Establecer límites con la comida de nuestros hijos puede generar conflictos familiares inesperados, algo que ha podido experimentar de primera mano la nutricionista Sara Suárez cuando sus suegros quisieron darle a su hijo unos bollos industriales en la merienda. “Mis suegros se han enfadado conmigo”, explica en un vídeo viral, “pero estoy orgullosa de poner límites”, continuaba. Si bien es algo que muchos hemos podido ver o, incluso, que nos haya pasado a nosotros mismos, no es tan trivial como pueda llegar a parecer y hace que tomemos en cuenta una decisiones más conscientes sobre la nutrición de los más pequeños de la familia.
En las redes sociales, la historia ha despertado un intenso debate sobre la educación alimentaria y la relación entre padres, hijos y abuelos; aunque la propia Suárez ha subrayado que, al menos en su caso, un “no” firme pero respetuoso puede ser la mejor herramienta para inculcar hábitos saludables desde temprana edad, incluso si ello genera incomodidad momentánea en la familia.
Por qué es tan importante enseñarles a decir que ‘no’ a la comida poco saludable
Todo este conflicto tuvo como inicio un momento en el que los abuelos le ofrecieron a su nieto unos bollos con gran cantidad de azúcar y de grasas saturadas, punto en el que la nutricionista (y madre de ese niño) se negó a que lo hicieran y les explicó de manera muy amable pero firme con las siguientes palabras: “Muchas gracias, pero no. Guárdatelo en tu casa y si quieres, cuando vaya a tu casa, sí lo das, pero hoy está sin merendar”.
Saber cómo actuar en este tipo de casos es importante, ya que la educación de los más pequeños en lo relacionado con lo que comen es algo que no solo se debe gestionar desde casa, y en ningún momento bajo presión familiar o social en lo relacionado a lo que puede (o quiere) comer o no.
Suárez recuerda que estos productos, lejos de ser un regalo inofensivo, son “un veneno para la salud”, ya que estamos hablando de una comida con alto contenido en azúcares y grasas que contribuye a problemas como obesidad infantil o riesgo de diabetes en la edad adulta. Por eso, los expertos recomiendan que los padres establezcan límites claros y coherentes desde el inicio, no solo con la comida diaria, sino también con snacks, dulces y bebidas azucaradas. La base de unos buenos hábitos alimenticios se construye con consistencia y explicación, enseñando a los niños a tomar decisiones conscientes sobre lo que comen.
Qué podemos aprender de todo este pequeño conflicto
El debate no termina en el simple rechazo de un alimento, ya que para Sara Suárez, es clave enseñar a los niños sobre la comida de manera positiva, explicando por qué ciertos productos se consumen solo en ocasiones especiales. Además, invita a los padres a pedir ‘feedback’ y reflexionar: ¿es mejor explicar, negociar o posponer la merienda? Cada estrategia tiene sus ventajas, pero todas apuntan a un mismo objetivo, y es el de que los niños comprendan la importancia de elegir bien su comida sin que los adultos cedan por presión familiar.
La nutricionista destaca que esta situación es común en muchas casas, y que incluso los profesionales recomiendan mantener conversaciones abiertas sobre la alimentación. La comida no es solo nutrición, sino que es también cultura, costumbre y relación emocional; por lo que es muy importante enseñar a los hijos a gestionar lo que comen implica equilibrio, paciencia y, sobre todo, coherencia entre lo que se predica y lo que se practica.
