Recordar a un jugador como Joseba Llorente en Valladolid previamente a un partido como el que se juega en Anoeta, desde luego que es sencillo. Nacido en Hondarribia, Guizpúzcoa, un día como hoy, en noviembre de 1979, la figura de Llorente tiene algo especial. Ha sido querido en todos los lugares por los que pasó y dos de ellos, Real Valladolid y Real Sociedad B, miden sus colores esta noche en Anoeta.
Delantero centro de buen pie y de remate con cualquier parte del cuerpo, Llorente se hizo un nombre gracias al gol, sirviéndose de un talento que lo acompañó desde el inicio hasta el final de su larga carrera. Desde sus primeros pasos en el fútbol a los últimos, Llorente vivió marcando. Y no solo eso, pues demostró con talento, profesionalidad, cercanía y humildad que lo de ser un goleador, para un tipo como él, era una pasión y una profesión.
Viaje de ida y vuelta con parada en Valladolid
Su carrera, a finales de los años noventa, comenzó en su tierra natal. Nacido en Guipúzcoa, desear jugar en la Real Sociedad casi venía por nacimiento. Lo consiguió pronto y, aunque le hizo falta probarse antes en el filial y en el Éibar, acabó teniendo sus ratitos en el primer equipo. En el verano de 2003, Llorente pegó un salto al conjunto armero para tratar de convencer y buscarse la vida, aunque fuera lejos de Anoeta.

Allí vivió dos temporadas, con incidencia, sobre todo, en la segunda, con 37 partidos como titular y 18 goles en LaLiga. Esos goles fueron la antesala, en Segunda División, de lo que iba a ser su salto más importante, a un Valladolid con ganas de volver a Primera División y que apostó por el delantero centro vasco en el verano de 2005.
Fueron tres las temporadas en las que jugó en el José Zorrilla, las dos primeras en Segunda y la última en Primera División. Entre las tres, fueron 45 goles ligueros en su cuenta particular con la camiseta blanquivioleta, 48 en todas las competiciones. Y en solo 108 partidos. Casi un gol cada dos partidos con el Pucela. De hecho, es el equipo donde el de Hondarribia más logró marcar, siendo además el equipo con más partidos en su carrera.

Tras su paso por el Pucela, dos temporadas históricas en Villarreal, donde jugó en la Champions League y donde llegó a marcar 29 tantos como futbolista groguet. Tras esa aventura, ya sí que sí, volvió a la Real Sociedad, donde apenas logró jugar, con mucha competencia y lesiones que impidieron un mejor rendimiento en casa. Cerró su carrera en Osasuna, un nuevo lugar donde querer sentirse futbolista y donde lo acogieron con cariño, en una 12/13 que supuso su adiós al fútbol, con 3 tantos en algo más de 1100 minutos como rojillo.
El recuerdo imborrable de Joseba Llorente
Jugador de los de siempre, que enamoran a la grada con su esfuerzo, habilidad y peligro. Es así como se ganó a cada una de las aficiones que pudo ir conociendo a lo largo de su carrera. Pero, además, dejó recuerdos imborrables, marcando ese gol que todos tenemos en la cabeza un día de enero de 2008, jugando con el Real Valladolid. A pase de su compañero y amigo Víctor, hicieron gol en solo siete segundos y veintidós centésimas. Un tanto contra el Espanyol que se iba a convertir, de hecho, en el más rápido de la historia de LaLiga.
Siempre se le va a recordar por ese en particular, pero lo de Llorente y el gol era una relación muy cercana. Los hizo de todos los colores y de todos los estilos. Qué rematador era Llorente. Jugador colosal por alto, muy bueno al espacio y peligrosísimo desde fuera del área. Ni era muy alto (apenas 1.84), ni muy fornido, pero ante los duelos no se hacía pequeño. Uno de esos ejemplos de delantero centro que hace más cosas sin dejar de ser temible en el área.
