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Ni la Provenza ni Brihuega: este pueblo medieval de Valladolid se convierte en un mar violeta cada verano

por Elena
22 de julio de 2025
Este pueblo medieval de Valladolid se convierte en un mar violeta

Este pueblo medieval de Valladolid se convierte en un mar violeta

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Cuando llega el verano, muchos piensan en los campos de lavanda de la Provenza o en el espectáculo malva que ofrece Brihuega, en Guadalajara, pero en Valladolid hay un pueblo medieval que nada tiene que envidiarles. Hablamos de Tiedra, un lugar con muchísima historia que, desde hace unos años, se ha ganado a pulso es ser reconocido como uno destinos más sorprendentes de Castilla y León por un motivo que seguro que nos puede sorprender, y son sus más de 400 hectáreas de lavanda y lavandín, las cuales tiñen el paisaje de violeta cada mes de julio.

Y no es solo que este pueblo medieval de la provincia de Valladolid haya apostado por el cultivo de estas flores tan aromáticas, sino que ha sabido convertirlas en un reclamo turístico muy potente en poquísimo tiempo. Los cierto es que su relación con la lavanda no se remonta a tiempos inmemoriales como podríamos llegar a pensar, sino que todo ha ocurrido en menos de una década, llegando a ser un referente nacional debido al increíble crecimiento de sus plantaciones, además de por apostar muy fuerte por la divulgación y las experiencias sensoriales.

Tiedra, el pueblo medieval que huele a lavanda

Pasear por Tiedra en verano es caminar entre historia y perfume, ya que este pueblo medieval, el cual se alza sobre una loma dominada por una antigua fortaleza del siglo XIII, ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Todo esto ocurrió allá en 2019, cuando se inauguró Tiedra de Lavanda, el primer centro de interpretación de esta planta en Castilla y León, el cual ofrece visitas guiadas, talleres, venta de productos elaborados con lavanda y hasta experiencias de realidad virtual para poder acercar esta plata a todos aquellos que visiten este lugar.

Además, Tiedra no solo cultiva lavanda común, sino también lavandín, una variedad híbrida que ofrece una mayor intensidad aromática y un mayor rendimiento, combinación que convierte a este pueblo medieval en un espectáculo tanto para la vista como para el olfato, sobre todo al atardecer, cuando el sol baña los campos violetas y el castillo dibuja su silueta en el horizonte.

Pero en Tiedra no todo son las flores

Dicho todo lo anterior, podríamos pensar que Tiedra solo vive de su lavanda, pero nada más lejos de la realidad, ya que este pueblo medieval conserva un impresionante castillo que, aunque aún se encuentra parcialmente restaurado, mantiene su torre del homenaje de 28 metros de altura y parte de la antigua muralla. Su origen se remonta a los tiempos del Cid y Sancho II de Castilla, cuando se convirtió en lugar de encuentro y negociación entre reinos, pero a día de hoy, puede visitarse tanto por dentro como por fuera, con recorridos históricos que explican la evolución de la villa y su importancia en la Edad Media.

Y por si fuera poco, si estamos en Tiedra y miramos al cielo, veremos otro de sus puntos fuertes y reclamos para el turismo. Y es que su ubicación perfecta, alejada de los grandes núcleos urbanos y con muy poca contaminación lumínica, la ha convertido en el lugar ideal para la observación astronómica. El Centro Astronómico de Tiedra organiza talleres, sesiones de observación y actividades especiales durante todo el año, pero sobre todo en la temporada de lluvias de estrellas, la cual se da entre julio y agosto..

Tiedra es el claro ejemplo de que no hace falta cruzar fronteras ni recorrer cientos de kilómetros para visitar lugares espectaculares, ya que a veces solo tenemos que mirar con mucha más atención el interior de nuestra propia geografía para encontrar auténticas joyas como este pueblo medieval vallisoletano, que cada julio florece en violeta y se convierte en un destino que, seguro, no vas a olvidar.

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