Real Valladolid y Real Sociedad arrancan la temporada en medio de un panorama incierto, aunque con similares propósitos a los del año pasado

Foto: Real Valladolid
Cuando todavía hay que lidiar con la “nueva normalidad”, con el uso obligatorio de mascarilla, con la prohibición de abrazos y el requerimiento de distancias sociales, llega eso del fútbol con su sintonía mágica y la promesa de intentar evadir al espectador de un nuevo mundo que por momentos se torna difícil.
El verano ha sido menos verano que de costumbre, eso está claro, si bien su anormalidad no ha evitado que los rumores en el mercado de fichajes maridaran con algo de efervescencia el plano discurrir de las semanas. Detrás del ‘culebrón Messi’, que ha ocupado portada tras portada, los diferentes equipos se han ido reforzando, cada cual con lo suyo, de cara a una nueva campaña que da su pistoletazo de salida este fin de semana.
En Valladolid, para todo aquel que se pasease el jueves por los aledaños de Zorrila y comprobase la prueba de luces de un estadio que seguirá huérfano de público, el aroma a retorno ya venia inundando las calles desde hacía varios días. Dicho aroma, sin embargo, no ha sido en toda ocasión el de miel, rosa y azmizcle, y cualquiera que esté al tanto de la actualidad del Pucela sabrá que algunos nombres como el de Miguel de la Fuente o el de Moyano han contaminado, lamentablemente, el dulzor y la calidad del ambiente vacacional. La liga llega, eso sí, para cambiarlo todo. O, al menos, para que lo disimule.
Este domingo trece de septiembre a las 16:00 horas, el partido que dará por inaugurada la temporada de los blanquivioletas será un Real Valladolid – Real Sociedad que apunta a ser un test para dos equipos cuyo esquema se ha visto sensiblemente afectado por la marcha de Salisu y la baja de larga duración de Kiko Olivas, en el caso de los de Sergio, y la despedida del arquitecto Odegaard, en lo que respecta a los de Imanol Alguacil. Estos últimos, además, entre lesiones y positivos por el virus, viajan a la meseta con casi una decena de bajas entre las que destacan las de William José, Illaramendi, Monreal y el fichaje bomba del verano, David Silva.
Por parte de los locales, el estreno en la capital del Pisuerga viene a ser una primera toma de contacto tras un periodo aciago de preparación donde solo puede destacarse una contundente victoria ante el granada el pasado veintiocho de agosto y el ‘revival’ de Toni Villa en su posición natural de mediapunta. El resto de enfrentamientos (Málaga, Sporting de Portugal y Sporting de Braga) se saldaron con empate o derrota y la sensación de que el punto fuerte del año pasado, la defensa, había perdido algo de eficacia. Entre medias, la llegada de Orellana, Bruno y, especialmente, la del ariete Shon Weissman pone algo de esperanza de cara a esta ‘vuelta al cole’ que se prevé igual de compleja que la de los pequeños.
De igual modo, los encuentros de pretemporada han dejado entrever lo que podría ser un cambio en el sistema pucelano y un viraje del cásico 4-4-2 al 4-2-3-1 con un planteamiento un tanto más ofensivo. En cualquier caso, los experimentos correspondientes a estas semanas de probaturas no dejan nada en claro y parece que solo el ritmo de competición dictaminará ya no solo el cómo juega el equipo de González, sino el quién, ya que aún rondan varias incógnitas sobre el esquema y los protagonistas del juego vallisoletano.
De las argumentaciones del míster simplemente ha podido extraerse las bajas confirmadas para el próximo partido de El Hacen, Seikou, Marcos André, Miguel Rubio y Rubén Alcaraz, que se añaden a la ya conocida de Kiko Olivas, y la convocatoria del antes citado Shon Weissman, que ha llegado a grito de traigo goles y mucho carácter, un poco al estilo “me llamo Bond, James Bond”, pero cambiando el nombre y appelido por Weissman, Shon Weissman.
Lo que apunta seguro, más allá de la existencia de nuevos rumores y la más que posible llegada de algún que otro fichaje, es el cariz incierto y extraño de un torneo amoldado al panorama de la era coronavirus. Las dudas continuas, las PCR, los protocolos de seguridad y demás requerimientos extraordinarios, empero, no deberían despistar al Pucela y Real Sociedad de sus objetivos prioritarios. En el caso de los primeros, la permanencia sigue considerándose como la meta a alcanzar tras un año de idas y venidas. Para los segundos, la consecución del billete a Europa exige un salto de calidad y un esfuerzo a mayores que ha de ser dosificado si se quiere salir vivo de ambas competiciones.
Con todo por decidir, el largo y truculento curso futbolístico se dispone a pulsar el botón de reinicio con un calendario ya no tan frenético como el de hace unos meses. Al final del camino, hoy gris y nublado, únicamente puede atisbarse una frase que servirá de guía para sendos equipos. Esa frase, que ya corona el estreno de la Primera División, es la de nueva normalidad, pero mismo objetivo. Es decir: mantenerse en Primera y pelear por Europa. Pucela y Real Sociedad no pueden conformarse con menos.
 
			