‘One hit wonder’, se coló en la fiesta del ascenso de Jaime Mata y fue invitado a quedarse, aunque nunca supo dónde. Es el primer jugador del Real Valladolid ovacionado sin haber llegado a debutar

“Yo ayer solo un poco fiesta nada más, nada ha pasado”. Estas palabras, ahora difuminadas, forman parte de la historia reciente del Real Valladolid. Proferidas allí donde Jaime Mata lloró al escuchar por última vez los ruegos que le imploraban que se quedase, se colaron en la fiesta como si aquel que las pronunció, además de llegar tarde, no debiera estar allí. Porque en realidad no, Lukas Rotpuller no debería haber estado allí, pero una lesión de Deivid y el temor a que otro contratiempo mermara las filas primero de Luis César hicieron el resto.
La verdad; por la mañana, en la recepción en el Ayuntamiento, pareció necesitar una siesta. Estaba más fuera de lugar que Homer trabajando en el Badulaque, aunque hasta a él Apu le regaló buenas palabras. Cómo no envidiar a un tipo que vistió la camiseta blanquivioleta solo en los festejos, que llegó en febrero, pasado de peso, melena al viento, desubicado como si acabara de caer en el engaño de que no, esto no es un anuncio de Pantene, y terminó vitoreado por una marabunta que se dejó llevar por ese fervor de quien sabe que ha ligado casi al amanecer en ese dichoso antro en el que todo el mundo está pensando –pero que podría ser peor si aún siguiera abierto el Capitán Garfio (para los jóvenes: lo que era la Heineken)–.
Aunque no aparece en la Wikipedia, Lukas Rotpuller salió en un capítulo de ‘Spartacus’; estaba bien dotado y prometía mucho, era cuestión solo de que se pusiera en forma. Segovax, que así se llamó su personaje, también dio el salto a la fama al ser ‘fichado’ por un histórico, pero fue asesinado en el ludus antes de que pisara la arena. Como jugador no se ha vuelto a saber de él, si es que alguien supo cómo era. Una vez se calló el eco aquel de “Rotpuller quédate”, no volvió a firmar por ningún otro club (¿o era péinate?). No le quedó ni el último servicio por librar del que sí gozaron otros como Heinz Barmettler o Ismail Abdul Razak.
Si por lo menos se hubiera afincado en Valladolid, seguramente se habría convertido en el típico compañero de fatigas con el que abrazarse una noche de fiesta (cuando se podía o cuando se pueda; maldito bicho) con tres espirituosos de más y haciendo a la MODA los coros en la noche y en algún festival;
Si alguna vez (si alguuna veez)
Me ves caer (me vees caeer)
Preocúpatee por si mientooo (sooolooo)
Creo que lo he perdido todoo (tooodooo)
Rivalizó en una sola noche con la despedida del Tirol de Iñaki Bea. ‘One hit wonder’, es el único jugador que ha (ejem…) militado en el Real Valladolid y que fue ovacionado sin ni siquiera llegar a debutar. Algún día se convertirá en leyenda random, si es que no lo es ya, como el aficionado aquel del West Ham al que un día hizo jugar Harry Redknapp o como el primo falso de Weah con el que dieron el tocomocho al Southampton, y la afición contará “hijo, yo a Rotpuller no le vi jugar, pero tenía un pelazo…”.
