con el brillante pase de mediapunta que filtró para que Javi Guerra volviese a romper corazones. Técnica, la justa. O, por restar connotación negativa, no demasiada. Y sin embargo, en lo que va de temporada, es la más rutilante irrupción en el Real Valladolid si tenemos en cuenta expectativas creadas y rendimiento ofrecido.
Como si fuera un speaker que juega a ser Andrés Montes –que en gloria esté-, el equipo de redacción de Blanquivioletas es muy dado a rebautizar a los protagonistas de sus informaciones. Así, Djukic fue un almirante en tierra, Álvaro Rubio es ‘Míster Silencio’, Patrick Ebert el dios de la tormenta y Javi Guerra ‘Heartbreak Nine’.
Entre los recién llegados, Heinz es el solomillo por obra y gracia de JIM, ‘Alcatraz’ es un pseudónimo en sí mismo y ‘El Zorrito’ ya era Osorio. Pero hay dos nombres propios, puestos justamente a los fichajes que más han destacado hasta la fecha: Fausto Rossi es ‘Il Imperatore’ y Bergdich ‘Caballo Loco’.
¿Por qué? Pues porque parece un indio revoltoso, claro. Y si no, quítenle al franco-marroquí el balón pero imagínenselo en carrera, rompiendo las líneas del rival, con ese gesto tan característico en la boca. ¿Ven? Solo le falta un grito de guerra, con tambores de fondo, y una corona de plumas alrededor de la cabeza, en plan Village People (aunque más fiero, lógicamente; el YMCA no atemoriza ni a una defensa de benjamines).
De no ser porque cuando Jack Sparrow empezó a correr ‘así’ Bergdich ya sabía, podría decirse también que aprendió de él. Es más, a sus carreras le pegaría la música de Benny Hill de fondo si no fuera porque es realmente un tipo peligroso, que daña a la zaga rival, bien gracias a su velocidad o a que, bromas aparte, su manera de conducir el balón hace que, a menos que cometa un error en el regate, sea muy difícil arrebatárselo, ya que lo lleva cosido a la bota.
En defensa no ha tenido demasiadas oportunidades para mostrarse. Esto es, lejos de ser el carrilero largo que se esperaba o el lateral contundente y con capacidad de ser central en caso de necesidad al que algunos apelaban, es frecuente verlo ocupar una posición más adelantada en en flanco más irregular del ataque, donde Valdet Rama es efervescencia y Omar la discontinuidad.
Aun así, se le ha podido ver como un zaguero pegajoso en la marca, de los que trancan abajo para robar y no dejan respirar al atacante. Y, en posiciones ofensivas, se ha destapado como un valiosísimo recurso debido a su peculiar pero efectivo hacer. Por su velocidad, en largo o al contragolpe es un puñal. Es dinámico y, aunque duerme acostado en la cal, puede asociarse por dentro para desconcierto de la defensa rival, que siembra también en estático, en corto, con su particular ‘danza de la lluvia’.
Ha jugado seiscientos minutos, repartidos en nueve partidos, y su exceso de ímpetu le valió una expulsión ante el Levante, rigurosa, pero de cuya sanción fue eximido por el Comité. Tras encadenar seis jornadas consecutivas saliendo al verde, después de su encontronazo con Xumetra, sus apariciones han sido menos regulares, pues no jugó en la octava fecha y entre la décima y duodécima.
No obstante, puede ser considerado como uno de los principales activos de la ‘segunda unidad’, si tenemos en cuenta que es un recambio de garantías para Carlos Peña en el lateral izquierdo y que, aunque de un modo muy particular, ha demostrado en ataque que ante la falta de un extremo que actúe por ese flanco con consistencia y jerarquía, él puede ser la revolución.
No es tenista ni checo. Tampoco Jack Sparrow, Buba o un actor de Benny Hill. Zakarya Berdich es Caballo Loco, un jugador irreverente, llamativo a los ojos del espectador y de su entrenador, Juan Ignacio Martínez, que con los minutos que le ha otorgado hasta la fecha ha demostrado tenerle en alta estima.
