Manuel Retamero analiza la igualada del Real Valladolid ante el Deportivo de La Coruña en Riazor.
Novena minutos contra el Real Valladolid son muy largos
Todos esperábamos como agua de mayo este partido entre el primer y el segundo clasificado. Aguardábamos ver un gran espectáculo, y sin duda lo vimos del lado visitante, con nombre propio, el del Real Valladolid.
No fue justo el fútbol si hablamos de propuesta de futbol vistoso, de elaboración, de manejar el balón y que sólo lo tengas tú, como base para ir mejorando todas esas cosas que no salen bien hasta encontrar el punto ideal en el que el equipo encuentra el equilibrio. Se vio, de nuevo, un gran camino para construir un gran equipo.
Propuestas muy diferentes, una de ellas no acorde con el nombre del equipo
Sobre el terreno de juego se vieron dos propuestas muy claras que reafirman más si cabe cómo esta nuestro equipo y el grandísimo miedo que hay a enfrentarse a él. Más aún sabedores del potencial en muchos aspectos.
Sí es cierto que se esperaba más del Deportivo, equipo local con unos números en casa fantásticos, una gran plantilla, la afición de su lado, pero nos encontramos con sólo una tímida presión que duró unos minutos, para pasar al repliegue y dejar al Real Valladolid dominar y tener la pelota para ellos buscar el contraataque tras la recuperación del balón.
Renunciar a tratar de tú a tú al rival sería arriesgado y exigente, sobre todo porque la duración del partido es de noventa minutos y se puede decir, emulando esa frase tan conocida por todos, que “noventa minutos contra el Real Valladolid son muy largos” (adaptación de andar por casa de la frase de Juanito).
Sí que es cierto que es muy respetable que cada entrenador intente contrarrestar de la manera que crea oportuno al rival, pero quizás no vimos lucir la calidad de los jugadores de Oltra, y eso es una pena para el fútbol e incluso para su propio equipo ya que así no sacó un gran rendimiento de su equipo.
De hecho, el gol que anotó Guardado de penalty vino de un pase en largo de Zé Castro que aprovechaba Lassad para crear la duda entre los centrales del Pucela, sacarles ventaja y plantarse delante de Jaime, que tras su salida cometió la pena máxima.
El guión a partir de entonces no cambio, al menos para mal. Más balón con posesión del visitante e incluso las ocasiones más claras hasta el descanso en las botas de Nauzet, Jofre y de nuevo Nauzet, que sería el protagonista de un posible penalti al filo del descanso.
Una de las cosas que veíamos del equipo de Oltra era cómo aprovechaban los espacios dejados por los desmarques de apoyo, que hacían que a las espaldas de los jugadores del Real Valladolid se crearan unos espacios que el Deportivo buscaba o quería aprovechar.
Pero, volviendo a la propuesta del local, se reflejaría más todavía con los cambios o mejor dicho con los que dejaban el terreno de juego, Saúl, Lassad y después Guardado dejaban su sitio después de un gran desgaste físico en el que su calidad fue de más a menos debido a su cansancio.
El Real Valladolid, a lo suyo
Nada ni nadie le preocupaba al Pucela. Ni tan siquiera el paso de los minutos, que se ponían en contra de ellos viendo el final más cerca y venirse de vacío para tierras castellanas.
El sello del que ha ido dotando al equipo Djukic ha hecho que de tanto sembrar -y bien- se recoja buen fruto en forma de buen juego y de tanto acosar la portería del rival se hiciera el gol que nos daría un punto que sirve para seguir creyendo hasta el final -más si cabe- en lo que se hace. Grandísimo trabajo.
La gestión desde el banquillo también mandaba un mensaje en forma de seguimos a lo nuestro, juego de contacto, mover al contrario y finalizar las ocasiones generadas. Eso se nos proponía con Alberto Bueno, seguir con nuestro estilo de juego, “que todavía queda tiempo, tranquilos, chicos”.
Pocos minutos después entraba Manucho para alternar la misma filosofía de juego con el ‘Plan B’, como se suele decir, y esto es muy importante, ya que hay equipos y de gran nivel que sólo tiene un tipo de juego y no tienen alternativa, con lo que ante un rival que te contrarresta muy bien, un partido puede volverse pero que muy incómodo.
Manucho nos volvió a dar otras alternativas y en el descuento del partido, tras un centro de Nauzet que tocaban hasta tres jugadores antes que Manucho, el angoleño hacía el gol de la justicia y que al menos el equipo no volviese de vacío en un partido del que solo el Pucela ofreció fútbl.
Por cierto, hoy juega el Celta. Pendiente de él estaremos, y si dijésemos lo contrario mentiríamos, aunqueo pase lo que pase nosotros a lo nuestro. ¡Somos Valladolid! Todos queríamos un estilo y saber cómo juega nuestro equipo y ya lo tenemos.
