Pocas veces reparamos en esas joyas que tenemos repartidas a lo largo del mapa de España, pero es de ley entender que muchas de ellas son capaces de asombrar más allá de nuestras fronteras. Con un modelo que puede recordar a la Bretaña francesa, la Sierra de Francia oculta un espacio maravilloso como La Alberca.
Este pueblo de Salamanca que posee el privilegio de ser el primer Conjunto Histórico-Artístico de la historia de España y que lleva impresas en sus calles cada una de las razones por las que este pueblo charro fue el primero de los que hoy son 500 conjuntos históricos protegidos en todo el territorio español. Un lugar especial que, con poco más de mil habitantes hace las delicias de todo aquel que se acerca hoy a conocerlo.
La Alberca, un pueblo lleno de historia
Y es que La Alberca es un espacio que, históricamente, ha bebido de su belleza desde 1940, año en el que, tras la Guerra Civil, fue declarado Conjunto Histórico-Artístico de España. El primero de la historia. Y no es para menos, sabiendo que, en origen, se trata de un pueblo serrano clásico, que usa la Sierra de Francia en Salamanca como contexto y que fue repoblado por los bretones en la Edad Media, quienes repoblaron la zona y empezaron a cimentar el encanto de una de las joyas de Castilla y León.
El nombre de La Alberca tiene origen en el árabe, pues viene de “Al-Bereka” o “Al-Birka”, que significa “el estanque” o “zona de aguas”, un claro guiño a la importancia que tiene el agua en el paisaje urbano del pueblo, representado además por sus manantiales y fuentes. Estas últimas, muy dispersas por el trazado del pueblo, refrescan el ambiente y evocan la continuidad de sus épocas pasadas, en una formación montañosa en la que los arroyos vestían y empapaban el serpenteo pétreo de esta zona de Salamanca.
Históricamente, cabe destacar que La Alberca tiene raíces más allá de la Edad Media, aunque los reportes señalen ese origen medieval que viste sus calles. Hay indicios de asentamientos (o castros) prerromanos y restos visigodos reutilizados más tarde en otras construcciones, lo que marca claramente esa mezcla de influencias de la que bebe también la zona y el propio pueblo.
De su Plaza Mayor y del marrano de San Antón
Uno de los grandes tesoros de La Alberca nace de su arquitectura. Con la influencia francesa, se exportaron algunas técnicas de Borgoña, así como diferentes procedimientos de construcción propias de pueblos anteriores, lo que da un resultado curioso que amasa materiales como madera, adobe y piedra, con especial importancia en las tramineras, vigas visibles entre los entramados de manera que crean las figuras geométricas tan características que visten sus edificios y calles.
Con el centro neurálgico en la Plaza Mayor, con un espacio porticado protegiendo con balcones, columnas y flores desde las casas antiguas que miran al rectángulo espacial que en el pueblo utilizan para cada festividad. Muy cerca se levanta la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio de 1730 firmado por el arquitecto Manuel de Larra Chirriguera. Pero, más allá de lo visible, las fiestas de San Antón siguen siendo el patrimonio cultural de una tierra dedicada a la ganadería y con el marrano de San Antón como figura esencial de la cultura albercana.
Hoy, La Alberca es un destino turístico reconocible, entrando, además de en la lista de “Los pueblos más bonitos de España”, protegiendo la figura de Bien de Interés Cultural por el placer de disfrutar del paseo por sus calles, disfrutar de su gente y sentarse a la sombra de soportales y plazas silenciosas que siempre han absorbido el pasar de multitudes a lo largo de una historia de la que ha sido testigo.
