En lo que va de temporada varios han sido los jugadores que han portado el brazalete del Real Valladolid no ya por accidente, sino desde el inicio de un envite. Sorprende –o no– que de ellos solo dos llevan aquí más de dos años

En el encuentro del pasado sábado ante el Real Oviedo en el Carlos Tartiere, Javi Chica estrenó capitanía. No necesitó mucho, puede decirse, sin hacer de menos su profesionalidad y la ascendencia que pueda tener en el vestuario. Le ha bastado con vestir la remera del Real Valladolid en 53 partidos. Como si algo hubiera cambiado y el brazalete no fuera ya para el veterano.
Bueno; bien visto, quizá lo es. O sí, lo es, rotundamente. Sucede, sin embargo, que en el Real Valladolid no hay veteranos. Sí hay gente curtida en mil batallas, pero no con la casaca blanca y violeta. Óscar y Álvaro Rubio al margen, como ya es sabido, nadie lleva más de dos años, excepción hecha del retornado Borja. Así, puede decirse incluso que lo insólito no es que Chica fuera el capitán, sino que en lo que va de temporada han sido ya cinco los jugadores que han saltado al campo luciendo galones y otros tres los que lo han hecho de una manera más circunstancial.
Óscar lo hizo en el debut liguero y hasta la sexta jornada, en la que Álvaro Rubio hizo su primera aparición en el once. Antes de esta, el riojano ya había portado el brazalete en el partido de Copa del Rey. André Leão, contra el Numancia, tras 61 apariciones, tuvo lo que antaño habría sido un privilegio y hoy lo parece menos –no por el hecho en sí, sino por la escasa identificación con él–.
Como el portugués, otros dos jugadores fueron el emblema sobre el tapiz ante el conjunto soriano. Su estreno, no obstante, fue en la primera vuelta. Por entonces, Samuel, en Los Pajaritos, lo llevó por primera vez, en un choque en el que fue expulsado y provocó la capitanía de Timor en el tramo final.
El central alicantino, que previsiblemente será titular ante el Llagostera por la baja de Juanpe –por sanción–, es quien menos participaciones como blanquivioleta ha necesitado, apenas 25, mientras que el mediocentro valenciano, actualmente en el Leganés, fue capitán a los 41 entorchados.

El último portador por citar fue también ‘accidental’, un Johan Mojica que se colocó el brazalete en los minutos finales del duelo frente al Córdoba en el Nuevo José Zorrilla. ‘El Correcaminos’ necesitó 53 partidos, los mismos que Javi Chica, una cifra no muy elevada, pero que dobla los de Samuel en su estreno –si bien este ya el curso pasado era tercer capitán–.
Muchos usos y un desarraigo
Así pues, en lo que va de curso el Real Valladolid ha tenido siete capitanes; a saber: Óscar, Álvaro Rubio, Samuel, Timor, Mojica, Leão y Chica. Demasiados para cualquier institución. Habla ello del desarraigo que hay en el plantel, decíamos. Los números citados lo explican todo: aquellos que se han estrenado no han necesitado sudar mucho la camiseta antes de recibir semejante rango.
No son tantos, con todo, los que saben lo que es recibir el brazalete con orgullo y entregarlo con honor, como dice su propio lema. Sin desmerecer a ninguno de los anteriores, es de recibo recordar que normalmente el capitán tiene una identificación y una ascendencia no solo dentro del vestuario, sino también en la grada, y no son los casos, Rubio al margen. Basta recordar que Timor ya no está para cerciorarse de esta mayor.
A pesar de que el primus inter pares está claro –es el mediocentro riojano–, no es de extrañar la extrañeza, valga la redundancia, que el aficionado siente al ver a otros como Samuel o Mojica siendo su estandarte. Ciertamente, un capitán no hace –ni borra– socios, aunque quizá un mayor arraigo dentro del plantel ayudaría a una afición, en parte, desarraigada.
Con todo, si al final acompañan los resultados, que es lo prioritario, es de suponer que esto quedará en una mera anécdota… que no por ser anécdota querrán muchos que se repita. Recordando ‘El Club de los Poetas Muertos’, a nadie le gusta que el “oh capitán” sea respondido con un “mi capitán” en tono de pregunta.
