Alexi Stival, Cuca, hoy entrenador de Atlético Mineiro, vistió la zamarra del Real Valladolid en la temporada 1990/91, siendo entonces el jugador más caro de la historia del club.
Con Gonzalo Gonzalo como presidente, el Fórum Valladolid conoció y disfrutó al lituano Arvydas Sabonis, mejor pívot europeo de la historia y uno de los jugadores más grandes que ha dado jamás el baloncesto del viejo continente. Y, con él, el Real Valladolid descubrió que, además de dar ciclistas del calado de Lucho Herrera o Fabio Parra, Colombia también podía ofrecer fútbol del bueno.
Pacho Maturana fue el técnico escogido fue el escogido para devolver la estabilidad al banquillo del Nuevo José Zorrilla, perdida la temporada anterior a caballo de dos presidencias, las de Pérez Hernán y el interino Carlos García Zúñiga. El prestigio y buen hacer del profe cafetero (al año siguiente se le unirían tres compatriotas, René Higuita y Leonel Álvarez, procedentes del Atlético Nacional, donde había dirigido, y Carlos Valderrama, del Montpellier francés) estaban fuera de toda duda, toda vez que venía de lograr la mejor clasificación de Colombia en un Mundial y una Libertadores con su último club.
En la máxima competición del fútbol sudamericano han competido este año varios exblanquivioletas. Dos de ellos, Gabriel Heinze y Diego Mateo, han formado parte del sorprendente Newell’s campeón del Torneo Final, que llegó hasta semifinales a las órdenes del flamante nuevo entrenador del Fútbol Club Barcelona, Gerardo ‘El Tata’ Martino. Y si no llegaron más lejos fue porque se les puso por medio un tal Ronaldinho.
Oculto tras la sonrisa del astro de pies inquietos, alejado del foco mediático que ilumina al leproso al que Bielsa señaló el camino, salió triunfante, contra corriente, un curitibano de pelo rizo y ceño fruncido que un día fue, a su manera, historia del Real Valladolid.
El punta de los cien millones

En el Grêmio de Porto Alegre, campeão do gaúcho, en 1989, jugaba un defensa central rudo, veloz y con buena colocación, de nombre Luís Eduardo. Sus 29 años no invitaban a pensar en una inversión largoplacista, pero la edad no fueron excusa para Gonzalo Gonzalo, que decidió traérselo a Valladolid junto a Alexi Stival, un delantero gambeteador e imaginativo, de fútbol clarividente, y que estaba llamado a mover millones. Y vaya si lo hizo.
Cuca, apodado así por su inteligencia dentro del campo -en brasilero, el apelativo hace referencia a eso, a la agudeza mental-, firmó por el Real Valladolid a cambio de cien millones de pesetas. La operación, en total, alcanzó un montante de veinte millones más por dos jugadores que estaban llamado a marcar diferencias en una Liga mucho menos globalizada que la actual.
El zaguero, sin hacer mucho ruido, se convirtió en pieza básica en el ideario de Pacho Maturana, aunque, a la larga, el frío y una osteopatía en el pubis le impidieron jugar más de veinticinco partidos antes de que decidiera volver a su país. Cuca, de veintisiete años, vivía a caballo entre los tres cuartos y el área, aunque en Valladolid estuvo más bien cerca de la indeterminación, por culpa de su rendimiento; alejado del esperado.
En su debut en el Nuevo José Zorrilla consiguió anotar dos goles, ambos de muy bella factura, con los cuales la afición creyó ver en él a un nuevo ídolo. Sin embargo, por más que la hinchada se frotó las manos, su juego no terminó de arder y aquella gran inversión acabó yéndose por el sumidero, acompañada de solo doce partidos y cuatro goles, una cifra que dice más de lo que en realidad fue su paso por Pucela.
Volvió a Brasil, primero cedido y más tarde traspasado, acabó su carrera como jugador en casa, en Coritiba, y empezó a dirigir en Minas Gerais muy pronto, hace quince años (tiene cincuenta). En este tiempo, ha dirigido a nada menos que veinte equipos, y en el último lustro se ha destapado como una garantía de éxito para todo aquel que quisiera apostar por él.

Dos Taças de Río, una Copa Peregrino, un campeonato carioca y un mineiro fueron sus primeros trofeos, logrados entre 2007 y 2011, además del galardón a mejor técnico del Campeonato Mineiro en este último año, que ha reeditado en 2012 y 2013, ya sentado en el banquillo do Estadio Mineirão, en el que volvió a ganar el torneo estadual que antiguamente recibía el nombre de Campeonato da cidade en los dos últimos años.
O Galo, imbatible en su corral
La principal consecución que ha conseguido Cuca en su carrera, no obstante, es la recientemente lograda Copa Libertadores. Para alzarla, antes debió sufrir, ya que tuvo que remontar un dos a cero adverso en la ida tanto en las semifinales como en la final, ante Newell’s y Olimpia, respectivamente. Pero, entre Ronaldinho y el Estadio Mineirão, al final pudieron más que La Lepra y que El Decano.
El astro brasileño de la eterna sonrisa fue uno de los principales culpables de que O Galo pudiera igualar las dos eliminatorias con una genial asistencia en cada vuelta y, especialmente, por la responsabilidad con la que comandó el equipo, con un sabor añejo que dista mucho del Dinho agrio y con sobrepeso que volvió a Brasil con la sensación de no haber acabado de explotar su fútbol.
En Minas Gerais ha vuelto a hacerlo. Y, dicen, es tan consciente de la importancia de Cuca en su renacer que se lo agradeció una vez ganada la Libertadores. Sea como fuere, realidad o ficción, una cosa es cierta: el técnico ha conseguido imprimir al Atlético una fortaleza un tanto alejada de su carácter como jugador.
En Belo Horizonte, o clube alvinegro lleva nada menos que 54 partidos sin perder; alejándose de una impronta de equipo perdedor que sesga sus alas más que las de su homónimo de la capital de España, puesto que son menos los botes de miel que han probado, Campeonato Mineiro al margen. Pero, con Cuca en el banquillo, ya no hay más derrota (o eso esperan os seus torcedores).
Desde que el exblanquivioleta es entrenador de Atlético Mineiro, la mentalidad es otra; de ganador. Basta con ver el rendimiento de viejos conocidos de Europa como Gilberto Silva, Jô, Diego Tardelli o el ya citado Ronaldinho o la explosión del veloz Bernard. Como su técnico antaño, el ya internacional moverá pronto millones (más que Cuca). Para ser leyenda viva de O Galo todavía le queda. Viendo su caché, una cosa es clara: Él, por suerte o por desgracia, difícilmente vaya a vestir la camiseta en el Real Valladolid.

