En Pucela se respira un aire distinto. Hay una brisa que llega desde allá donde el viento cambia el color de las cosas, como diría Juan Rulfo. Entre otras cosas, la llegada de seis refuerzos antes de una romántica incursión a Chile, así como la promesa de invertir precisamente en el cumplimiento de las promesas, parecen haber sentado una base ilusionante de lo que será el Real Valladolid 2025/26. Y, realmente, el origen de los nuevos dueños, México, es idóneo para comenzar a relatar una teoría sobre el fútbol, y, por tanto, sobre la vida.
No hay país en el que se trate mejor la muerte, y el anterior proyecto blanquivioleta ya había fallecido. En el día de los muertos no se lloran las defunciones, se celebra la vida de aquellos a los que un día quisiste, quienes te acompañaron, o quienes gestaron o contribuyeron a que la familia de la que uno forma parte sea de la forma en la que la conoces. El Real Valladolid tiene mucha historia, es un club repleto de capítulos de grandeza, de derrotas, de meras curiosidades y de acontecimientos que solo podían suceder entre la bruma del Pisuerga.
Pero, para que esas historias existan, deben tener un final. Una muerte. Los ciclos se han ido cerrando, aunque entrelazándose unos a otros hasta llegar al día de hoy. La cadena es larga, casi cuenta con cien eslabones, y hay que valorar esa riqueza, pero sin actuación en el presente de nada sirve su longitud. Lo bueno de la vieja muerte es que deja paso a la nueva vida, y la entidad blanquivioleta parece ser consciente del rumbo que ha encarado, asumiendo todo lo anterior – lo bueno y lo malo – y apostando por decisiones valientes y movimientos muy lógicos, aunque en el fútbol a veces solo con eso no sirva.
Zorrilla espera ilusionada
Puede que salga mal o puede que salga bien. Puede que ‘ni fu ni fa’, pero en esta vida el camino todavía está por recorrer, la ilusión está renovada y hay que dar gracias por una nueva oportunidad, pero también gracias a la muerte, porque sin ella no hubiera surgido, no estaríamos celebrando ahora una victoria en un amistoso en Chile, ni que la dirección deportiva, por primera vez en mucho tiempo, ha cerrado seis fichajes interesantes en julio y ha sacado a otros cuantos jugadores que no debían formar parte de este comienzo.
No hace falta que la sombra sea tan grande para dar por finalizada una etapa, pero en esta ocasión la oscuridad cegó por completo, impidiendo recordar incluso lo bueno que se vivió en esta etapa. Tocaba empezar de cero y los cimientos están francamente bien puestos, mientras las nubes negras parece que se alejan.
En la ciudad de donde vengo, un equipo de esos que se también se denominan ‘históricos’, se durmió en 2013 para no despertar nunca jamás. Celebrar su vida duele y alegra a partes iguales, por saber que no regresará y por haber sido testigo de parte de ella. Es por ello por lo que, cuando acontece la catástrofe, es necesario estimar la capacidad de resiliencia, lo complicado que es seguir adelante, sacudirse el polvo y volver a calzarse las botas, sin prisa pero sin pausa para echar a andar de nuevo y, por qué no, soñar con llegar a lo que fuiste algún día, más maduro y con otras metas en la cabeza.
La pasada campaña del Pucela fue histórica, históricamente negativa, y una respuesta como la que hasta ahora han dado los nuevos dirigentes de las distintas parcelas es muy difícil de dar. Hay que saber vivir, pero también hay que saber morir para que esto suceda. Hay que ser conscientes de la realidad de cada situación y tratar de actuar conforme a ella, hay que valorar cada lágrima de alegría y de tristeza que han servido como combustible para alcanzar el presente. Pedro Páramo dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como un montón de piedras. Hay muerte en la vida, pero también hay vida en la muerte.
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