Aunque es una costumbre que muchos (sobre todo muchas) tenemos arraigada, según un osteópata, el cruzar las piernas al sentarnos y, sobre todo, mantenernos en esa postura durante mucho tiempo, puede tener efectos muy negativos sobre nuestro cuerpo a largo plazo. Y es que aunque pueda parecer una postura inocua, la cual hacemos sin darnos cuenta y por comodidad, nuestra columna, pelvis y nervios pueden estarse viendo afectados poco a poco, generando al final una serie de molestias que muchas veces atribuimos al estrés o a la fatiga.
Pablo Costa, osteópata y fisioterapeuta, insiste en que el daño ocurre de forma gradual y silenciosa, convirtiendo un hábito diario en un enemigo oculto para la salud de nuestro cuerpo; y es que cada vez que adoptamos esta posición, la pelvis se inclina hacia un lado, generando un desequilibrio que se refleja en la columna lumbar y los músculos circundantes. La repetición constante convierte esta postura en un patrón que el cuerpo memoriza, obligando a ciertos músculos a trabajar de forma asimétrica para compensar, y los resultados de todo esto son tensiones, dolor lumbar y molestias que, sin una corrección a tiempo, pueden derivar en problemas para toda la vida.
Por qué provoca tanto a daño a nuestro cuerpo el sentarnos con las piernas cruzadas
El osteópata señala que la inclinación de la pelvis al cruzar las piernas provoca que la base de la columna se desestabilice, lo cual genera una presión desigual sobre los discos intervertebrales y fuerza a la columna a adoptar curvas compensatorias hacia un lado o al otro. Todo esto, con el tiempo, provoca que la musculatura lumbar y glútea se contractura, provocando un dolor persistente que ni los masajes ni los analgésicos logran aliviar de manera definitiva ya que se ha convertido en un problema crónico.
Además, cruzar las piernas puede afectar los nervios, ya que la compresión del nervio peroneo, que pasa por la parte lateral de la rodilla, provoca la clásica sensación de “pie dormido” y, si bien es algo que dura unos pocos segundos o minutos, si mantenemos esa presión, esto puede derivar en neuropatías en caso de que se mantenga durante años. En sus consultas, Pablo Costa observa que muchos pacientes desconocen que este simple gesto es el origen de su adormecimiento y debilidad en el pie, ya que es una postura que muchos hacemos de manera inconsciente de la que no sabemos absolutamente de sus implicaciones a largo plazo.
Impacto oculto en la presión arterial y la circulación
Si todo lo anterior ya te preocupa, también debes saber que este daño no se aplica solo a la columna o los nervios, sino que varios estudios recientes han señalado que mantener las piernas cruzadas aumenta temporalmente la presión arterial, es decir, que la postura dificulta el retorno venoso y obliga al corazón a bombear con más fuerza, elevando las cifras de tensión. Para las personas sanas, todo esto solo es un efecto que desaparece al poco tiempo, aunque aquellos que sufren hipertensión deben tener mucho cuidado, mostrando cómo, en realidad, un gesto tan cotidiano conlleva unos riesgos bastante serios.
Obviamente, romper este hábito es algo complicado, pero no son necesarios unos cambios radicales en nuestra, ya que simplemente (por recomendación de este osteópata) tenemos que sentarnos con ambos pies apoyados en el suelo, manteniendo la espalda recta y las rodillas a la misma altura. Para ayudarnos con ello, nos podemos servir de recordatorios cada 20 ó 30 minutos para revisar nuestra postura, haciendo que nuestro cuerpo se acostumbre poco a poco a la posición neutra.
En caso de que pases mucho tiempo sentado debido a tu trabajo, puede ser recomendable el comprarte (o solicitar que se te ponga) un reposapiés ergonómico o acordar con otro compañero el estar atentos a la postura el uno del otro, aunque cualquier truco que te ayude a conseguirlo es siempre bienvenido.
