Riki de Moraes fue una de las nuevas piezas que incorporó el Real Promesas en el mercado veraniego. El mediapunta y extremo llegó procedente de la UD Logroñés con la intención de mirar a futuro en el filial, puesto que firmó hasta 2029, pero también para brindar un rendimiento inmediato en un equipo muy joven, renovado y con un proyecto prácticamente nuevo de la mano de Javi Baraja. En su anterior club ya conoció de primera mano lo que es la Segunda RFEF, de esta manera, el Promesas no solo adquirió juventud, sino también experiencia.
Este jugador cuenta con cualidades ofensivas muy interesantes. Riki es eléctrico, ágil y muy vertical. Su polivalencia por las distintas zonas del ataque, con capacidad para moverse entre líneas, se fusiona con una visión de juego directa e incluso caótica, lo que genera oportunidades para sorprender a las zagas rivales. Lo cierto es que al futbolista le costó entrar en la dinámica del grupo y hacerse un hueco, pero en las últimas jornadas su rendimiento ha crecido hasta el punto de ser un perfil que el filial necesita en un tramo de la temporada en la que en general no están saliendo las cosas.
Riki de Moraes, ante un nuevo reto en Pucela

El nuevo reto de Riki de Moraes en tierras pucelanas no comenzó bien. El nuevo proyecto que también se pretendía emprender en el primer equipo provocó que un gran número de jugadores del filial comenzaran la pretemporada bajo las órdenes de Guillermo Almada. Esta situación también provocó que el Promesas contara con muchos juveniles en su preparación y, además, con varios jugadores a prueba, como Marc Torrá o Prince. Así, la dupla recién formada de Javi Baraja e Iván Briones tuvo el reto de buscar la identidad de un equipo con pocas certezas en aquel momento.
En ese contexto, Riki de Moraes no fue capaz de desplegar su mejor fútbol, en sus primeras actuaciones como blanquivioleta estuvo muy impreciso y le costó encontrarse a sí mismo y adaptarse a lo que el técnico quería de él. Su debut oficial no mejoró ni mucho menos esas sensaciones, ya que fue expulsado por doble amarilla en el debut liguero que se saldó con victoria del Promesas ante la UD Ourense de Borja Fernández.
Paciencia y tiempo es lo que necesitó Riki para comenzar a demostrar a la afición de Los Anexos sus capacidades. Ya sea como revulsivo o desde el once incial, ha aportado detalles muy positivos al juego del filial blanquivioleta, a pesar de que los resultados no han acompañado. Como extremo, ha dotado a los suyos de profundidad, pero también servía como apoyo por dentro con un recorrido desde la banda. Esa función de enganche flotando entre líneas ha sido más evidente desde la posición de mediapunta que por momentos ha ocupado.
Sin embargo, quizás donde más ha aportado Riki es en la presión y, sobre todo, en la activación del ataque tras la recuperación. Esto se pudo observar muy bien en la última jornada ante el Rayo Cantabria. El atacante es la chispa necesaria, el catalizador del ritmo de juego para iniciar una transición o un contragolpe. Algo que se vuelve más peligroso cuando el conjunto trata de generar situaciones para recuperar en campo rival, como fue el caso de la última fecha. El atacante es la herramienta perfecta para imprimir esa velocidad en el momento justo y, además, buscar la mejor opción para progresar.
Riki no solo inicia los contraataques, también acompaña la jugada y su buen hacer el pasado fin de semana se vio recompensado con un premio: su primer gol como jugador del Real Valladolid Promesas. El brasileño estuvo muy atento para atacar el rechace del guardameta rival al disparo de Carvajal y se lanzó con todo para empujar con una buena maniobra el balón al fondo de la red. Lamentablemente para el filial, su gol no fue suficiente para volver a sumar de a tres.
👊🏻⚽️💜 Riki, con todo pic.twitter.com/1y0G5rouAc
— Cantera Real Valladolid (@RVcantera) December 16, 2025
