El Real Valladolid Promesas consiguió ante el Rápido de Bouzas su primer y trabajoso triunfo de la temporada

Se las podía prometer muy felices alguno al saber que los tres partidos anteriores del rival se habían resuelto con sendas goleadas. Sin embargo, el Real Valladolid Promesas volvió a mostrar contra el Rápido de Bouzas que se encuentra todavía en construcción y hay aspectos que debe mejorar.
Si en las dos fechas iniciales se quedó con la sensación de que la cosecha de puntos debía ser mayor, por momentos contra los vigueses pareció que los blanquivioletas se podían quedar de nuevo con la miel en los labios. Una genialidad de Kike Pérez otorgóla primera victoria, tan merecida como trabajada debido a la la falta de puntería que demoró el gol hasta el tramo final.
El dominio local fue incontestable desde los primeros compases. Aunque en ocasiones pareciera como si el Promesas tenía la intención de marcar el segundo y el tercero antes del primero, las ocasiones se sucedieron mientras las trabas que ponían los gallegos eran en forma de faltas, que hicieron que acabaran con un número alto de amarillas y una expulsión. Esas continuas interrupciones y el novedoso dibujo empleado, un 4-1-4-1 más compactado, hacían que el ritmo del juego no fuera elevado en exceso, pero el tanto tenía que llegar.
A Pedrosa le llegó un balón en la línea divisoria con muchos rivales por delante y salió en pugna con todos, pero se enredó ante tanta presencia de enemigos y ‘solo’ pudo sacar un córner. Había pasado un cuarto de hora y era lo máximo que había logrado un filial al que le hacía falta otro jugador en las fases finales del juego y le sobraba uno en la sala de máquinas. Se vio desde bien pronto y por mor del repliegue intensivo del Rápido de Bouzas, que no tuvo opciones más que para defender.
Esa circunstancia, modificada más tarde por Miguel Rivera con buen tino, no impidió que Brais Pereiro se viera amenazado: Pedrosa tuvo el gol tras una buena combinación entre Kike Pérez y Corral en el sector izquierdo, el mediocentro disparó una falta directa lejana a las manos del cancerbero, una jugada personal de Waldo terminó resuelta en un latigazo a la cepa del poste… Hasta Pablo lo intentó con un testarazo, pero nada.
Ninguna de las ocasiones terminó siendo festejada. Y aunque la presencia en ataque era relativa, porque los blanquivioletas acababan incorporándose y atacando con unos cuantos jugadores, Rivera dio entrada a Alberto Gil por Javi Pérez en el descanso, ganando, con el paso de los minutos, una nueva pieza a la que buscar en zonas intermedias. El valenciano tardaría un poco en hacerlo, pero con paciencia, se encontró y fue encontrado.
El Rápido de Bouzas dio un pequeño paso adelante, quizá favorecido porque la balanza en el centro del campo se había equilibrado. Es a lo que el filial se atuvo para poder ganar más presencia en campo rival. Esto provocó alguna tímida intentona del conjunto vigués, si bien la paciencia se convirtió en virtud de los blanquivioletas, que, aunque atascados por momentos, volverían a hacerse con el dominio total.
Los cambios y reajustes devolvieron al once local a una naturalidad cuando se agotaron las permutas. Con dos puntas y Kike Pérez en la sala de máquinas, las intenciones eran claras: no se podía escapar un solo punto de Los Anexos. Con Alberto Gil y Zalazar unos metros por delante, para el toledano quedaban muchos metros. No importó. No importa. Su calidad le permite comandar solito el centro del campo.
Miguel disfrutó de dos oportunidades tras imponer su físico ante los centrales también físicos, pero el reloj corría y el gol no llegaba. Todo hasta que a falta de diez minutos Pablo Antas fue expulsado por doble amonestación, después de varias pequeñas refriegas que amenazaban con llevar el encuentro a un terreno que no convenía al Real Valladolid B. En superioridad numérica, la obligación era mayor.
Y después de tantos y tantos intentos, de tanta amenaza sin concreción o sin acierto, Kike Pérez sacó su varita. En tres cuartos, cerca de la media luna, amagó varias veces, pudo abrir a un lado y a otro pero la acumulación de rivales provocó que no acabara de verlo claro. El balón le iba de un pie al otro, pero, zurdo cerrado, podía armar solo el pie natural. En un instante sintió que debía hacerlo. Y lo hizo. Y su latigazo entró por bajo, pegadito al palo, convirtiendo la acción en un golazo que tenía que valer tres puntos.
Lo hizo porque al Rápido de Bouzas no le quedaba nada, salvo la calidad de un Pablo Carnero desesperado pero demasiado solo y ensimismado en la pobre dinámica con la que su equipo ha comenzado la temporada (cuatro derrotas en otros tantos partidos, doce goles en contra y ninguno a favor). Y, por lo que pudiera pasar, ahí estaba Sali. A la contra Waldo pudo marcar el segundo, pero otra vez se encontró con el poste.
Con el silbatazo final llegó la justicia, tanto con lo visto en los noventa y tantos minutos como con los dos envites precedentes, en los que el filial se quedó con la sensación de que podía haber conseguido una mayor cosecha de puntos. Por ahora son cuatro los obtenidos, suficientes, tras la primera victoria, para pensar en ir creciendo. Por mimbres, pese a que el técnico pidió luego mesura, no será. Contra el Pontevedra habrá que volver a demostrarlo el próximo domingo en Pasarón, a partir de las 19:00 horas.
(1) Real Valladolid B: Samuel; Apa (Miguel, min. 66), Mario, Sali, Corral; Raúl Navarro, Javi Pérez (Alberto, min. 46); Pablo (Zalazar, min. 73), Kike, Waldo; y Pedrosa.
(0) Rápido de Bouzas: Brais; Adrián, Vitra, Iago López (Kiko, min. 17), Cotilla; Antas, Sergio Santos (Antoni Mas, min. 73); Rodrigo Alonso (Pablo Carnero, min. 59), Yelco, Youssef; y Edgar.
Árbitro: García Gómez (C.T. Extremeño). Expulsó al gallego Antas por doble amarilla en el minuto 80. Amonestó a los locales Mario, Salisú, Zalazar y Miguel y a los visitantes Sergio Santos, Rodrigo Alonso, Edgar, Vitra y Adrián.
Goles: 1-0, min. 87: Kike.
Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada en el Grupo I de 2ª B disputado en los Anexos al Estadio José Zorrilla ante unos 600 espectadores, en mañana primaveral dominical, en el último día de las Ferias y Fiestas de Valladolid.
