Aunque parezca mentira, cuando surgió esta marca pretendía plantar cara a otros gigantes como Coca-Cola o Pepsi. Pero no fue así. De hecho, el sueño se ha desinflado del todo con su quiebra. Hablamos de Kombucha Town, una marca que en su día prometió revolucionar el mercado con bebidas saludables y que pretendía crear un espacio en el que poder competir con gigantes.
Al final, la empresa de bebidas ha terminado por declararse en bancarrota, por lo que abandona ese objetivo de destronar a las bebidas azucaradas favoritas del mundo entero. La compañía, nacida hace catorce años en Washington, Estados Unidos, alcanzó su punto álgido en plena pandemia, en el año 2020, cuando la tendencia de la gente hacia lo natural y lo orgánico parecía abrirle las puertas del éxito sin ningún problema.
Los orígenes de la idea de McCoy
Sin embargo, apenas un lustro después, la historia ha dado un giro amargo que ha acabado por enterrar las opciones de esta empresa para mirar a la cara, de verdad, a algunas de las empresas citadas. Fundada en 2011 por Chris McCoy, la empresa Kombucha Town nacía de una motivación muy personal. El diagnóstico de Alzheimer de su madre empujó a McCoy a crear una bebida que fomentara ese bienestar siempre perseguido y apostara por ingredientes naturales de calidad.
Y lo cierto es que, desde sus primeros lotes, la empresa apostó por un producto 100% orgánico, de comercio justo y libre de transgénicos. Una oferta que sedujo a muchos enamorados de los productos naturales, que acogieron la kombucha por su toque artesanal y moderno. La bebida, una mezcla fermentada de té, azúcar y levaduras conocida como scoby, aumentó su fama y, durante años, la marca creció gracias a su innovación y a su éxito.
McCoy desarrolló una tecnología propia para fermentar su kombucha, llamada Biome Aid, que garantizaba cultivos vivos y activos en cada envase que generaban una novedad interesante entre los demás productores, además de saber jugar con los sabores. McCoy supo vender, desde el clásico Original Ginger hasta combinaciones más atrevidas como Lavender Sage o Cascadian Hops, cada una presentada como una alternativa funcional a los refrescos tradicionales.
De la ambición a la quiebra
Pero el entusiasmo no ha bastado. Sostener la estructura financiera de un proyecto tan ambicioso ha acabado sepultando las aspiraciones de McCoy y su empresa de kombucha. En octubre de 2025, Kombucha Town se acaba de acoger al Capítulo 11 de la ley de bancarrota de Estados Unidos, con una deuda que ronda los 2,6 millones de dólares.
Aunque el objetivo de esta medida es ganar tiempo, reorganizar las cuentas y evitar la liquidación definitiva de la empresa por quiebra, no parece ser la mejor de las señales si de verdad quieren mirar a la cara a Coca-Cola y Pepsi. “La carga financiera se hizo insostenible”, reconoció McCoy al anunciar la decisión y la caída resulta especialmente dura para una marca que llegó a ser símbolo del consumo consciente y de la nueva ola de bebidas saludables.
Aun así, no todo está perdido. Parece que el futuro de Kombucha Town va a depender totalmente de la capacidad de la empresa para renegociar sus deudas y mantener la confianza de los distribuidores a pesar de su quiebra, así como de proveedores y consumidores. Si logra salir adelante, podría reinventarse y, quizás, reduciendo su catálogo o buscando alianzas estratégicas para aumentar el mercado y los ingresos.
Y no, no sería la primera en hacerlo, pues la historia empresarial de más éxito está llena de renacimientos inesperados tras comienzos complejos. Kombucha Town, de momento, lucha por no desaparecer. Si consigue superar este bache, su historia podría convertirse en una de esas fábulas modernas del emprendimiento, por ser la historia de una pequeña marca que quiso enfrentarse a los gigantes de las bebidas refrescantes apostando por la salud, la sostenibilidad y el sabor auténtico.
