Gracias a la ‘Operación Abonado’, el vacío esperado en la visita del CD Alcoyano no fue tal. La chapa y pintura pudo ocultar vergüenzas ajenas, pero no obviar a los muchos que no pudieron acudir al encuentro por culpa de los “horarios de Champions rusa” del señor Astiazarán y compañía.

Gracias a la ‘Operación Abonado’, llovió menos de lo que muchos pensaban. Probablemente ni el más optimista de los blanquivioletas esperase que 8273 aficionados acudiesen a su cita con el Real Valladolid. Fuesen más o menos fieles, sirvieron para ocultar unas vergüenzas ajenas, las de la Liga de Fútbol Profesional, que sin embargo no deberían obviar a los muchos que por culpa de “los horarios de Champions rusa” no pudieron ver la victoria de los soldados de Djukic ante el CD Alcoyano.
La mano de chapa y pintura que se dio al partido en los talleres del club hizo que el ambiente en la grada no fuese tan desalentador para el futbolista como cabía esperar. El maquillaje de las más que previsibles calvas, sin embargo, provocó que los ingresos en taquilla no pasasen de unos ochocientos míseros euros, tal y como reconocía Carlos Suárez al programa ‘Al primer toque’.
Teniendo en cuenta que los cobros por los derechos televisivos son mínimos en concepto de variables, de poco importa el share (probablemente bajo) que lograse el dichoso encuentro por ser retransmitido a una hora tan poco adecuada en un día tan poco idóneo. Fuese televisado a una hora u otra, o incluso no televisado, el Real Valladolid cobraría prácticamente lo mismo de quien ejerce de forma viciada -con o sin dolo- sus derechos de distribución en la pequeña pantalla.
Aunque suene a perogrullo, merece la pena recordar que la casi inexistencia de un plus por cuota de pantalla o retransmisión, unido a la casi obligada puesta en marcha de la ‘Operación Abonado’, por la cual cada socio tenía derecho a retirar dos invitaciones, ha supuesto unos ingresos menores que los que se habrían registrado en un horario y día más dignos para con el aficionado.
A ello habría que sumar los cinco mil euros que aproximadamente el Real Valladolid invierte en infraestructuras en cada partido que disputa en casa para obtener unos números rojos que poco ayudan a las maltrechas arcas vallisoletanas, unas arcas en las que este año se ha ingresado más dinero procedente de abonados que de derechos televisivos.
A tenor del número de invitaciones retiradas y el de aficionados que asistieron al envite ante el Alcoyano, no es descabellado pensar que en torno a la mitad de los abonados del Real Valladolid no pudieron ver in situ cómo quienes defienden sus colores lograban auparse a la segunda posición de la clasificación.
Jorge Martín Ladero, uno de ellos, tuvo que conformarse con seguir el envite por Internet , “por rojadirecta“. “Vivo y trabajo en Ciudad Real. Por ello, ni me planteé el ir”, afirma. A Rubén Martínez y David Esteban el partido les pilló más cerca, pero en horario laboral. “Dada la situación actual, es impensable pedirse una tarde libre por un partido de fútbol”, afirman uno y otro.
¿Imposible? Alberto Solís es rara avis. Él en ningún momento se planteó siquiera perderse el encuentro, por más que debiera estar trabajando a esas horas en Madrid. Otros como Rubén Rueda tuvieron que completar su jornada antes de ir al estadio. Porque, como Alberto, él también fue. Para ello, a la salida del trabajo, tuvo que coger un taxi.
“Cuando salía de trabajar se había jugado media hora de partido. Una compañera me acercó a García Morato, donde cogí un taxi que, viendo que evidentemente llegaba tarde, y tras ofrecerme dos caminos, iba a llevarme por el que en teoría no tenía semáforos. Nos encontramos cinco, los cinco en rojo, y quince minutos después llegamos al estadio. Lo mejor del viajecito es que el taxista me pregunto si jugaba yo. Al pensar que estaba de broma le dije que sí. Tuve que decirle que era socio e iba a ver el partido porque se lo había creído”.
En primer término, cuando conoció el horario del partido, se resignó a perderse el partido. “Pero después empiezas a pensar de qué forma podrías llegar al estadio, en que minuto llegarías… y al final, aunque sea para ver solo la 2ª parte, quieres ir. Pero ahí apareció Murphy, y las dos compañeras que podrían haberme acercado tenían otros compromisos, y algún abonado que trabaja cerca, decidió no ir para ver solo una parte, así que, decepción, y a resignarme de nuevo”.
Una hora antes de coger el taxi en dirección a Zorrilla, hablando con una compañera, surgió la idea que luego llevó a cabo. “Sólo me he perdido dos partidos en ocho años de socio”, alega, después de entrar en el minuto cinco de la segunda mitad. “Escuché los dos goles por la radio, justo después de trabajar. Es muy injusta la sensación de mezcla de alegría y rabia de no poder haberlo disfrutado en directo cuando lo has pagado y cuando además este partido se debería haber jugado en un horario mejor y en fin de semana. Me tenía que pagar el taxi alguno de los que hizo huelga”.

Rubén Arranz trabaja mañana y tarde. El eco de los goles le llegó en forma de mensaje telefónico. A las siete de la tarde no tuvo mayor alternativa para enterarse de las evoluciones de su equipo que sintonizar su radio. “En mi caso es dificil conseguir salir antes del trabajo. Me tuve que resignar y hacerme a la idea de que por primera vez no podía acudir a Zorrilla por motivos ajenos a mí. Cuando he faltado ha sido por salud o porque no me encontraba en Valladolid”, dice.
Al recochineo de José Luis Astiazarán prefirió no hacer alusión. “Por respeto a quien pueda leer mi respuesta”. Tampoco David Esteban o Alberto Solís quisieron hacer referencia a sus palabras a Carlos Suárez, a quien el máximo mandatario de la Liga de Fútbol Profesional dijo tenerle reservado un horario de Champions rusa.
Rubén Rueda, por el contrario, sí valora las palabras del mandamás de la patronal de clubes: “Al señor Astiazarán yo le diría que perfecto, pero que si quiere equiparar ambas cosas, debería pagar al Valladolid los derechos televisivos correspondientes a un partido de Champions ruso…”.
“Sea en tono jocoso o no, me parece una falta de respeto hacia el Real Valladolid y sus aficionados”, dice Jorge Martín. Rubén Fernández comparte su opinión. “Es vergonzoso. Espero que con esto haya perdido el voto de muchos clubes, sobre todo el nuestro”. “La LFP y las televisiones son los dueños del fútbol. Los clubes les han dado ese poder y hacen lo que les da la gana”, añade, matizando que “espero que estén aprendiendo la lección para el futuro no caer en el mismo error”.
Ahondando en el tema de las televisiones, Alberto Solís considera que “ellos pagan, ellos deciden. No hay nada que prohiba que haya un partido un martes a las seis”. Hacia un sentido similar se orienta la opinión de David Esteban. “No hay nada que hacer, los clubes se han vendido a las televisiones”, dice resignado.
Algo más contrariado se muestra Rubén Arranz: “Las televisiones tienen cogidos por los cataplines a los clubes, que son quienes se han vendido y han firmado. Los platos rotos siempre los pagamos los mismos, que somos quienes pagamos nuestro abono religiosamente cada temporada. Somos los últimos monos en esto del fútbol. Solamente tenemos utilidad en verano, cuando nos meten prisa por pagar el abono; después se olvidan de nosotros”.
Rubén Fernández cree que poco se puede hacer, pero dice esperar que la próxima vez los clubes se piensen mejor a quién votar en la LFP, o si realmente les merece la pena venderse de esa manera a las televisiones. “Yo no creo que un Valladolid – Alcoyano vaya a verlo tanta gente por TV como para no moverlo”, apostilla Jorge Martín, haciendo referencia a la negativa de cambio horario que recibió el club, y añade que “creo que deberían (las televisiones) ser más solidarias con el aficionado, que al final es el que les paga y sufre los horarios”.
“Creo que debería haber una protesta formal ante LFP por parte del club y los medios de comunicación. Aunque no creo que sirviese de mucho, pienso que sin luchar sí que no se consiguiría nada”, prosigue. Al hablar sobre qué debería hacer el club, Rubén Arranz vuelve a ser el más tajante. “Dada la actual situación, debería no firmar con las televisiones… y pedir perdón públicamente a sus abonados”.
En su opinión, “las aficiones deberían movilizarse a nivel nacional. Para mí el modo más eficaz sería el darse de baja de forma masiva de las plataformas digitales, cosa bastante difícil. No obstante, yo ya lo hice hace dos semanas y estoy muy a gusto con mi decisión”. Algo parecido opina Jorge Martín. “Sé como no debe revelarse, y es dejando de ir a Zorrilla. Lo que debería hacer cada uno, a título individual, es no abonarse a GolT o Canal+ Liga, aunque sé que es muy difícil que eso ocurra”.
En sintonía con él se encuentra Alberto Solís, que considera que ir al campo siempre es la mejor forma de mostrar su descontento con las plataformas televisivas de pago. Por el contrario, a Rubén Fernández le hubiera gustado ver un estadio vacío ayer, y que se viera en toda España que “el fútbol sin aficionados no es fútbol”, si bien entiende que pedir algo así a quienes han pagado su abono y sí podían ir no sería justo, además de inviable.
“Algo se había comentado de plantarse y no ir al partido y al final, mira, casi la mejor entrada. Parece que nos venía hasta bien el horario. En este tipo de situaciones siempre habrá gente que quiera ir pese a todo. ¿Medidas del club? La protesta se queda en nada. O es algo que hagan todos o sirve de poco”, opina Rubén Rueda.
“Lamentablemente el club poco puede hacer. Lo de plantarse no es algo que pueda hacer solo un club pequeño, y lo de que lo hagan muchos lo veo bastante imposible, la verdad… Eso sí, lo mínimo que se les debe exigir es que al menos levanten la voz por su afición. También podría tomar alguna medida de protesta antes o durante el partido. Por mucha televisión que haya, como un club como el nuestro pierda a sus abonados…”, piensa.
Volviendo al dichoso “partido de la vergüenza”, ése que debió abrir la competición y se disputó en décimo lugar, Alberto Solís pareció ser el único no extrañado por la buena entrada. Mientras Rubén Fernández no esperaba más de cuatro mil aficionados en el estadio, para Jorge Martín y David Esteban tiene mucho mérito lograr aproximarse al número de asistentes registrado el pasado sábado, en el enfrentamiento ante el Numancia.
Al hombre del taxi, Rubén Rueda, le sorprendió la gran afluencia de público al entrar al estadio. “Me esperaba el estadio vacío. Pero luego lo piensas y, claro, siempre habrá gente que no tenga que trabajar dispuesta a ir gratis al futbol…”.
Para Rubén Arranz, la entrada es “tan buena como irreal. De esos ocho mil, unos tres mil eran aficionados de pega, aquellos que van únicamente cuando las entradas son gratis o tiradas de precio y que luego se apuntan a celebrar los ascensos en la Plaza Mayor, cuando el resto del año ni se acuerdan de que jugamos. En números, si se retiraron tres mil entradas y había ocho mil espectadores, de los once mil que somos abonados no pudimos acudir al partido, por el motivo que fuese, por lo menos la mitad”.
“Eso sí, a alguno se le atragantaría la merienda -continúa- al ver esa cifra, teniendo en cuenta que ha estado toda la semana intentando vaciar Zorrilla. Los hay que criticaban el horario, pero a la hora de hablar de plataformas hablaban sólo de una y aprovechaban para hacer publicidad encubierta a los de su casa. Cosas de estrellas, que se creen que somos tontos y no nos damos cuenta…”.
Ese vacío, mal que pueda pesar a algunos, no se produjo. En buena medida, gracias a la ‘Operación Abonado’. Para Alberto Solís, la medida de entregar dos invitaciones por abonado es un acierto por parte de Carlos Suárez, si bien reconoce que “yo no he recogido mis entradas”.
Para Rubén Fernández, la medida “vuelve a beneficiar a los que no son abonados, aunque es entendible. Con ello se buscaba que el estadio presentase un estado más o menos decente”. Como ellos, David Esteban no ha sacado aún sus dos invitaciones. “Las cogeré para el día del Xerez”.
Rubén Arranz ya ha utilizado su comodín frente al Alcoyano. “No soy partidario de este tipo de medidas, ya que creo que perjudican al abonado. El club, si no quiere fútbol a estas horas que no se baje los pantalones con las televisiones. Si lo hace, luego nadie debería llevarse las manos a la cabeza”.
El que diese uso a las invitaciones que le correspondían tiene su explicación. “Las cogí para dos de mis familiares, abonados en otra zona del estadio, estuviesen en mi zona, junto a otros familiares más con los que yo me siento. No las usé para invitar a nadie, ni las usaré jamás. Nunca he utilizado estas promociones. El que quiere ver fútbol que pague, como yo”.
Menos rotundo es Jorge Martín, quien afirma que “me parece una buena medida, de las pocas a tomar que se nos puedan ocurrir, aunque tampoco hay que abusar del regalo de entradas, para no perjudicar al abonado”, como si en sus palabras quisiese recordar las múltiples promociones semejantes llevadas a cabo por el club en los últimos años.
A juicio de Rubén Rueda, “la medida no compensa, para nada, al abonado. Facilitan que dos amigos míos vayan gratis al fútbol, pero a mí no me compensan absolutamente en nada”. No obstante, aunque reconoce que la medida no le gusta, “me parece bien que el club se mueva y haga algo. Al menos hay una medida sobre la que opinar”.
Volviendo a sus amigos, reconoce que intentará llevar a dos al próximo partido. “Todo sea por llevar más afición a Zorrilla”. “Desde el club me habían dicho que si iba al estadio el martes, aunque llegase en el minuto ochenta, si no había sacado entradas para el Alcoyano no podría hacerlo para el partido ante el Xerez (lo cual me parece también bastante lamentable), pero, como al entrar no pasé por los tornos, tuve suerte, así que lo intentaré”.
Después de costearse un taxi de su bolsillo, por más que la ‘Operación Abonado’ no sea de su agrado, tendría bien merecido poder disfrutar de esas dos invitaciones. Que no se repita un horario así, para él y para todos, miel sobre hojuelas. “No sé qué audiencia habrá tenido este partido, pero a mí que me exliquen quién va a querer ver un Real Valladolid – Alcoyano un martes por la tarde. A lo sumo, gente de Alcoy, porque a la gente de Valladolid que le interesase el partido, si no podía ir al estadio, probablemente tampoco iba a verlo por televisión”, reflexiona.
Los clubes, cuyas almas fueron vendidas hace tiempo al diablo, a corto plazo poco pueden hacer ante horarios ruinosos como el último sufrido por el Real Valladolid. A medio o largo plazo, en buena lógica deberían reconsiderar sus condiciones de venta. Y, para evitar bromas pesadas como la de Astiazarán, también de voto. Mejor eso a luego quejarse. Porque, como dice Rubén Rueda, “cuando ellos tomaron la decisión de poner el partido ese día y a esa hora, sabían lo que hacían y las consecuencias que tenía. El motivo de la queja era precisamente su objetivo, hacer y deshacer a su antojo. De gente sin escrúpulos, ¿qué otra cosa podemos esperar?”.
			