Luis Enrique y su PSG no entienden de amiguismos. El conjunto francés una máquina sin piedad que no se para a pensar quién tiene enfrente. Destruyen sin preguntar. Esa mentalidad precisamente se la ha inculcado su entrenador, que no se compadeció del Inter de Miami de sus antiguos compañeros y amigos. Una goleada (4-0) que pudo ser aún mayor y aunque los parisinos han demostrado esta temporada estar siempre sedientos de más y más goles (sino que se lo pregunten al Inter de Milán) esta vez no hicieron más sangre y levantaron el pie del acelerador. Quizás eran conscientes de las batallas que aún tienen por delante, el Bayern de Múnich en cuartos y posiblemente el Real Madrid en semifinales.
Un partido especial
Desde antes del choque, las miradas estaban puestas en el reencuentro de Luis Enrique con sus pupilos del FC Barcelona. Leo Messi, Jordi Alba, Sergio Busquets, Luis Suárez y Javier Mascherano… todos ellos estuvieron a las ordenes del asturiano en el Barça. Un equipo que logró tocar el cielo con el triplete conseguido en la 2014/2015.
Ahora, diez años después, Luis Enrique llegaba a la cita mundialista con otro triplete bajo el brazo, esta vez con el Paris Saint Germain. En la rueda de prensa previa al duelo avisó de los peligros de los estadounidenses y no dudó en elogiar a sus excompañeros culés. Sin embargo, por mucho que quisiera ser cauto con el Inter de Miami, la realidad fue tremendamente elocuente. El mejor equipo de Europa es demasiado para un conjunto norteamericano cuyas estrellas están ya en el ocaso de su carrera.
Una primera parte de escándalo
El PSG sentenció la eliminatoria en apenas 45 minutos. Luis Enrique alineó su once de gala con la única excepción de Dembelé, que saltó al terreno de juego en la segunda mitad y dominó de ‘cabo a rabo’ el choque. Desde muy pronto se reflejó en el marcador. Prácticamente no se había cumplido el minuto 5 de partido cuando Joao Neves ya había batido de cabeza al veterano Ustari. Inter de Miami, con un Messi sobrepasado, un Suárez impreciso, un Jordi Alba ahogado y un Busquets perdido, aguantó hasta los instantes finales del primer período. No obstante el arreón final de los franceses fue letal. Tres goles en cinco minutos que demostraban la diferencia abismal en el funcionamiento del equipo, la calidad individual, el apartado físico, el balón aéreo, la salida desde atrás…
El 2-0 señaló a un Busquets errático, que falló y perdió un balón imperdonable, el 3-0 mostró la fragilidad defensiva de la zaga y el definitivo 4-0, ya en el descuento, evidenció el latifundio que los de Miami tenían en su banda izquierda. La dupla Doué-Achraf no perdonó.
“Ha sido un partido perfecto para mí”
La segunda mitad no dejó nada relevante, el marcador no se movió y Luis Enrique dio descanso a sus piezas clave pensando en los cuartos de final. Tras el encuentro, el de Gijón, habló de la grandísima temporada del equipo y del último reto de este curso: ganar el Mundial de Clubes. “Estamos en una temporada histórica en nuestro club y pretendemos alargarlo en esta competición, nuestro objetivo es llegar lo más lejos posible, pero para eso tenemos que superar dos eliminatorias, esta temporada está siendo muy larga para todos los equipos, pero la motivación sigue“.
Por último, confesó haber vivido un partido muy emotivo y especial: “Ha sido un partido muy especial por reencontrarme con personas con las que hemos compartido muchos éxitos y fracasos, como es normal en el fútbol. Me ha gustado mucho saludarlos antes y después del partido. Creo que ha sido un partido perfecto para mí”.