Hay poco premio para un delantero cuando la cuenta individual de goles va bien pero el equipo no avanza ni se beneficia de ello. “Sí, estoy metiendo goles y me encuentro mejor […], pero si no sirve para ayudar al equipo a ganar, no sirve de nada”, afirmó Juanmi Latasa, delantero del Real Valladolid, en los micrófonos de DAZN tras el partido en Anoeta.
Una dura realidad que no debería ocultar la mejora individual que ha mostrado el atacante del Valladolid en las últimas semanas y que refleja, a la vez, algunos problemas colectivos. Son tres goles ya los marcados por Latasa con la camiseta del Pucela en LaLiga, que hacen los cinco en total que suma en su casillero añadiendo los dos tantos que logró en la Copa del Rey. Futbolísticamente, un delantero centro con estas prestaciones debería ver el fútbol de cara en el área y de espaldas en el resto del campo. Algo que ya va dando pistas del porqué de su bajo rendimiento.
Tener en cuenta que Latasa, hasta ahora, ha conseguido un xG de 2.79, algo muy cercano a lo que es su número de goles. En partidos como el del Valencia, sin ir más lejos, mejoró claramente también su puntería, con tres disparos certeros a portería de cuatro efectuados durante el encuentro. Una tasa de acierto muy superior a lo que venía siendo y que señala la mejora evidente del delantero en el área, algo que desde el inicio de su etapa en Valladolid se le había cuestionado con bastante lógica por su falta de acierto de cara a portería en ocasiones claras que podrían haber mejorado el rendimiento general del Pucela.
Algo que no acaba de mejorar el juego ni los resultados por la falta de perfiles centradores. Y sí, el equipo centra mucho, pero sin precisión ni capacidad para ser diferenciales. Esa limitación ya a nivel individual condiciona también colectivamente poder sacar rendimiento a uno de los matices ofensivos de Latasa y que quedó bien demostrado en el gol ante la Real Sociedad. Razones de sobra para entender que se quiera aprovechar su perfil y que, de momento, sigue siendo una realidad a la que agarrarse para mejorar a nivel de ataque.
Más allá de los goles, su mejora también va en cuanto a su voluntad de trabajo y contribución para bajar balones y dar continuidad a la jugada. Para su rol como delantero centro y por su altura y fuerza, mejorar en esa lucha y capacidad para defender la recepción de balones largos hacia campo rival, facilitaría un recurso interesante para un Valladolid con pocas opciones para sacar el balón de zona de peligro e incluso tratar de potenciar una segunda jugada. De unas cifras realmente bajas a la hora de ganar duelos, números como los logradas ante la Real Sociedad son muy valorables, con 16 duelos ganados de 17 posibles.
Donde falla la dinámica es en la falta de capacidad del resto del equipo para darle soluciones colectivas a esa mejoría. Una realidad compleja, por necesitar ciertos automatismos que el Valladolid no ha logrado incorporar desde comienzos de temporada. Latasa gana el duelo, controla, busca y no encuentra aliados, lo que le hace perder el balón casi en el mismo momento en el que el duelo es ganado. Con respecto a la capacidad para recibir de espaldas a portería y dar continuidad a la jugada, la lejanía de los perfiles que pueden darle opciones a Latasa, se hace difícil que el ariete pueda conectar con sencillez con ellos exigiéndole un nivel de compromiso asociativo que, desde luego, Latasa no parece tener ni se le puede pedir.
Una realidad limita mucho la influencia de un rol como el suyo, amén de varias situaciones que también hacen daño a su importancia como ariete en el equipo y que no tienen que ver directamente con su nivel o calidad como futbolista. Esto, obviamente, debería ser una pista más que el camino a la resignación, pues buscar soluciones a esta realidad debería ser un deber de la dirección deportiva para garantizar la rentabilidad de un perfil que, claramente, es una gran apuesta en términos económicos.
 
			