Los rojiblancos maniataron a la Arandina y supieron sufrir en el tramo final gracias a su defensa y a un Óliver colosal

La Arandina pagó su exceso de mesura en su visita al Atlético Todesillas. Puede que pensara que la victoria sería más fácil de lo que se pintó, pero se topó con la realidad de Las Salinas, donde es cierto que los rojiblancos venían de un mal día ante el Cristo Atlético, pero donde compiten de cine. Lo volvieron a hacer ante un rival de prestigio.
La victoria se quedó en el aire. Como el balón, buscando dónde aterrizar de una vez por todas. Hubo momentos en los que llegó a ser desesperante que no rodara durante más de cinco segundos seguidos. Ya no en las áreas, porque no las visitó lo más mínimo, sino en un centro del campo desierto. En la primera parte sí se pudo ver algo más.
Sobre todo del lado local, que no se aminoró pese a la calidad del rival. Julio había entrado igual de fuerte que siempre y Rafa se mostró desequilibrante por la izquierda. Fue lo mejor de su equipo al inicio. Colgó un gran balón a Luismi, pero este pegó al aire. En el otro área Óliver sacó a bocajarro la única llegada de los burgaleses antes del descanso.
La igualdad marcó la primera mitad y el inicio de la segunda. Sorprendía la frialdad de ambos, más preocupados de no cometer errores que de volcarse a por la victoria. Por eso, ganaron siempre las defensas o, mejor dicho, los sistemas defensivos. Ahí el Tordesillas fue insuperable. Villa –realizó un partido de escándalo—intentaba hilvanar el juego que desbarataba, para bien, Héctor Vega –recuperó balones muy importantes en campo contrario–, pero quedaba ese último pase que no llegaba ni a Julio ni a Roberto.
Tampoco a Campos, que entró en la segunda mitad en busca de gol, pero los rojiblancos comenzaron a acusar el cansancio. Tanto es así que los últimos quince minutos supusieron una agonía, a excepción de una jugada de Rafa que terminó con un disparo desviado. Ni Dani Blanco, que ayudó a desahogar, disfrutó de alguna oportunidad.
Los puntos ya se disputaban en el otro área, y la situación se complicó más con la lesión muscular de Cachuli, el mejor del partido. Secó a Rubo, solitario todo el choque, que en cuanto se fue el central vio la luz. Se encargó de apagarla Óliver con dos paradones colosales, el último en el descuento, para salvar un punto vital.
El empate, necesario, deja al Atlético Tordesillas fuera del descenso, pero la victoria del Becerril les baja una posición. La próxima semana será de descanso para afrontar un último tramo de liga de mucha tensión en Las Salinas por mantener la categoría.
Atlético Tordesillas: Óliver; Jony, Cachuli (Abraham, min. 81), Abel, Aitor; Luismi (Dani Blanco, min. 78), Villa, Héctor; Rafa, Roberto Simón y Julio (Campos, min. 57).
Arandina: Carmona; Barbero, Munguía (Javier Junyent, min. 73), Diego Rubio, Borja; Cifuentes (Monty, min. 59), Pesca, Sagües, Yakovlev; Adeva (Diego Abad, min. 60) y Rubo.
Goles: No hubo.
Árbitro: Fernández González (León). Amonestó con tarjeta amarilla a Héctor y Aitor, del Tordesillas, y a Cifuentes y Monty, del Arandina.
Incidencias: Partido correspondiente a la Jornada 28 del Grupo VIII la Tercera División, celebrado en Las Salinas ante alrededor de 300 espectadores. El central Cachuli se tuvo que retirar lesionado en el minuto 88 por unas molestias en el isquiotibial.
