Patxi Puñal disputa su duodécima temporada consecutiva en Osasuna, en la que se ha convertido en el jugador que más partidos oficiales ha disputado con la camiseta rojilla.
Muy pocos equipos pueden presumir de tener jugadores fieles, cumplidores y comprometidos durante décadas en sus filas. Osasuna, no obstante, sí puede alardear de tener un jugador de estas características. Un tipo de treinta y siete años, de la casa, pues conoce los entresijos de Tajonar desde los siete años, y cuyos padres decidieron llamarle Francisco; Patxi, para los amigos.
No es un ídolo al uso, ni el típico diez, pero cumple su cometido a la perfección: correr, correr y correr aún más si puede, robar balones, incordiar al rival y coleccionar tarjetas. Éste es el perfil que mejor describe a Patxi Puñal Martínez (seis de septiembre de 1975, Huarte, Pamplona), jugador que más partidos oficiales ha disputado con la camiseta rojilla.
Cuando era un pequeño trasto, sus padres lo llevaban todos los domingos al antiguo Sadar para que viese a su Osasuna y disfrutase de sus héroes, pero el pequeño Patxi lo que de verdad ansiaba era vestir la zamarra rojilla.
Con casi siete años lo consiguió, edad en la que entró a formar parte del equipo de futbito del conjunto navarro, y de ahí se fue formando paso a paso en las categorías inferiores del Tajonar hasta ser él el héroe.
Antes, apenas estuvo un año en el filial osasunista (1996/97) de Tercera División, pero le sirvió para conocer la ‘cara B’ del fútbol (compaginaba los entrenamientos con su trabajo en una fábrica) cuando dio el salto al primer equipo, que por aquel entonces militaba en la Segunda División. El quince de junio de 1997, en el campo de Ipurúa, el entrenador osasunista, Martín Monreal, decidió que ya era la hora de Patxi.
A los dos años de llegar al primer equipo tuvo que hacer las maletas rumbo a Leganés, donde jugó cedido durante dos temporadas. No fue un adiós, como es lógico, sino un hasta luego. De hecho, no es el único ídolo rojillo que lo pronunció antes de triunfar en Pamplona.
Bustingorri y Cruchuga, dos grandes de la historia osasunista, también se alejaron del Reino de Navarra para retornar y convertirse en ídolos de la parroquia osasunista. Pero cuando volvió lo hizo para quedarse, Osasuna iba a tener Puñal para rato, un diez de por vida.
Y tanto. A sus treinta y siete años, y casi quince años después de su debut, ha disputado 464 partidos oficiales con la camiseta rojilla superando el pasado ocho de octubre al mítico José Manuel Echeverría –afanado delantero de Osasuna durante casi dos décadas- que jugó 463 encuentros con el equipo navarro.
Parece que fue ayer cuando debutó en Primera División en el equipo de sus amores (veintiocho de agosto de 2001 en El Sadar y ante el Celta), pero han pasado ya nada más y nada menos que doce años de duro trabajo y compromiso con el club. Estos años de maduración y aprendizaje le han servido para convertirse en un jugador luchador más que talentoso, pilar fundamental en el esquema de juego y líder del vestuario rojillo.
Si alguna vez alguien osó en describir al capitán de Osasuna, ese fue su actual entrenador, José Luís Mendilibar. De él, dijo: “Con el cuerpecillo este que tiene, llegar donde ha llegado y el tiempo que ha estado… Hay superhombres que los soplas y se caen. Patxi, no; y si se cae se levanta”. No se equivocó ni en un ápice.
Puñal afronta su duodécima temporada consecutiva (decimocuarta si contamos las dos que disputó en Segunda) con ilusión y optimismo y sin pensar aún en la retirada. El capitán de Osasuna desde hace cinco años es un fiel ejemplo de los valores que representa este club y siempre intenta que las nuevas generaciones los aprendan. Y como ha declarado recientemente en un diario de Navarra, le debe todo –o casi todo- al club navarro: “Osasuna me ha enseñado a entender y disfrutar de la vida”.
Toda una vida de dedicación y entrega a un equipo, el club de sus amores desde que tiene uso de razón –y por qué no decirlo, puede que de antes también– que le ha valido para convertirse en uno de los jugadores más aclamados, querido e idolatrado de la afición osasunista. Pocos jugadores pueden decir esto y como bien le canta su afición: ¡No podrán parar a Patxi Puñal!
