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Mientras hay vida hay esperanza

por Jesús Berzosa
30 de abril de 2015
Foto: Real Valladolid

Foto: Real Valladolid

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Veintiún puntos. Siete partidos en los que el Real Valladolid debe demostrar por qué es un grande de la Liga Adelante. Mientras queden posibilidades, el equipo debe aspirar a lo máximo

 

Roger || Foto: Real Valladolid
Roger || Foto: Real Valladolid

“La derrota no es una opción, y no hay excusas”. Así reza la famosa canción de Héroes del Silencio, ‘Para siempre’. Y eso es lo que debe pensar toda la familia vallisoletana, desde el banquillo, pasando por la prensa, aficionados, hasta el que está en lo más lejano del planeta agitando la bandera del Real Valladolid. 

Es cierto que el ascenso directo está lejos. Puede parecer una travesía en el desierto. Llegar al agua y al paraíso se antoja complicado, pero no es complicado si no se intenta. Mientras matemáticamente sea posible, debe lucharse por quedar entre las dos primeras plazas, por mucho que una de ellas, pueda estar ya ocupada.

Esto se puede hacer largo para todos y cuando digo para todos, es para todos, incluido para el Real Betis al cual vemos ya en los altares del Olimpo de la Primera División. El equipo bélico está con pie y medio allí y su calendario así lo dicta, pero la condición física de una temporada tan larga y tan exigente como lo es el ‘infierno’ de la Segunda, les puede llevar a dejarse algún punto por el camino.

Quedan veintiún puntos en liza. Veintiuno es el número que llevaba en su camiseta el gran Víctor. Un número que a los aficionados del Real Valladolid nos trae grandes recuerdos, grandes hazañas de un jugador que siempre será uno de los grandes que se ha enfundado la elástica vallisoletana. Siete jornadas para llegar al final del maratón de la Liga Adelante.

Han pasado muchas jornadas y puede parecer que quedan pocas, pero en realidad queda un mundo por disputarse. El resto de rivales tampoco tendrá un camino de rosas precisamente. Sin ir más lejos, el Girona recibe a Osasuna, que se está jugando la vida por permanecer en la categoría. Las estadísticas hablan que Montilivi no es una cancha especialmente complicada y puede que, sin ir más lejos, el equipo catalán se deje algún punto esta misma jornada.

Nuestros lectores podrán pensar: “Es cierto, hablamos de los rivales, y si nuestro equipo no hace los deberes, de nada servirá que el Sporting u otro equipo implicado se deje puntos”. Estoy totalmente de acuerdo, se debe reaccionar y los jugadores deben jugar estas siete finales como si fueran los últimos partidos de la liga. Cuando no haya posibilidades de ascender directamente, se podrá pensar en los play-off.

Pulsando la opinión de aficionado y ciertos sectores de prensa, se respira pesimismo y resignación de jugarlos. No es una deshonra subir bajo este sistema, es igual de válido hacerlo, pero mientras haya opciones de hacerlo mediante ascenso directo, sería un error dar por muerto a este equipo, puesto que todos sabemos que puede dar mucho más.

A los jugadores se les debe exigir que saquen a relucir esa calidad que todos les presuponemos. Hablo de jugadores como Óscar, Hernán Pérez y Johan Mojica, jugadores que deben marcar las diferencias. A ellos se debe añadir a un Roger Martí que está de vuelta y ha vuelto para llevarnos a la máxima categoría. Un jugador con una lucha y una brega que contagia a todo el mundo y que estoy seguro que marcará un gol decisivo en esta temporada. Se lo merece sin duda.

Rubi es el entrenador. Un entrenador metódico, trabajador, educado y con un gran futuro a sus espaldas. Desde muchos sectores están pidiendo su cabeza. Sería un error destituirle cuando queda todo por disputarse. Nadie tiene una bola de cristal para saber qué va a pasar, pero lo que es seguro es que Rubi es el mejor entrenador que podemos tener a día de hoy.

Es cierto que ha cometido errores, como todo el mundo. Pero nadie puede dudar de que no ha intentado todo lo que estaba en su mano para conseguir sacar el máximo de puntos. Cuando concluya la temporada, tiempo habrá para la reflexión y las críticas, pero mientras haya puntos en juego y posibilidades matemáticas y reales de subir de forma directa, se debe mantener la calma. La crispación no ayuda en el objetivo final de la entidad y ese es subir a la Primera División y abandonar la cueva de la Segunda.

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