El Villa de Simancas pagó su inexperiencia en la primera mitad del campeonato en Liga Nacional. ¿Será capaz en la segunda de remontar el vuelo lo suficiente como para salvarse?

No. De ninguna manera se puede decir que la primera vuelta del Villa de Simancas en Liga Nacional ha sido buena. Si uno echa un vistazo a los números, se lo encontrará último, con solo nueve puntos, obtenidos gracias a dos exiguos triunfos y tres empates. Lo demás, los diez encuentros restantes, fueron derrotas. Algunas, dolorosas. Además, los dieciséis goles marcados le convierten en el segundo equipo que menos marca. Y como han recibido veintiuno más, son quienes más encajan.
Pero, ¿y qué?
Eso quieren pensar los simanquinos. Y qué. A seis puntos de la salvación, aunque por momentos el sueño se haya tornado pesadilla, no quieren despertar. Quieren buscar el más difícil todavía. Que pasa, en todo caso, por no brindar más al sol. Toca remar, y remar, y remar… para que quizá no baste. Porque puede no bastar. Pero no se han de dejar llevar, como en algunos momentos ha parecido, ya, que hacían. Porque si bien la victoria ante el Real Valladolid B en la última jornada de la primera vuelta ha de marcar el camino, el pasado no debe ser olvidado.
Y en el pasado hicieron un puñado de cosas mal. Dejaron escapar victorias que parecían, si no asequibles, sí posibles, en partidos como el del Numancia B o la Arandina. Y se diluyeron cuan azucarillo en Pizarrales, ante un rival que hasta hace no tanto era de ‘su liga’ –ambos subieron juntos de Regional Juvenil–. A cambio, compitieron ante rivales duros como el Burgos, el ya citado Numancia B o el Colegios Diocesanos, actual líder, y contra quien casi dan la sorpresa.
Su entrenador, Álex Francisco, ha toreado en peores plazas, y salió a hombros –véase aquel Betis de Liga Nacional que había sumado cuatro puntos sobre treinta–. Sin embargo, en el #HacemosCantera de este miércoles fue claro: a día de hoy, la permanencia no es más que una utopía. Que han de convertir en posibilidad con trabajo, trabajo y trabajo.
En la primera vuelta recién concluida han estado mermados por distintas bajas de diferente gravedad, sobre todo, la de Miguel Vítores, líder espiritual del vestuario y pieza clave en el engranaje franjiblanco en el pasado ascenso. Asimismo, la planificación quizá no fue la mejor, a tenor del sufrimiento en estos meses.
El Villa de Simancas ha venido adoleciendo de calidad en esta primera mitad de campeonato. Pero no solo eso, sino que la aptitud a veces tampoco encontró un paliativo en la actitud, algo que para el aficionado objetivo puede parecer normal y que no lo es tanto para el que lucha porque lo logrado no quede en agua de borrajas.
Pero como lo más reciente ha de imperar, hay que quedarse, al menos hasta que los partidos vuelvan a contradecir esa imagen, con lo bueno realizado ante el Real Valladolid B. En ese enfrentamiento, se vio al Simancas intenso, combativo y aguerrido que su entorno aguarda. Así, dejó la portería a cero y se impuso a un equipo con jugadores más dotados técnicamente.
Como ya sucedió en el pasado. Con el que deben reencontrarse los simanquinos. Para volver a ser el rebaño unido que consiga que el lobo se acueste con hambre. Porque es difícil, mucho, y lo normal es que no se alcance el éxito. Pero la procesión no acaba hasta que no pase el último cura.
