El Real Valladolid afrontó el pasado verano la conocida como ‘Revolución de Los Anexos’, un proceso por el que media docena de jugadores con pasado en la cantera se han instalado en el primer equipo. Este fin de semana el conjunto de Guillermo Almada se mide al Málaga CF, un club que sabe muy bien lo que es atravesar por una fase semejante, puesto que hace bien poco dio rienda suelta también a su cantera, hoy capital en el plantel que ha heredado Juan Funes, y con la que, como la entidad vallisoletana, han buscado hacer de la necesidad virtud.
Como a orillas del Pisuerga, en la Costa del Sol el cambio empezó en una temporada traumática y que incluyó un descenso. Dado que la plantilla confeccionada no aseguraba los resultados, primero con Pepe Mel y más tarde ya con Sergio Pellicer asomaron algunos futbolistas de ‘La Academia’, como Cristian Gutiérrez, Álex Calvo o Loren Zúñiga, entre otros que acompañaban a caras ya conocidas y familiarizadas con LaLiga Hypermotion como eran las de Juande o Ramón Enríquez. Sorprendentemente (o no), tras el descenso, ni Gutiérrez ni Calvo se quedaron.
Más que el purgatorio, una rampa de despegue
Eso tan ingrato, por suerte, no lo vivió el Real Valladolid tras su descenso; en Valladolid sí se han quedado esos canteranos en los que más confianza había. Pero al Málaga aquello no le echó para atrás. En Primera Federación, a buen seguro por necesidad, como el Pucela, se reinventó a partir del ascenso de varios jóvenes, a los que acompañaban futbolistas de mayor experiencia. Volvieron de sendas cesiones Dani Lorenzo, Kevin Medina, David Larrubia y Roberto Fernández y debutaron Izan Merino, Martín Ochoa y Antoñito Cordero, partícipes, en mayor o menor medida, del ascenso.
Más que un paso por el purgatorio, que quizás eso fue para el Málaga volver a competir en el tercer escalón del fútbol patrio, para sus canteranos ese año fue una rampa de despegue, en la que adquirieron una experiencia tal que empezaron a vertebrar el equipo la temporada pasada. Ciertamente, del once tipo que exponía Sergio Pellicer solo Larrubia y Antoñito venían de ‘La Academia’, si bien otros con más de mil minutos, como fueron los Dani Sánchez, Izan Merino, Kevin Medina o Aarón Ochoa venían de ahí también y fueron un fondo de armario de gran utilidad.
La nueva generación de canteranos del Málaga
A pesar de cuajar una temporada más que aceptable, en la que no pasó apuros para mantener la categoría, quizá el Málaga extrañó para instalarse más arriba en la clasificación los tantos de Roberto Fernández, que se había ido al Sporting de Braga (luego fue cedido al Espanyol, con quien marcó al Valladolid). Sin embargo, ‘La Academia’ alumbró otro goleador prolífero, Chupe, que promediaba más de un gol por partido en el filial cuando pasó a jugar de manera regular con Pellicer. Marcó cuatro goles en el tramo final de campaña, los mismos que lleva tras quince jornadas.
En ese goteo de bajas que el Málaga ha sufrido desde que decidió realizar esta apuesta, este curso fue Cordero quien emigró; lo compró el Newcastle y está pasando frío en el Westerloo belga, donde apenas juega. Los seis goles que hizo son solo uno más de los que lleva Rafa Rodríguez, la gran sensación de la temporada en La Rosaleda, y quien lleva vistiendo la zamarra blanquiazul desde cadetes. Como él, en el primer tercio liguero ha asomado con regularidad en el once inicial otro Rafael, ‘Rafita’, un lateral derecho ‘made in Málaga’ que juega con dorsal del filial, rodeado a menudo de jugadores de su mismo origen.
¿Ambición o cantera?
Cuando se trata de hablar de cantera, hay quien dice que la demagogia es grande, y es verdad. No obstante, no la hay allí donde el rendimiento o el potencial animan al uso (no hablemos ya de la necesidad, que en Zorrilla la había). Tenía -y tiene- jugadores el Málaga con la capacidad suficiente como para acompasar a otros, como los tiene el Real Valladolid, donde, como en La Rosaleda, se sabía lo que podía significar este proceso tan poco común hasta el pasado verano. No significa saber que el corto plazo requiere de paciencia y trae irregularidad de la mano perder ambición: todos quieren ganar. Pasa que una revolución, sin armas, requiere de tiempo…