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Pragmatismo feroz

por Jesús Domínguez
28 de marzo de 2011

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Gol 28.3
Foto: El Norte de Castilla

Había dudas sobre qué cara iba a mostrar el Real Valladolid en Salamanca, si la de equipo compacto mostrada en el Nuevo José Zorrilla o la apática visible cada vez que para enfrentarse a su rival necesitan desplazarse de allí donde más cómodos se sienten. Para alegría de los aficionados blanquivioletas que les acompañaron en el viaje, fue la ‘Cara A’ la reproducida.

Frente a las sensaciones histriónicas dejadas por su reverso, ésta es mucho más agradecida. Llega a los vallisoletanos sin la belleza de Mozart y sus sinfonías. También sin su ligereza. Sí lo hace, en ocasiones, con la seguridad con que Benjamin Britten dirigió la “Guía de orquesta para jóvenes”. Y, en partidos como el de El Helmántico, con una fuerza casi wagneriana, como si sus ataques fuesen los de las walkirias.

Ni el Valladolid es una tropa americana de las fuerzas del aire ni el Salamanca vietnamitas bombardeados. Un derby regional nada tiene que ver con las escenas visibles en “Apocalypse Now”, a menos que la voracidad y ferocidad demostrada por los de Abel quiera ser comparada con la del Coronel Kilgore, magníficamente representado por Robert Duvall.

En lugar del Séptimo de Caballería, saltó al césped un Valladolid que dominó el partido de principio a fin. Sin excesivo brillo, pero con la suficiencia necesaria para no pasar apuros. Contribuyeron con ello las rigurosas expulsiones de hombres salmantinos, las de Héctor Yuste en el minuto veinte y de Mario Rosas en el setenta y dos.

No obstante, antes siquiera de que Carlos Del Cerro Grande enviase a la ducha a primero, ya había advertido el conjunto pucelano de que no pretendía presentar batalla, sino que se había presentado en Salamanca para hacerse con los tres puntos y continuar con su escalada en la tabla.

Esta ambición se hizo constatable con múltiples aproximaciones y oportunidades del esta vez equipo rojo, personalizadas en Antonio Barragán, Javier Baraja o el siempre goleador Javi Guerra, cuya primera ocasión fue desbaratada por el meta catalán Biel Ribas, mejor jugador en el encuentro de los de Pepe Murcia a pesar de la manita encajada.

Sus compañeros apenas lo intentaban a la contra, máxime tras la dura entrada y a destiempo de Héctor Yuste a Carlos Peña. Con un hombre menos, dejaron definitivamente la iniciativa a los visitantes, que manejaban el cuero con comodidad pero sin excesiva llegada, tónica con la que se llegó al tiempo de asueto.

Apenas cuatro minutos después de la reanudación se produjo la primera variación en el guión local, debido a la subida al tanteador del primer gol vallisoletano. Sisi y Óscar González, grises en la primera mitad, protagonizaron, el primero con su genial pase entre líneas y el segundo con su no menos buena definición, el inicio de la goleada.

El pragmatismo y la paciencia que desde el primer minuto del envite habían caracterizado a los de Abel permanecieron en las mentes de sus hombres, sin que ello fuese óbice para que intentasen lograr una comodidad en la victoria pocas veces vista a lo largo de la temporada y ninguna en la buena reciente racha.

Apenas nueve minutos después, en el cincuenta y ocho, sería el hombre hambriento, el insaciable del gol, Javi Guerra, quien haría el segundo tras un saque de esquina botado por Álvaro Antón. Remachó de cabeza a la red el servicio en el segundo palo, solo, después del intento de Óscar González de anotar de espuela en el que podría haber sido el tanto de más bella factura de toda la campaña.

Con el cero a dos buscó el Salamanca reaccionar de forma tímida. Javi Jiménez, inédito durante todo el partido, rechazó el disparo de su ex compañero en el Real Valladolid Promesas, Kike López, quien entró en sustitución de Toti a falta de media hora para la conclusión. La réplica la puso, para la sentencia definitiva, de nuevo Javi Guerra.

Un error de la zaga rival colocó al punta malacitano en disposición de anotar su gol número diecinueve en lo que va de temporada, después de enviar un zurriagazo desde la frontal del área a la escuadra de Biel Ribas, que nada pudo hacer ante un nuevo remate a solas de uno de los jugadores más en forma de la categoría.

Con el cero a tres y ya sin Mario Rosas en el césped, Pepe Murcia entregó la cuchara y retiró a dos de sus hombres más importantes, Perico y Brian Sarmiento, para dar entrada a José Ángel – hermano de Jorge Alonso – y a otro viejo conocido de la afición del Nuevo José Zorrilla, Sergio García, quien llegó a debutar en primera división en aquel encuentro de infausto recuerdo disputado entre el equipo entonces dirigido por Onésimo Sánchez y el Villarreal.

Enfrente, Javi Guerra pudo por fin disfrutar de un merecido descanso. Si antes habían entrado Matabuena por Nafti y Jofre por Álvaro Antón, a falta de veinte minutos Abel Resino decidió sustituir a su jugador franquicia por otro máximo goleador del club, en este caso el del filial, a fin de que se sumase a la fiesta.

Antes de que culminase Bacari la goleada, Jofre Mateu hizo el cuarto tras un nuevo rechace de un Óscar González que cuajó uno de sus mejores partidos (como todo el equipo) desde que reingresó el pasado verano en la disciplina blanquivioleta. ¿Y en la grada? Alegría, ya que a falta de un juego de campanillas, los quinientos desplazados sí pudieron disfrutar al menos del pragmatismo feroz de un equipo que se queda, gracias a la consecución de los tres puntos, a las puertas del play-off.

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